SOS Vencejos Murcia, manos y corazones de la Región para ayudar a esta magnífica ave

Maleni muestra algunos de los vencejos que cuida cada día (Imagen: Magdalena Ros). Al lado, cartel de SOS Vencejos Murcia, con información de contacto. Abajo, alimentando a un ejemplar (Imagen: Magdalena Ros).

El vencejo es el amo y señor de los cielos urbanos. Tras pasar el invierno en el África meridional, llega a nuestras ciudades y pueblos exhibiendo su poderío, su fornida silueta en forma de hoz y su bulliciosa banda sonora. Con un dominio insuperable de la vida aérea, pareciera que esta fuerza emplumada nunca fuera a tener problemas. Y, sin embargo, por estas fechas, todos los años, decenas de estas aves caen al suelo heridas, enfermas o debilitadas. Para darles cobijo, cariño y recuperación acaba de nacer, esta misma temporada, SOS Vencejos Murcia, que a pesar de los grandes esfuerzos de su casi medio centenar de miembros que aportan sus manos y sus corazones, solicita ayuda para dar salida a la cantidad de ejemplares que localiza diariamente.

Magdalena Ros Olivo, Maleni, está preparando la cena a sus aves cuando atiende a elclickverde. Le toca primero despachar a un jilguero y un verderón, para dedicarse luego, con paciencia, a sus trece vencejos. Acaba de volver de su trabajo como enfermera del 112 y sabe que aún le queda un rato. Pero no le preocupa y afronta la tarea con la alegría de quien sabe que está ayudando.

Se trata en su mayoría de aves jóvenes, caídas del nido, que es lo que toca en estas fechas. Se están lanzando porque los padres no vuelven con la comida, porque pasan mucho calor, o porque ya sienten la llamada de la migración, se creen fuertes y, queriendo responder a sus instintos, se aventuran fuera de su refugio sin saber que aún les faltan unos días de maduración. Y es que el juvenil que sale del nido, explica Maleni, lo hace con la mirada puesta en África, empieza su camino y no volverá hasta dentro de dos o cuatro años, ya con su pareja y buscando un lugar donde anidar.

Distinto suele ser el caso en marzo, cuando los vencejos recalan en Murcia. «Llegaron el día 31 a Lorca, lo recuerdo porque de pronto vi un muchos», rememora. En esta época, los ejemplares que se encuentran en el suelo suelen ser adultos con alguna fractura o luxación por atropellos o choques contra las paredes. El cuidado ha de ser muy atento y entre las nuevas prácticas se insiste mucho en no tratar de animar al ave a que vuele lanzándola desde la mano, cosa que se recomendaba no hace mucho. El problema, dice la experta, es que se pueda empeorar una lesión. «Si el animal está bien, ya saldrá él solo volando desde la palma», subraya.

Y la mayoría lo hacen así. Aunque luego están «los ariscos, los que no quieren ni que les toques. Les cuesta salir de tu mano incluso cuando ya han dejado de comer y los has visto por la noche aletear en su caja de cartón, apoyándose sobre la punta de las alas elevando el cuerpo, que son síntomas de que están listos. Pues ni así. Ellos prefieren salir de una superficie».

SOS Vencejos Murcia, surgida al amparo de la organización nacional, es aún una entidad joven, nacida esta misma temporada con el objetivo de atender a las centenas de ejemplares de esta magnífica ave que caen al suelo y que no pueden volar. Son ya 43 voluntarios por toda la Región, bastantes de ellos localizados en Yecla impulsados por otra fundadora de la entidad, la veterinaria Rocío Verdecillo. Allí, recalca Maleni, «caen muchísimos todos los días". Otras fuentes nos corroboran que una clínica veterinaria del lugar ha recogido ya casi 100 pollos. En Bullas una persona de SOS Vencejos Murcia ha acogido ya a 21 avecillas y, como manifestaba en las redes sociales otra voluntaria, Mari Carmen Sanz Ibarra, «en Lorca no paran de caer vencejos por el calor». Por eso, y más aún de cara a las próximas y elevadísimas temperaturas, se necesitan voluntarios.

CHARLAS Y CAJAS NIDO

Maleni ha querido compartir su devoción por los vencejos con otras acciones. Así, ha impartido charlas sobre estas aves a los alumnos de 1º de la ESO del Instituto Ramón Arcas de Lorca, donde después dirigió un taller en el que construyeron 35 cajas nido, porque con las restauraciones de los edificios, tienen problemas para localizar huecos donde hacer sus nidos, lamenta. Tras el taller, desmontaron las cajas y las embalaron de forma individual para darle a cada grupo de cinco niños un paquete con todo lo necesario: tablas, tornillos, destornillador, brocha, aceite de linaza, silueta de vencejo y plumas para el nido.

     Y como «quiero seguir dando la lata», dice, está pensando en organizar en febrero un Festival de los Vencejos en Lorca y, si puede, ampliar las charlas a otros institutos de la localidad.

Si alguien encuentra un vencejo en el suelo, eso ya es motivo de atención: los vencejos no dejan el aire más que para anidar y cuidar de su puesta. Desde la entidad asesoran a los interesados en el cuidado de la especie. Advierten de que hay un gasto de comida (solo pueden comer insectos: grillos y tenebrios) y se precisa disponer de mucho tiempo de dedicación. Es, seguro, una tarea laboriosa y comprometida para que pueda concluir con éxito. Pero «lo más importante es tener ganas», recalca Maleni.

A los vencejos se les puede mantener en una caja de zapatos durante unos 15 a 20 días. Los adultos requieren cuatro comidas al día, y los pequeños cinco. Consiste en unos 20-30 tenebrios y unos 4-5 grillos, que se les introducen con pinzas. Cada ejemplar hará saber lo que necesita ingerir: si se sacian, vomitan el exceso «por esa pedazo boca», bromea la voluntaria. Aquí, Maleni se detiene para detallar que muchos novatos en el cuidado de la especie pueden mostrar reticencias, pues hay que introducir bien las pinzas hacia adentro sin miedo, pero de un modo específico, tirando de la papada con meticulosidad para no dañar el pico ni las plumas.

No hay que darles agua, pues los tenebrios ya son muy líquidos. Eso sí, puede ser que, incluso antes de alimentarlos, se necesite hidratarlos. Para eso, hay que acercarle al animal una gota depositada sobre la yema de un dedo, el extremo de un bastoncillo o similar. No hay que abrirle el pico y hay que observar que el agua no se introduce por los orificios nasales -la narina-, porque se puede asfixiar. Simplemente se le acerca a la punta del pico. Pero, en todo caso, recalca Maleni, es un ave muy fuerte, no es como un gorrión, que se muere de estrés.

Muchos de los animales en mal estado que la gente encuentra en sus paseos acaban en el Centro de Recuperación de Fauna silvestre de El Valle, pero «son sólo cinco personas a turnos para cientos de vencejos», por eso estos voluntarios optan por cuidarlos en casa.

Y lo mejor es cuando llega el momento de la liberación, «es algo especial, no te puedes imaginar, es mágico ver cómo remonta y se junta con sus iguales. Y es adictivo, quien lo vive, repite. Una amiga dice que si se reencarnara, quisiera ser vencejo. A mí me emociona pensar en ellos», suspira.

Los vencejos (Apus apus) comen, duermen, aman y juegan en el aire. Aún están estos días con nosotros, aún forman esas maravillosas nubes de aves chillonas y contornos oscuros, que revolotean cumpliendo su indispensable papel de insecticidas naturales. El grueso de la población iniciará en breve el viaje de regreso, si no lo ha hecho ya, de manera que a finales de agosto sólo quedará alguna pareja rezagada. Mientras tanto, los vencejos lastimados aún van a requerir mucha ayuda. Y cuidarlos será una experiencia maravillosa.

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Montando las cajas nido de vencejos para el taller (esta imagen y la de la caja nido: Magdalena Ros). Abajo: nube de vencejos y detalle de un ejemplar (Pixabay).

 

Mónica Rubio. Periodista y Bióloga.