Cada vez se detectan más casos en el litoral, sobre todo en la Comunidad Valenciana
Esperando el desove de la tortuga boba en la costa murciana
Que la tortuga boba se adentra en las arenas mediterráneas de la Península Ibérica para desovar es evocador, pero no una novedad. En realidad, el hecho se conoce desde hace mucho tiempo. Los datos se remontan cientos años y los más mayores del levante, al norte y al sur, aún refieren esporádicos encuentros con las grandes hembras saliendo del agua en la oscuridad de la noche. Lo que no había eran datos oficiales. Científicos, por así decir. Ahora, sin embargo, se están reuniendo testimonios más o menos constantes, sobre todo en la Comunidad Valenciana, donde ha habido cuatro puestas desde 2006 –la última, a principios de julio, en la playa de Les Palmeretes, en Sueca, con 89 huevos que se espera que eclosionen a finales de este mes de agosto o principios de septiembre-, y también más esporádicos en Almería, con casos en 2001 y el año pasado. Pero, por ahora, nadie las ha visto desovar en la costa murciana en esta nueva hornada, porque sí hay datos históricos en La Manga. Así que la Región se está quedando ausente de nidadas entre dos áreas más privilegiadas, a modo de sándwich. Todo hace pensar, sin embargo, que en cualquier momento las playas murcianas también pueden ser las escogidas por los quelonios, rellenando así el mapa costero de nacimientos.
Juan Eymar es técnico de Fauna Marina en la Conselleria de Agricultura, Medio Ambiente, Cambio Climático y Desarrollo Rural de la Generalitat Valenciana, y ha participado en el dispositivo de vigilancia organizado por la Asociación Xaloc de las últimas puestas detectadas en las playas de la Comunidad. Puestas “que se han descubierto por casualidad”, comenta el experto. Aunque matiza que esta casualidad, sin embargo, puede haberse visto avivada gracias a que la gente va conociendo estos casos y está sobre aviso. Así que no cree que ahora haya más puestas que antes, “sino que los testigos están más formados y concienciados y nos llama más para informar del hallazgo”, defiende.
Lo que no es óbice para que, al mismo tiempo, “la calidad del agua haya mejorado y haya una colonización de la especie”, apunta. De hecho, señala que las muestras genéticas indican que en nuestro litoral hay una mezcla de tortugas de origen mediterráneo y oceánico, como se vio en los huevos del nido encontrado en la valenciana playa de Puçol en 2007. "Así que puede ser que la especie se esté dispersando, pero no podemos comparar porque no tenemos datos de lo que ocurría antes”, aclara.
De modo que no descarta un desove en la costa murciana. El Ministerio cree que todo el Mediterráneo es susceptible. Por ese motivo, entre Barcelona y hasta Cádiz se pusieron ya el año pasado, y también éste, medidores de temperatura en las playas para la toma de datos en la época de riesgo. Están enterrados y van dando registros hasta octubre, cuando se retiran. “Así se sabe que el Delta del Ebro es el límite al norte, por el frío, y que la Comunidad Valenciana es muy buena zona porque con la temperatura que tenemos nace un mayor número de hembras”, detalla Eymar.
También desde la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia (CARM) lo tienen en cuenta. “Imagino que tarde o temprano es posible, no hay por qué descartarlo”, estima Emilio Aledo, técnico de Vida Silvestre de la CARM. Solo que aquí no existe un protocolo tan desarrollado como en la Comunidad vecina, donde hay asignada una playa segura para el traslado de los nidos y se cuenta con instalaciones para incubar los huevos. En la Región de Murcia, la intervención pasa por recoger a los ejemplares y llevarlos al Centro de Recuperación de Fauna de El Valle, situado en el Parque Regional de El Valle y Carrascoy, en los montes que circundan la ciudad de Murcia (donde sí es usual tratar ejemplares heridos). Después, la actuación consiste en "según la disponibilidad de medios, sacar la puesta o ponernos en contacto con un organismo con experiencia en estos casos, quizá hasta de otras comunidades autónomas. Si podemos asumir el desarrollo de embriones en el Valle se llevaría allí, o podríamos hablar con el Centro Oceanográfico de Murcia de San Pedro del Pinatar, del Instituto Español de Oceanografía”, sopesa Aledo, quien concluye que “luego, con un tiempo de vida, ya se vería un lugar seguro donde soltarlos”.
Las puestas en las comunidades aledañas son un dato muy a tener en cuenta para estar sobre aviso. No en vano, los expertos saben que a cosa de 15 días después de la primera puesta, las tortugas suelen volver por la zona, léase 15 kilómetros arriba o abajo, en una o dos ocasiones más. Y es que la conocida filopatria, esa tendencia a volver a desovar en el sitio donde nacieron, es bastante laxa en esta especie, abarcando un territorio de, por ejemplo, 100 kilómetros de litoral.
A ello se une que las tortugas no le hacen ascos a una playa frecuentada ni a la presencia de chiringuitos, como ocurría a finales de julio del año pasado en la cercana Torrevieja, donde ante docenas de veraneantes un gran ejemplar depositó lentamente sus huevos a diez metros de la orilla.
A la luz de estos hechos, Eymar (d) se plantea cuántos nidos puede haber en realidad por la costa. “No sabemos si hay más puestas y los tractores borran el rastro en la limpieza de la mañana”, reflexiona. Igualmente, las vibraciones del vehículo pueden afectar a los huevos, que normalmente se hallan a apenas 30 ó 50 centímetros de profundidad. Esta escasa distancia puede también favorecer que los veraneantes, sin saberlo, claven en ellos el mástil de la sombrilla y los rompan. Pero no acaban aquí los problemas, pues la sombra provocada por la sombrilla y las toallas hace que descienda la temperatura del nido, y ello provoca que la mayoría de los embriones sean machos, “cuando lo que interesa es que haya más hembras, que además pueden ser fecundadas por varios machos”, detalla el técnico.
Por todo ello, no duda en recalcar que “hay que hacer hincapié en que estamos en una zona de puestas, y desde Barcelona hasta Andalucía es zona de riesgo”.
Por eso, considera que la información a la ciudadanía es fundamental, y recuerda que ante una tortuga que sale a desovar “hay que llamar al 112 y no molestar”. Es la misma manera de actuar que en un varamiento, en el que también hay que desechar la idea de devolver la tortuga al mar porque “el animal, aunque se haya recogido en un arrastrero enredado en una red y parezca que está bien, suele estar muy estresado. Seguramente, debido a sus procesos biológicos de compresión y descompresión del aire, pueda estar hasta narcotizado y si se suelta puede morir en 24 horas. Nosotros le hacemos unas radiografías para ver el gas que tiene en su interior y saber si se la puede liberar”, explica el experto.
Pero, sobre todo, insiste en la importancia de que la contemplación de un desove o incluso de un ejemplar que se asome y vuelva al mar porque no ha terminado de gustarle la zona, no quede “en una anécdota y que nos llamen, porque saldremos a ver si hay alguna puesta por la zona”, y así podrán contar con una mayor cantidad de datos que hagan los estudios de seguimiento más fiables.
La tortuga boba (Caretta caretta) es la más abundante de las tortugas marinas de nuestras costas, a pesar de lo cual se considera que está en peligro de extinción. Suele realizar sus puestas principalmente en junio y julio, con cantidades entre 80 a más de un centenar de huevos. Ahora, hay que esperar a la eclosión, que suele producirse unos 60 días tras la nidada. Si tienes la suerte de ver salir a las pequeñas tortugas, no las molestes, facilítales el camino al agua y, sin duda, avisa al 112.
(NOTA: todas las imágenes han sido cedidas por la Asociación Xaloc, http://hermanosdesal.org/)
Vigilancia en la playa hasta el nacimiento
En la Comunidad Valenciana, ante el hallazgo de un nido de tortuga boba (Caretta caretta), una llamada al 112 hace que el equipo de Juan Eymar - técnico de Fauna Marina en la Generalitat- eche a andar.
Lo primero es contactar con un responsable que pueda acotar la zona y quedarse vigilante hasta la llegada de los expertos. Una vez que estos llegan, el protocolo permite dos acciones, que suelen ser complementarias: trasladar el nido a un destino que previamente ha sido consignado como seguro, y que en este caso es la Playa de la Punta, zona de Reserva Integral del Parque Natural de l’Albufera; y llevarse parte de la nidada a las instalaciones del Oceanogràfic de Valencia, donde los huevos se incuban artificialmente.
En la Playa de la Punta, el nido queda a buen recaudo hasta que llega el momento de instalar a su alrededor un campamento de voluntarios -de la Asociación Xaloc-, que lo custodiará y estará alerta a la eclosión de los huevos. Para ello, tendrán un ojo puesto en la nidada del Oceanogràfic, que sirve un poco a modo de 'chivato' ya que los huevos suelen progresar algo más rápido en la incubadora, aunque tampoco es raro que las fechas coincidan. El otro dato a detectar son los sonidos que emiten las crías. Éstas han ido rompiendo sus huevos, pero en lugar de escarbar una vía de escape a la superficie, se esperan hasta ser más numerosas y que una salida masiva les dé opción de esquivar a sus depredadores. Cuando están preparadas, comienzan a emitir grititos llamándose unas a otras dentro del nido, y los expertos se preparan para la salida. Una jaula sobre el nido les ayuda a contarlas, recogerlas y llevárselas al Oceanogràfic, donde también serán marcadas para su posterior seguimiento, incluso vía satélite. Se hace así porque durante un año aún tendrán el caparazón blando y estarán sometidas a muchos riesgos, pero ya tienen la impronta del terreno en el que han nacido.
Cuando tengan el tamaño aproximado de un palmo, su caparazón ya estará duro y estarán listas para ser liberadas definitivamente.
¿Quieres ser voluntario?
En la Comunidad Valenciana se ha impulsado un proyecto de voluntariado para asegurar la custodia de los nidos de tortuga boba, que se lleva a cabo a través de la Asociación Xaloc, donde Juan Eymar, licenciado en Ciencias del Mar, es director de Proyectos.
Con el último desove conocido, ocurrido pasada la medianoche del primer sábado de julio en una playa de Sueca, se puso en marcha un nuevo Campamento. Y ya es el tercero.
Aquél día, la madre dejó en la arena 89 huevos, y antes de volver al mar, fue marcada con un microchip.
Parte de los huevos, 18 en total, ya están en el Oceanogràfic, y el resto evolucionan en la Playa de la Punta, dentro de la Reserva Integral del Parque Natural de l’Albufera, donde se abrirá el Campamento el próximo 17 de agosto.
Ya está abierto el plazo de inscripción. Toda la info e inscripciones: voluntariado@hermanosdesal.org
Además, han activado el hashtag #operaciótortuga en Twitter para seguir en directo el Campamento Tortuga 2016 y publicar cualquier twitt sobre el mismo y su evolución. Y también se puede seguir la actualidad de la Asociación en @xalocmar.