Marcadores satelitales para proteger los nidos de tortugas marinas


'Mascleta', primera hembra reproductora marcada por la UPV para seguimiento vía satélite en general (2016). Todas las imágenes: UPV.

Tres flamantes marcadores satelitales están ya a la espera de ser instalados en las tortugas marinas que salgan a desovar este año al litoral mediterráneo español. Pesan entre 200 y 400 gramos, se colocan en lo alto del caparazón, y con la información que emitan ayudarán a proteger las puestas de estas emblemáticas especies mundialmente amenazadas.

Los marcadores son capaces de enviar la localización exacta de los lugares donde las hembras depositen sus huevos, o donde lo hayan intentado, de manera que estas zonas puedan estar vigiladas por si la puesta es efectiva y finalmente nacen las crías, e incluso se puedan supervisar las playas escogidas por los quelonios de cara a los años futuros.

La idea viene de un tiempo atrás, pero aún no se ha conseguido marcar a ninguna hembra adulta con este objetivo, por lo que si se logra este año, en el que todo el sistema de vigilancia de puesta está más coordinado gracias a la experiencia adquirida en ejercicios anteriores, sería todo un éxito.

“Sabemos, por estudios genéticos de los huevos, que las mismas tortugas realizan varias puestas y en playas bastante alejadas. La idea es marcarlas para que, si vuelven a hacer otro nido este año, podamos encontrarlo y protegerlo. Porque lo pueden hacer en playas muy frecuentadas, o por donde pasan las máquinas, o cuando nadie las vea... La intención es saber cómo se comportan y si al final tenemos unas cuantas playas en las que salen todos los años, ya podemos estar atentos, proteger los nidos y gestionarlos bien”, explica Jorge Eduardo Belda Pérez, profesor de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), institución que dirige el proyecto, en coordinación con la Universidad de Valencia.

Un proyecto que se inició hace dos años, tras recibir la UPV, entidad con larga trayectoria en marcaje de animales, noticia del avistamiento en Cataluña de una tortuga que puso huevos. En ese momento, “casualmente teníamos una marca y se la pusimos, pero no era la ideal para ese animal adulto porque estaba diseñada para individuos de menos de un kilo”, detalla Belda.

Por ello, compraron nuevas marcas y el año pasado se intentó de nuevo, “pero lo difícil es llegar a tiempo de detener a la tortuga en la playa. De hecho, nos llamaron de Calblanque (Región de Murcia) avisando de una puesta, pero como no tenían buena cobertura, entre que salían del Parque para llamar y entraban para retenerla, se escapó sin anidar”, recuerda Belda. Igualmente, el jueves pasado salió una tortuga en Mataró, pero no avisaron o se avisó tarde, y cuando llegaron los especialistas ya había hecho el nido y se había ido. Belda lamenta que “esa tortuga probablemente de aquí a 15 ó 20 días vuelva a hacer otra puesta, en esa playa o 40 kilómetros más lejos”, y se ha ido sin su marcaje.

En el Campus de Gandia UPV trabajan desde hace un lustro con tortugas marinas, pero sus socios en el proyecto, la Universidad de Valencia, lleva unos 20 años. “Nos juntamos nosotros, que estábamos desarrollando tecnología de marcaje, con ellos que son los expertos en tortugas. Nosotros habíamos trabajado con otros animales pero nunca con estas especies. En 2013 decidimos empezar a marcar crías de tortugas y contactamos con ellos para que nos aportaran su experiencia”, recapitula el también doctor en Biología.

Ahora, disponen de tres marcadores satelitales para estos quelonios y de un prototipo desarrollado por la UPV con características distintas.

Los marcadores satelitales (imagen de al lado) se colocan en lo alto del caparazón en unos 30-45 minutos. Hay dos modelos, uno pesa unos 250 gramos y el otro unos 400. “En cualquier caso, para un animal de 70 u 80 kilos no supone ningún problema”, señala el técnico, pero subraya que hay que ser experto para ponerlo sin daño y que sea eficiente, “por eso, es mejor que el marcaje lo realice gente experimentada”.

Belda Pérez calcula que este año podrían salir de tres a seis tortugas, “pero es mera adivinación”, advierte. Estima en todo caso que la cantidad será “al menos como el año pasado”, y se incluirán lugares nuevos. De hecho, la primera cita del año ha sido en Mataró, donde nunca había habido noticias de puesta. Pero cree que “se detectarán más eventos porque cada vez la gente está más concienciada”. Y es que, para este proyecto, la participación ciudadana es fundamental.

Cuando alguien observe una tortuga marina saliendo del mar debe avisar al 112 (nada de fotos y nada de molestar, la tranquilidad es vital hasta que haya puesto los huevos). Desde ahí ya saben cómo actuar, ya que en cada Comunidad hay diferentes grupos responsables de gestionar estas situaciones en los que se puede participar como voluntario, “y este año nos hemos coordinado gente de muy diversas instituciones y organizaciones para conseguir marcar alguna hembra”, insiste el científico, quien apunta que “si se ve que se puede retener a la tortuga un tiempo, se nos avisa y nosotros acudimos a marcarla”.

Estos modelos, de unos 3.500 euros cada uno, tiene batería para dos o tres años, siempre que se mantengan pegados al caparazón, ya que se pueden soltar antes. Envían información todos los días, a diferentes horas, según se hayan planificado. “Por ejemplo, los de las hembras los hemos programado para que emitan todas las horas durante el verano, pero luego solo unas pocas veces a lo largo del día para así maximizar la duración de la batería”, explica el técnico. Emisores como estos los han utilizado ya en otros casos como juveniles o ejemplares de centros de recuperación, y “hay una experiencia muy amplia detrás que demuestra que son útiles, eficaces e inocuos”, recalca.

Pero, a una de las hembras le instalarán, además del marcador comercial, un prototipo realizado por la UPV (imagen pequeña). Este dispositivo es mucho más económico, dispone de una placas solares que recargan las baterías que lleva, y no funciona vía satélite sino por las redes de Internet de las Cosas (IOT). Así pues, no sirve para seguir un animal a 200 kilómetros de la costa, pero sí para las hembras cuando se acercan a la playa, “y ahí la podemos localizar mucho mejor porque tiene un GPS que las otras marcas no llevan, además de sensores de temperatura, movimiento, actividad y cosas así.. De hecho, confío en que si el animal está en una playa, la señal nos la dé nuestra marca y no la otra. Eso lo veremos porque la marca de satélite emite señales cuando la tortuga se asoma sobre el agua y pasa un satélite, pero el prototipo envía señales casi en tiempo real siempre que el animal esté moviéndose, y así -destaca- podemos tener un montón de señales todas las horas, lo cual es una ventaja”.

Las tortugas marinas son especies emblemáticas, “todo el mundo las ve y le hacen gracia”, sonríe Belda, “pero, aparte, son muy representativas para dar a conocer la importancia de conservar nuestros océanos. Nacen en la playa, luego están 20 años en el mar (conocidos como 'los años perdidos'), y un día vuelven a la playa. Pero durante gran parte de su vida viven en muy distintos ambientes en el medio marino, cualquier impacto que tengamos en el mar en esos 20 años se va a ver reflejado sobre ellas. Así, están sufriendo los problemas del mar: la contaminación de plásticos, la contaminación marina, la sobrepesca... Parece también que están respondiendo al cambio climático y por eso empiezan a desovar aquí, porque necesitan temperaturas más altas. Antes no criaban en el Mediterráneo occidental, pero desde hace unos diez años, se han empezado a detectar todos los años nidos o intentos de nidos en España y de ahí el interés y por eso llaman la atención”.

Y por eso también la necesidad de impulsar un proyecto como éste que ayudará a profundizar en el conocimiento de sus costumbres, la identificación de sus playas favoritas, la protección de sus nidos y la conservación de la especie.

  
Jorge Eduardo Belda (UPV) y Jesús Tomás (UV), con un juvenil de tortuga marina marcada. A la derecha, ejemplar adulto al que se la ha instalado un marcador.


Las tortugas bobas (Caretta caretta) son las más habituales en el Mediterráneo y las que están empezando a desovar en nuestras costas desde hace unos años.

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Mónica Rubio. Periodista y Bióloga.