La espectacular vida post LIFE del garbancillo de Tallante
El garbancillo de Tallante resiste. Así se hayan sucedido meses de notabilísima sequía, que esta decidida planta se aferra a la vida, ofreciendo flores, frutos y semillas. Y ahora está “espectacular”, describe el doctor Juan José Martínez Sánchez, máximo responsable del proyecto LIFE -culminado con éxito hace ahora un par de años- que dio un nuevo impulso a esta especie endémica de la Comarca de Cartagena.
Martínez Sánchez acaba de comprobar cómo en las repoblaciones que se crearon en el marco del proyecto LIFE -un instrumento financiero de la Unión Europea destinado al medioambiente y desarrollado por la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT)- quedan cerca de 400 ejemplares, en su mayoría adultos reproductores, el estadío clave que confirma que las nuevas generaciones van por buen camino.
Salvo una, todas las introducciones practicadas tienen plantas y se están reproduciendo. Esto demuestra que, al cabo de los años, el esfuerzo que se hizo es válido. Porque el problema de las reintroducciones de especies amenazadas es que un porcentaje muy elevado, superior al 50%, fracasan. Por ello se hace necesario evaluar los resultados a medio o largo plazo y confirmar que hay nuevas semillas y germinan, es decir: que hay descendencia. En este proceso, los nuevos núcleos de garbancillo de Tallante están a medio camino, ya que los ejemplares viven cuatro o cinco años. Pero las observaciones indican que ya hay regeneración. Están, por tanto, en el camino del éxito.
A ello se unen los al menos 900 individuos que se sabe que perviven en una de las cuatro poblaciones naturales. Es un dato enorme. En los años buenos se estima que puede haber 2.000 ejemplares, aunque científicamente se cifren en unos 200 – 300 los especímenes reproductores. Esto quiere decir que el aporte de los núcleos de repoblación es importantísimo.
“Estamos contentísimos”, se alegra Martínez Sánchez. “En la mayoría de las poblaciones que introdujimos ya han salido plantas nuevas. Las semillas que dejamos ahí ya están funcionando de manera natural, germinan y recolonizan el suelo; y a pesar de las tremenda sequía, las plantas se ven preciosas, grandes, con flores...”, cuenta, tras haber participado en el censo que convocó el pasado sábado la Entidad de Custodia del Territorio para la Conservación del Garbancillo de Tallante (Ecuga) y que reunió a unos 40 voluntarios.
La alegría no es para menos. La climatología no ha sido benevolente para la vida en la zona de Tallante. Entre 2012 y 2016, años en los que se desplegó el proyecto LIFE, la planta soportó una sequía extrema. No llovía, apenas cuajaban los frutos y no había producción. Sobre todo los dos últimos ejercicios fueron muy malos. Dos años después la sequía se prolonga, pero el garbancillo de Tallante (Astragalus nitidiflorus) ha respondido bien.
Para Martínez Sánchez, “la clave está en que esta herbácea aprovecha las mínimas lluvias ocasionales mejor que ninguna otra planta”. Así, detalla cómo a finales de agosto llovió en la zona unos 20 litros “y eso ya estimuló a la planta, de manera que en septiembre brotaron los ejemplares viejos”. No volvió a caer agua hasta noviembre, cuando se registraron unos 11 litros, “una lluvia que las mantuvo”, hasta que a finales de enero llovió de nuevo alrededor de 30 ó 40 litros, que siendo asimismo lluvias muy escasas, sirven para aguantar. “Y finalmente en marzo ha habido unos días de lluvias ridículas, de cuatro, dos o un litro, pero es posible que eso también le haya ayudado mucho”, sopesa el catedrático de Producción Vegetal de la UPCT.
Los 20 litros de agua caída ya permiten que el suelo se moje hasta unos 20 centímetros, pero las lluvias de un litro no se consideran efectivas porque apenas llegan a un milímetro del profundidad, y con que al día siguiente haga viento se pierde su función. “Pero esta planta, no se sabe, quizá los pelos de las hojas concentran el rocío, que escurre hacia la base del tallo y ahí va ella tomando agua...”, sopesa el profesor. Y al rato medita también: “Creo que debe tener un sistema radicular extraordinario de grande y bien desarrollado en capas profundas del suelo, y la poca agua que haya por ahí la va absorbiendo”.
Y es que a Martínez Sánchez cada vez le fascina más esta especie. Su fortaleza le “despista”: “sufrimos porque creemos que la sequía la va a extinguir y resulta que está súper adaptada y le va muy bien”.
Quizá es que “no llegamos aún a conocerla, es misteriosa, es mágica, para mí es un milagro. Plantas como los tomillos, que son duras, leñosas, con la hoja pequeña para no transpirar, se han secado; y ésta que es herbácea, con hoja blanda, está pletórica a pesar de la sequía. Es sorprendente”, se entusiasma.
Al garbancillo de Tallante le gustan exclusivamente los suelos volcánicos. Los Pérez Bajos, el Cabezo Negro de Tallante, el Cabezo Negro de Los Pérez y el Cabezo Blanco son sus poblaciones naturales. A ellas se suman seis localizaciones donde se practicaron las introducciones, con el fin de reforzar la población natural, crear poblaciones nuevas y facilitar el intercambio genético.
Solo en una de las nuevas ubicaciones la introducción no ha tenido éxito. Y eso que, a priori, el terreno era ideal, con un suelo suelto, totalmente volcánico, fresquito para la planta y sin problemas para las raíces... Pero es el único que tiene orientación norte. Así que bien el suelo o bien la orientación, no permiten que ahí exista garbancillo con facilidad. Puede ser un camino para seguir investigando.
Todavía hoy, dos años tras el LIFE, mucha gente aún conoce al garbancillo de Tallante, no en vano miles de personas asistieron a las rutas y fueron a visitarlo. Martínez Sánchez se muestra satisfecho con el trabajo. “Lo estuvimos en su día porque se cumplieron los objetivos y ahora, después de dos años, también porque el esfuerzo de reintroducción apunta a que va a ser exitoso”.
Pero no se olvida de que "estamos ante una planta en peligro crítico de extinción y no podemos relajarnos”. Ahí va a estar, dice, la Ecuga, que “tiene que jugar un papel importante”. Hasta ahora ha organizado rutas, ha participado en riegos de apoyo, en la siembra de cereal para disuadir al conejo de alimentarse de garbancillo, en actividades de divulgación, talleres de quesería y dinamización de los productos locales y del hábitat del garbancillo de Tallante... Pero “depende del voluntariado y del esfuerzo de muy pocas personas, y necesita ayudas económicas o algún tipo de estímulo por parte de la Administración para que pueda mantener viva la llama de la conservación, de la divulgación y de acciones concretas”, reclama.
Y lo que considera realmente importante: “que la Administración lleve adelante el Plan de Recuperación, que indica que hay que recolectar semilla, criar planta en vivero y reforzar poblaciones, y el LIFE está demostrando que eso es posible” y por ello aspira a que se le dediquen esfuerzos económicos e investigación. Éste es, defiende Martínez Sánchez, el papel de los gestores autonómicos, con el apoyo de la Ecuga. Y es también el principal reto al que se enfrenta el garbancillo de Tallante en su "espectacular" vida post LIFE.
Varios voluntarios, participando en el censo de repoblaciones de garbancillo de Tallante, celebrado el pasado sábado. Imagen: Ecuga. (Imágenes no firmadas: Ecuga)
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