Una de las tortugas que salió para desovar en La Manga. Imagen de Javier Guil Espina, cedida por la CARM.

La tortuga boba (Caretta caretta) está intentando anidar en la Región con una intensidad nunca antes vista según los datos documentados hasta la fecha. Solo en el mes de julio se han conocido seis intentos, cuatro en la zona de Calblanque y dos en La Manga, frente a la única tentativa del año pasado. La última intentona fue la noche del 30 de julio. Y se esperan más.

A la par que esto está sucediendo, la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia (CARM) ha creado la Red de Voluntariado de Tortugas Marinas en la la Región de Murcia, para vigilar la costa y proteger las posibles anidaciones, iniciativa que está teniendo una gran acogida.

Emilio Aledo, técnico responsable de Fauna Silvestre de la CARM, cree que este aumento de avistamientos en el litoral de la Comunidad no responde directamente a que haya crecido la vigilancia. La literatura sobre este fenómeno, relata, lo relaciona más bien con el Cambio Climático, de manera que “las condiciones del agua son ahora más atractivas para la especie, que hasta el momento era habitualmente migradora y no llegaba apenas a hacer intentos de desove. Pero ahora las aguas les pueden parecer adecuadas y parece que existe una mayor probabilidad de puesta”, resume. Y debido a este incremento de la frecuencia, es posible que las hembras hayan pasado de acudir solo a playas retiradas a asomarse a zonas más concurridas. Cosa que, por otro lado, no es rara en la especie: “el intento que se registró el año pasado se produjo en La Manga en una zona de copas”, recuerda el experto.

En varios de los seis conatos conocidos de este año lo que se ha detectado son los singulares rastros que deja el animal en la arena, y que suelen descubrirse a la mañana siguiente; mientras que en las otras ocasiones, como en el último avistamiento de La Manga, los afortunados espectadores del suceso han podido contemplar al animal, que sale del agua por la noche para desovar. En este caso, sin éxito.

“Es muy difícil saber el factor que desencadena la vuelta al agua de las tortugas, pero sin duda, han de estar tranquilas y sin molestias, por lo que es lógico que si no se tomen medidas opten por irse”, advierte Aledo.

A este respecto, el técnico lamenta que “hay un claro desconocimiento sobre cómo actuar porque aquí no tenemos experiencia, ni un historial... y quizá a partir de ahora sí acumulemos datos interesantes”.

A partir de ahora es, en concreto, a raíz de la creación de la Red de Voluntariado de Tortugas Marinas en la Región de Murcia. Con ella, la CARM se suma al proyecto creado en Cataluña para la detección de desoves de tortugas marinas, llamado 'Caretta a la vista' (aquí nuestro reportaje sobre el proyecto), que a su vez responde a las campañas que se realizan en España sobre seguimiento de especies amenazadas, y la tortuga boba, en concreto, es una especie vulnerable -aunque hay también otras especies en estas aguas: tortugas verde, laúd, carey, lora y olivácea, todas protegidas a nivel internacional- .

Con la implicación en esta iniciativa ha ido aumentando la experiencia de los responsables para dirigirse a los colectivos implicados y para coordinarse con ellos siguiendo un mismo protocolo. Porque en caso de que avistameinto o anidación pueden tener que entrar en acción múltiples entidades como el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de El Valle, la Guardia Civil, Protección Civil, asociaciones de la zona, responsables de un espacio protegido si es el caso... Y todos han de actuar de forma coordinada.

Por ejemplo, las fotografías del animal pueden dar información de su estado, las huellas hablan del tipo de especie... y si no se sabe si hay puesta un técnico puede analizar la imagen de la arena removida para llegar a una conclusión. Así, la CARM está en contacto con expertos del Oceanogràfic de Valencia, o de Barcelona, con la División del Mar del Ministerio y con el CSIC, que, según el caso, revisan esta información gráfica antes de tomar otras decisiones.

Y si hay anidación, hay que permitir que la tortuga vuelva al mar, balizar el perímetro, vigilarlo, y si la zona no es la adecuada quizá hasta se precise retirar los huevos y trasladarlos a un centro especializado (aquí es donde entra en juego, por ejemplo, el Centro de Recuperación de El Valle). O incluso se requiera la presencia de uno de esos expertos, alguno de los cuales, por cierto, ya ha visitado la Región previamente.

Y luego están los voluntarios. El llamamiento ha creado mucha curiosidad y muchas expectativas y su colaboración será necesaria al menos aún un mes más, ya que siempre existe la posibilidad de que las tortugas salgan a desovar en agosto.

Así que cada actuación es laboriosa. Y ahí está Aledo recogiendo todos los datos, que luego elevará al Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (Mapama). En el listado que maneja referente a todo Mediterráneo español de 2016 figuran tan solo tres casos, si bien falta el intento que hubo en la Región y cuya ausencia debe enmendar ahora. Comparado con esas cifras, los once intentos que ya se han conocido este año, desde Cataluña a Cádiz, pasando por Ibiza, suponen un gran avance.

Y en concreto, aquí, los seis de la Región generan ilusión. Por ahora no se ha detectado ningún nido pero, por supuesto, no se descarta. “Sería histórico, tenemos muy pocos casos documentados, uno en 1870 en el mar Menor. Y ahora la especie podría pasar de esporádica a más habitual en un futuro”, anhela Aledo. Además, es conocido que las crías nacidas en un lugar tienen tendencia a volver, una vez adultas, a la misma playa a desovar. “Hay mucha expectación, sería muy bonito que pudieran nacer aquí y regresaran en unos años...”. Veremos.