Reviven nuestros anfibios

Es tiempo de metamórficos

Es tiempo de metamórficos. Éste es un momento fantástico para visitar las pozas, muchas de ellas efímeras, y disfrutar en directo de un proceso biológico que parece magia y que esconde aún tantos secretos.

Las generosas puestas de los anfibios estimuladas por las recientes lluvias han colmado las charcas de renacuajos, que están evolucionando mostrando las distintas fases que estos animales atraviesan a lo largo de su recién estrenada vida.

Los 'cabezones' se agitan de aquí para allá, se acumulan en apretados grupos, o reposan quietos sobre el fondo, y, de cuando en cuando, si te fijas bien, en algunos se distinguen dos protuberancias a modo de plumillas que nacen de la base de la cola. A simple vista no lo parecen, pero de cerca o ampliando una fotografía, ya se aprecian perfectamente las ancas del futuro adulto.

Los metamórficos, contrariamente a lo que se suele pensar, no son más grandes que los 'cabezones'. Es justo al revés, es como si se encogieran. El acúmulo de materia se consume, y los anfibios con extremidades ocupan, en un primer momento, incluso menos que los renacuajos no transformados que los rodean.

Es una etapa fascinante: estos animales están cambiando su alimentación, dejando las algas y plantas acuáticas de las que se han surtido mayoritariamente hasta el momento -y que trituran gracias a unos pequeños dientes labiales-, para volverse cazadores. Y transforman también su respiración: el espiráculo, ese tubito que les permite aprovechar el oxígeno del medio líquido, donde es más escaso que en el aire, desaparece. Por aquí dan salida al agua, una vez que ésta ha atravesado las branquias. Poco a poco, el animal se va convirtiendo en adulto, adopta la respiración a través de los pulmones y la piel, y el espiráculo pierde su función.

Distinguir larvas de anfibios

Distinguir larvas de anfibios es todo un reto. Y en nuestro caso, en una visita al puerto de La Cadena (Murcia), es casi imposible. Narra la cartelería instalada al efecto que aquí coexisten tres especies, y las populares larvas oscuras pueden pertenecer a dos de ellas: el sapo común (Bufo spinosus -antes Bufo bufo-) y el sapo corredor (Epidalea calamita -antes Bufo calamita-), de maravillosos ojos verdes cuando es adulto, cosa que no ayuda mucho en estos momentos.

La biología de estos batracios es impresionante. Como todo ayuda, echamos mano de la bibliografía que tanto nos gusta, y nos revela, sorpresivamente, que no es frecuente que estas dos especies compartan espacio reproductivo, y en caso de hacerlo ocurre algo así como que se reparten el espacio: los sapos comunes ocupan las zonas más profundas, y los corredores, las orillas.

La reproducción en masa del sapo común tiene lugar a principios de la primavera, poco después de salir de la hibernación. Una fuente detalla que los acoplamientos se producen en el agua desde el mes de marzo a principios de abril, y otra lo extiende de febrero a mayo. Es muy complejo de determinar, toda vez que depende de las temperaturas asociadas a la zona geográfica. Varios textos coinciden, eso sí, en que esta especie tiene querencia por su lugar de nacimiento, pudiendo realizar largos desplazamientos año tras año para volver a su paraje de origen para la reproducción. Esta conducta se conoce como filopatría.

Por su parte, los sapos corredores pueden criar varias veces en los meses más cálidos aprovechando las precipitaciones. Una fuente centrada principalmente en los países nórdicos indica como acostumbrado que el acoplamiento se inicie en abril, continúe en mayo y se prolongue hasta el verano. En nuestro territorio, la temporada puede arrancar incluso en enero, aunque lo habitual es esperar al inicio de la primavera, mientras que el otoño y su proverbial lluvia conceden una segunda oportunidad para la reproducción.

Si tienes ocasión de observar las puestas obtendrás información importante, solo que en estas dos especies también son parecidas: dos largos cordones paralelos de huevos oscuros pegados por una masa gelatinosa. Se ve que la estimación de la cantidad de huevos no es tarea fácil porque influyen diversos factores. En el caso del sapo corredor, por ejemplo, el volumen de la puesta depende directamente del tamaño de la hembra. Una fuente nos indica que los cordones de esta especie alcanzan los dos metros de longitud, con 7.500 huevos, otra habla de 3.000 - 4.000 huevos, mientras que una tercera calcula que cada hembra produce entre 1.000 y 10.000 huevos. Un laberinto de números. Para el sapo común se estiman longitudes de cinco metros y hasta 8.000 huevos según un par de textos, entre 200 y 7.000 según otro y uno más apunta el rango de 3.000 a 5.000. Es curioso en este caso que, al parecer, el desagradable sabor de los embriones logra que resulten un plato menos apetecible para sus depredadores.

Los huevos de sapo común eclosionan, en función de la temperatura, una o dos semanas después de la puesta. En Murcia, éstas suelen producirse más frecuentemente en marzo, según indica un texto. La metamorfosis puede demorarse de dos a cuatro meses. Los huevos de corredor eclosionan al cabo de una semana larga, y pueden completar la metamorfosis en menos de un mes según una fuente, y tardar hasta siete semanas según otro texto. El desarrollo rápido se produce en zonas cálidas, donde la insolación amenaza con desecar pronto la charca, en la que ocupan, como hemos dicho, las zonas más someras.

Dicen las distintas guías que habitualmente consultamos, que el renacuajo de sapo común tiene motas doradas por el cuerpo, lo que lo puede diferenciar del corredor. ¡¡Nos gusta pensar que hemos distinguido al menos uno en nuestra última visita!! Os dejamos la imagen a la derecha.

Hay que mirar detenidamente, no sea que los granos de arena del fondo se hayan depositado sobre la piel de la larva y le confieran ese aspecto dorado. Así que ello obliga a esperar a que el ejemplar se mueva, nade, se traslade a otro lugar, interactúe con otra larva... para asegurarse de que las motas permanecen. ¡Y así nos ocurrió con el de la imagen! Luego hay que contrastar con el moteado de la cola -más profuso en el sapo común que en el corredor-, detalle que también logramos confirmar.

Claro que, para estar seguros, habría que haberle visto el vientre, algo que no pudimos ni quisimos hacer, o incluso medido el tamaño de la boca en relación a la distancia de los ojos... Todo un laborioso trabajo para el que, en todo caso, nos harían falta algunas horas y mucha paciencia en el estudio doméstico.

Por si os vale de algo, os dejamos la ficha-resumen que manejamos para diferenciar estas dos larvas:

 

larvas SAPO COMÚN SAPO CORREDOR
 Tamaño  Al principio, de 5 mm. Crecen hasta 3,5 cm  No más de 3 cm.
 Color  Negro brillante a pardo oscuro visto de cerca.  Negro brillante a pardo oscuro visto de cerca.
 Cresta  Comienzo a inicio de la cola. Reducida. Punta redondeada.  Comienzo al inicio de la cola.Reducida. Punta redondeada.
 Ojos  - Posición alta dorsal.
 - Distancia entre los ojos MAYOR que en el sapo corredor.
 - Posición alta dorsal.
 - Distancia entre los ojos MENOR que en el sapo común.
 Boca  - SIN motas blancas alrededor.
 - Boca IGUAL DE ANCHA que la distancia entre los ojos.
 - CON motas blancas alrededor.
 - Boca MENOR que la distancia entre los ojos.
 Espiráculo  Izquierda. Dirigido horizontalmente hacia atrás.  Izquierda. Dirigido horizontalmente hacia atrás.
 Ano  Posición media.  Posición media.
 Vientre  Oscuro.  Mancha blanca enla zona posterior. 
 Hábitat  Aguas más profundas, limpias, frescas y permanentes.  Aguas más someras, efímeras y estacionales.

Y todo ello, como ya sabéis, sin extraer al animal de su medio, porque...

Ver y no tocar

Han pasado los años y han cambiado los conocimiento y las sensibilidades. Aquella niña que se zambullía en las frías pozas de Isaba y cogía los renacuajos con sus manos regordetas para deleitarse con el tacto aterciopelado ya no volverá. Las larvas de los anfibios son sensibles a la contaminación. Además, el patógeno que está esquilmando a los anfibios se ha extendido por numerosos países, y ahora sabemos que no debemos tocar a estos animales con las manos desnudas, y que no hay que introducir elementos o aparataje en sucesivas charcas sin esterilizarlos. ¡Ni siquiera nuestro calzado! Es lo que nos toca.

Así que, eso hacemos. Y sigue siendo una gozada permanecer un rato agachados observando, tratando de ser capaz de distinguir unas motas doradas o una mancha lateral blanca, un vientre más clarito o la posición del espiráculo con la ayuda de nuestras cámaras. No es mal plan; al contrario, es un plan perfecto para los entusiastas de la paz en las salidas naturalistas. Ver, no tocar, escuchar a la naturaleza y, hoy, ensimismarse contemplando metemórficos de anfibios. 

************

TE PUEDE INTERESAR:

Protocolos que salvan vidas a los anfibios (22 Jun. 2020)     Llega un nuevo hongo más letal para salamandras y tritones (2 Dic. 2019)  Pequeñas fuentes y manantiales, el olvidado pero primordial hábitat de un anfibio singular (18 Sept. 2019)

************

Bibliografía:
+ Guía de los anfibios del sureste ibérico (2013). Proyecto Amphibia. Edit. Asociación Columbares. Online. ¡¡No te la pierdas!!
+ Guía de Campo de los anfibios y reptiles de España y Europa (2017). Edit. Omega.
+ Anfibios y reptiles. Mark Santiani. Edit. Tikal.
+ Clave de identificación de larvas de anfibios del sureste ibérico. C.González Revelles. UMU. Online.
+ Enciclopedia virtual de los vertebrados españoles. MNCN. Online. ¡Otro imprescindible!
+ Manual para el diseño de charcas para anfibios españoles. Asociación Herpetológica Española para Mitecogob. Online.

- - - - - - - - 

El único adulto que vimos fue esta rana común. Es uno de los anfibios de reproducción más tardía, alcanzando su momento álgido en abril, pero que en Murcia puede darse también en agosto o incluso septiembre. Sus larvas son más claras y la cresta dorsal se inicia bastante antes.

   

RELACIÓN DE FOTOGRAFÍAS:

  • 1. Metamórfico que ya exhibe las extremidades delanteras junto a las traseras.
  • 2. Metamórfico con solo extremidades traseras, junto a otros que aún no han iniciado el proceso.
  • 3. Comparativa del tamaño de un metamórfico con las cuatro extremidades y cola, con un dedo.
  • 4. Habitual acúmulo de larvas en pequeñas hendiduras del fondo, buscando alimento.
  • 5. Larva de sapo común, con sus tonos dorados.
  • 6. Comparativa de tamaño entre una larva sin metamorfosear y un metamórfico con cuatro extremidades.
  • 7. Rana común observada en el entorno.
  • 8. La lluvia cae sobre las pozas del Puerto de la Cadena (Murcia).
  • 9. Pozas a la entrada del Puerto de la Cadena (Murcia).
  • 10. Cartelería anunciando la presencia de anfibios en este paisaje, sus tipos y cómo comportarnos para no acrecentar los peligros al os que enfrentan.
Mónica Rubio. Periodista y Bióloga.