“El equivalente a un furtivo cazando un león es un furtivo sacando un mero de una reserva marina”
Así lo defendió José Antonio García Charton, profesor titular de Ecología de la Universidad de Murcia, en el Cine Fórum sobre Pesca Sostenible organizado por la Asociación Columbares y la Junta Municipal de Cabezo de Torres
José Antonio García Charton, profesor titular de Ecología de la Universidad de Murcia y coordinador del seguimiento científico de la Reserva Marina de Cabo de Palos-Islas Hormigas, se muestra "bastante catastrofista pero no pesimista" en relación al estado de conservación del Mediterráneo más próximo a la Región, y alerta de que “el equivalente a un furtivo cazando un león es un furtivo sacando un mero de una reserva marina”, aunque la sociedad lo percibe como algo más lejano. Así lo apuntó en el Cine Fórum sobre Pesca Sostenible organizado por la Asociación Columbares y la Junta Municipal de Cabezo de Torres el pasado viernes en la citada pedanía murciana, en el que también participaron Manuel Trives Escudero, técnico de Recursos Pesqueros y asistente técnico de las cofradías de pescadores de San Pedro del Pinatar y Cartagena, y Carmen Molina Navarro, coordinadora de proyectos e iniciativas de sensibilización ambiental de la Asociación Columbares.
García Charton lamentó que las capturas en estas aguas “han disminuido muchísimo en los últimos 50 años” no solo en cantidad, sino también en relación a la diversidad de las especies. El científico sabe de estudios que han intentado reconstruir las capturas en ese tiempo en el Mediterráneo español “y se ha llegado a la conclusión de que las estadísticas oficiales reflejan solo un 30% de las capturas reales, y no tienen en cuenta la venta del mercado negro, el furtivismo, las capturas no declaradas, la pesca de subsistencia, la ilegal, los descartes -que no es sólo lo que se devuelve al mar, sino lo que no sale pero muere en el camino- y por supuesto la pesca recreativa, que en el Mediterráneo es prácticamente del mismo volumen de captura que la pesca artesanal y de la que no se tiene ningún tipo de estadísticas”. Así las cosas, siente que "el mar ha cambiado mucho y ya no nos imaginamos cómo era hace 50 años, cómo es un mar no intervenido por el ser humano”, y considera que la pesca “ha provocado un cambio cuantitativo en cuanto a la masa pescada, y uno cualitativo en cuanto a que ha cambiado el ecosistema totalmente, y eso tiene unas consecuencias extraordinarias”. Por ello, el científico se atreve a señalar que “la situación del mar está muy mal, y la pesca es para mí la principal causante porque ha provocado cambios en el ecosistema que a su vez hacen que éste sea mucho más frágil ante otras agresiones como contaminación, especies invasoras, cambio climático o destrucción de hábitats... y los ecosistemas no son capaces de defenderse”, describe.
“Para mí, prácticamente la única manera de parar y revertir este proceso es una reserva marina, que es una manera de recuperar ese mar original”, confesaba el profesor, quien recomendaba también que “hay que proteger el mar mucho más, no por ímpetu conservacionista, sino para que siga produciendo y podamos seguir comiendo pescado dentro de 20 ó 30 años”.
Y es que García Charton contempla la reserva marina de interés pesquero “casi como un medio de producción de pescado, como una acuicultura natural”. En Cabo de Palos, dice el profesor, “a pesar del furtivismo, la biomasa ha aumentado extraordinariamente, y la pesca artesanal también”, y “estos pescados que en general desaparecen del Mediterráneo, aquí sí están y son grandes y caros, y eso favorece a esos pescadores”. Esto es así, explica, porque la naturaleza produce alimento para los propios peces. Las producciones de una reserva marina en términos de kilos de pescado por hectárea y año son mucho mayores que en acuicultura. “Es un mensaje que hay que lanzar. No es para ‘proteger los bichitos’, es una manera de producir y a la vez proteger la biodiversidad. Un ecosistema bien conservado producirá mucho más, se podrá defender de otras agresiones y limita la afección de los hábitats. Son todo ventajas”.
RESERVA MARINA
La Reserva Marina de Interés Pesquero de Cabo de Palos - Islas Hormigas está dividida en varias zonas. En una parte de la reserva no se puede entrar más que para hacer seguimiento, es la reserva integral, pero otra mucho más grande es de uso regulado para pesca artesanal, buceo y otras actividades. García Charton evoca cómo al principio “los pescadores sentían que les quitaban un sitio para pescar, ya que fue una imposición para ellos, pero ahora reconocen que estaban equivocados y ya están de acuerdo con la reserva marina”.
Y añadido a ello, entiende también esta herramienta como “la única manera de recuperar ese mar primigenio que hemos perdido” y una fórmula para defender la pesca artesanal y su valor cultural. Una pesca artesanal entendida como un conjunto de técnicas y métodos que son más respetuosos con el medio ambiente que las conocidas como artes industriales. Son métodos que, en general, gastan menos combustible, necesitan un área de trabajo menor, originan menos descartes, generan menos impactos ambientales e impulsan el empleo local. Todo ello, a la luz de que la distinción de pesca artesanal es meramente cultural, ya que la ley solo distingue artes menores de las artes mayores en relación al tamaño de la embarcación, cuyo límite sitúa en 12 metros de eslora.
Trives Escudero, técnico de Recursos Pesqueros, reconocía la dificultad de “poder saber qué cantidad de pescado se extrae del Mediterráneo”, con una flota artesanal pequeña, gente que trabaja parcialmente, con días sin declarar y en un mar que está abierto a flotas de otros países “que no declaran nada ni tienen por qué hacerlo”, y concluía que “todo apunta a que estamos cada vez peor”. Aunque a ello contrapuso que “hay otras zonas que conciernen a la pesca artesanal de bajura donde sí existen históricos de una evolución positiva en cuanto a las capturas, pero es algo tan puntual que no pesa en el ámbito global de la pesquería”.
Al respecto, el técnico calculaba que en San Pedro toda la flota es artesanal, con solo dos barcos de arrastre pero que no pescan, y los otros 66 barcos se traducirían en unas 150-200 familias “que dependen de las pesquerías de dentro de la laguna”, mientras que entre Cartagena y Cabo de Palos puede haber otras 40 ó 50 familias, en una estimación rápida.
Sobre la subsistencia de la actividad en el futuro, Trives Escudero, que es la quinta generación de una familia de pescadores, recordaba que “cada cofradía evoluciona de manera distinta”. Así, apuntó que las que tiene más proyección a la pesca del Mediterráneo se han ido transformando en las últimas décadas, enfocadas mucho al arrastre o al cerco. Cambiaron muchos artes menores “porque lo pagaba Europa” y pasaron a dedicarse a otras cosas. “Y cuando eso ha caído, pues tienes dos opciones, o vuelves a lo que estabas o desapareces”, sentencia. Mientras que García Charton añadía al problema el difícil relevo generacional, lamentando entre una de sus causas el hecho de que “la gente en general no valora socialmente a los pescadores artesanales, que atesoran un saber natural increíble y un conocimiento tradicional que heredan de sus tatarabuelos, más lo que aprenden nuevo”.
EL ESTADO DEL MAR MENOR:
El estado de contaminación por nutrientes del mar Menor repercute bastante en la actividad pesquera, reconoce Manuel Trives Escudero. "Si el ecosistema colapsa, los primeros que nos vamos fuera somos nosotros, eso lo tenemos claro", sostiene. Y explica que ahora mismo "el mar Menor está en un cambio constante. El año pasado no tuvimos crías, el anterior decidimos liberar doradas y de momento nos mantenemos en cuanto a pesquería y ahora ha vuelto a haber crías de lenguado y otras especies. El ecosistema te cambia y tú tienes que ir cambiando de la mejor manera posible", describe la situación. "Y nos afecta mucho en el precio porque la gente no sabe si este pescado se puede comer o no; si hay contaminación por nitratos, fosfatos... Al final lo que tienes es una cantidad de materia orgánica tremenda, una gran producción primaria, pero los metales pesados estaban ya de antes, y realmente el pescado no tiene ningún problema para ser consumido", aclara. En este sentido, añade que le pidieron a Sanidad Alimentaria un programa especial de seguimiento, "y hacen los análisis y todo está bien, el pescado no tiene más metales pesados. Pero es verdad que hay mucha gente que nol lo quiere", lamenta.
Otro problema al que se enfrenta esta actividad tradicional es el económico. “La pesca artesanal en la mayoría de las cofradías está prácticamente diluida, no los dejan pescar y tienen un conflicto interno. Las cofradías de pescadores son muy antiguas, en sus órganos de representación no hay ningún representante de las artes menores”, se queja Trives Escudero. El experto detalló también que “aun siendo la pesquería artesanal el 80% de la flota del Mediterráneo, cuando se reparte el dinero de las subvenciones o del apoyo para el mar, solo les llega el 20% y si llega, el resto va para las flotas grandes: arrastreros, palangreros, atuneros... y ahora también la acuicultura, que es un sector muy importante, por lo menos aquí en la Región de Murcia”, con la agravante de que “para reivindicarse, los pescadores artesanales nunca han tenido medios ni tiempo, porque no hacen otra cosa que no sea pescar. A mí me ocurre que si quiero hablar con ellos tengo que ir a buscarlos al muelle porque no pueden venir, no pueden perder un día: un día que no trabajan es un día que no cobran”.
El coloquio abordó también el papel del consumidor, aspecto en el que inciden mucho las campañas de sensibilización de la Asociación Columbares. Y en concreto, en el conocimiento de las especies marinas que viven en estas aguas. Trives Escudero describía cómo la costas murcianas “se poblaron relativamente hace muy poco, sin esa cultura de la pesca y del pescado local, del que se come”, y ello tiene como consecuencia que “el consumo de pescado termina siendo sota, caballo y rey: dorada, lubina, merluza, calamares y poco más”. Y, además, la mayoría de la población no sabe prepararlo. “Antes, pescases lo que pescases, lo llevabas a tierra, y lo vendías todo: pulpo, sargo... la gente sabía qué hacer con eso. Ahora a veces ni te lo llevas a tierra, directamente lo descartas”. La morena, el congrio, los pichis, la raya, las anguilas... no tienen salida comercial porque la gente no los conoce ni los sabe trabajar, cuenta. Pone como ejemplo el sargo, que sin embargo en Galicia es muy apreciado, y aquí no, a pesar de que tenemos muy buenos sargos. O la anguila, que desde hace 40 ó 50 años se exporta a Holanda. “Ya no hay ese mercado local, salvo familias de pescadores y de Murcia. Y cuando te los llevas, te los pagan tan barato que la cesta de corcho en que lo transportas te sale más cara”, deja caer.
Carmen Molina, coordinadora de proyectos e iniciativas de sensibilización ambiental de la Asociación Columbares, conoce muy bien la distancia que hay entre el consumidor y el mar y en eso trabaja la asociación. “No existe el mismo vínculo emocional con la tierra que con el mar, y así tratamos de acercar el medio marino a la ciudadanía”, apunta. En esta tarea siempre tratan de incorporar el punto de vista de qué puede hacer el ciudadano. “Nos tenemos que inventar actividades para, de una manera atractiva, transmitir la parte educativa, y lo estamos haciendo desde teatros que se desarrollan dentro de las pescaderías, o nos llevamos allí los artes de pesca, y a través de la gastronomía. Esta la estamos utilizando muchísimos porque la gente se centra en esas cuatro o cinco especies porque no sabe qué hacer con el resto. Así que hemos contactado con cocineros colaboradores y enseñamos a utilizar otras especies”. Uno de los talleres más espectaculares, dice, es el que hicieron con la morena. El problema es que no llegan a la pescadería. Tanto es así que para hacer los talleres, el patrón mayor les dio sus capturas accidentales, y el cocinero nunca había utilizado morena y estuvo un mes y medio haciendo pruebas antes. “Así que les decimos a los clientes que empiecen a demandar morena en los comercios; o que pidan las etiquetas para informarse de los artes de pesca, que es algo que la gente no hace, y les informamos de los beneficios que suponen, porque si lo saben quizá empiecen a exigir estas capturas en los establecimientos de restauración”. “Y ahora queremos hacer itinerarios interpretativos haciendo snorkel”, avanza la técnica.
Molina relata también que desde el principio han constatado que hay un desconocimiento elevado de la ciudadanía de qué es una reserva marina, “la mayoría cree que es un sitio totalmente intocable en el que no se practica la pesca y es algo que tenemos que desmentir en la mayoría de las actividades que hacemos”.
“El medio marino en general es desconocido porque es menos visible. Está ahí debajo, lo vemos en los documentales, pero no todo el mundo tiene la oportunidad de ver lo que hay ahí debajo y los que la tienen llegan a una distancia pequeña y por eso nos queda mucho más lejano lo que ahí sucede”, concluye la bióloga.
Previo al coloquio, que coincidió con la celebración del día Mundial de los Océanos, el Cine Fórum contó con la proyección del documental 'Regreso al futuro: el valor de la pesca sostenible', realizado en el marco de las campañas de sensibilización de la Asociación Columbares, y en el que pescadores de usos tradicionales de la zona de Murcia y Almería hablan en primera persona y en base a su experiencia, de cómo era la pesca artesanal antes, de los artes perdidos, de la evolución del sector y de su visión del futuro para una actividad responsable con el medioambiente y sostenible para el medio marino.
(NOTA: Imagen inicial: Asociación Columbares).