Una vecina de Alcantarilla, Miriam Albero Hernández, está llevando adelante su particular lucha por la supervivencia de una antigua colonia de vencejos en un viejo edificio, en desuso o utilizado como almacén desde 1990, de donde ha rescatado a la última cría superviviente para cuidarla en su casa.

El problema, relata, es que han cerrado dos veces la entrada a estas aves protegidas en época de anidamiento, hecho que es ilegal y que ha denunciado al Seprona de la Guardia Civil.

Miriam cuenta que desde hace casi 30 años, vencejos comunes y pálidos anidan dentro de las bovedillas de un edificio abandonado sin terminar de construir, situado en la calle Palmera de Alcantarilla. "Cada primavera regresaba un enorme enjambre de piruetas en el aire y silbidos que te transportaban al buen tiempo, a los días largos. Yo, como activista enamorada de estas aves, registro sus lugares de anidación protegiéndolos de su posible destrucción en un futuro".

"Esta colonia en cuestión, es la más grande que he visto después del hotel abandonado Lago y Mar, en La Manga", apunta indicando lugares señalados dentro de la Región de Murcia. Aquí, estas aves crían sin interrupción desde abril a septiembre.

Este año los vencejos llegaron a finales de marzo muy exhaustos por su viaje desde África, al que además se sumó un frente frío y mucha lluvia, lo que les dificultó la obtención de insectos. Todo ello provocó una oleada de vencejos caídos, relata la naturalista. A mediados de abril, a punto de empezar su primera puesta, cerraron el edificio con unas redes metálicas en ventanas y balcones. "Era sábado y estuve llamando al Seprona y a los agentes medioambientales sin parar: sabía que un vencejo estaba dentro. No sé qué fue de él". La destrucción, retirada o cerramiento de acceso a sus nidos y polluelos está especialmente protegido por leyes estatales y europeas, con multas desde 5.000 hasta 200.000 euros, recuerda al respecto.

El lunes abrieron, pero solo un balcón, mientras que los vencejos anidaban en ambos pisos. Volvió a llamar. En ese momento aparecieron los dueños, "sin saber muy bien qué estaba pasando" y mostrando su sensibilidad por estos animales, con los que, explicaron, nunca habían tenido problemas. Pero el Ayuntamiento les había enviado una notificación con aviso de multa, indicándoles que en un plazo determinado cerraran el edificio, ya que habían recibido quejas del vecindario por la presencia de una colonia de palomas que ensuciaba las aceras, "ignorando prácticamente todos ellos la gran y vieja colonia de vencejos, que apenas manchan ni hacen ruido", aclara.

Tras la nueva llamada, se abrieron completamente ambos balcones, "pero el dueño me comentó su deseo de cerrar en invierno, cuando terminara el periodo de cría, cosa legal en principio", advierte Miriam. Con todo, el hombre puso una instancia en el Ayuntamiento exponiendo lo sucedido y solicitando información sobre qué hacer, cuando y cómo podía cerrar. El Ayuntamiento le responde con un informe técnico del veterinario municipal, en el que se indica que "los vencejos emigran a finales de agosto, por lo cual puede cerrar en septiembre", y el dueño cumple con la orden.

Pero este verano, en concreto, las aves han anidado en este lugar desde el 18/4/22 hasta el 11/9/22, según el seguimiento de Miriam; quien "ruega" que se tenga en cuenta que "dicha autorización es nula, ya que decidir si se cierra una colonia no es competencia del Ayuntamiento si no de la Comunidad Autónoma, por lo que el edificio debe ser abierto de nuevo en marzo". A ello añade que los vencejos continuaban con su segunda nidada, "y hubieran estado criando a sus pollos hasta mediados de octubre, por lo que el informe además es erróneo".

De hecho, en septiembre ya no se veían tantos vencejos en el cielo porque una gran parte ya había emigrado. "Pero muchos aún se quedan a seguir criando su segunda puesta. Silenciosos, sin alboroto, se dedican a entrar y salir de los nidos rápidamente casi sin ser vistos para alimentar a sus polluelos", avisa. Así, el pasado 14 de septiembre, caminando por la zona, vio el edificio cerrado de nuevo. "No sé cuantos días llevaba así", apunta. Llamó de nuevo al Seprona: "era mediodía y no conseguí contactarles. Había que actuar rápido, esta vez había crías dentro. ¿Cuántos días habrán intentado entrar los adultos con sus bocas llenas para alimentar a sus hijos?", se inquietaba, para agregar que "le escribí a un vecino del edificio rogándole que mirara desde su casa buscando algún polluelo, que teníamos que salvarlos. En efecto. Ve a las crías. Por suerte, este hombre conocía al dueño y no tardó en llamarle y pedirle acceso para sacar a los pollos y traérmelos. Agradezco su colaboración; y me transmitió su deseo de no cerrar. No sé cuántos murieron, pero la tristeza en sus ojos me lo dijo todo…", cuenta, y lamenta que "los pollos de vencejo se habían lanzado de sus nidos hacia el suelo del edificio, desesperados por no recibir alimento en cuatro días".

Viaje de los polluelos a Lorca

Tan sólo dos pequeños seguían con vida cuando entraron. "Rápidamente me los llevé a casa y tuve que administrarles fluidoterapia, estaban totalmente deshidratados y desnutridos. Sabía que iba a ser casi imposible salvarlos". Para pedir consejo, llamó a la representante de SOS Vencejos en Lorca, Magdalena Ros Olivo, Maleni, "que tiene más experiencia". En menos de una hora, una voluntaria los recogió y se los llevó a casa de Maleni. Uno falleció a las pocas horas, de madrugada, y "el otro ha conseguido salvarse". Después de tres días lo tenía de vuelta en casa, y allí pasó varias semanas recuperándose. Es un milagro: tenía muchas ganas de vivir. Es el último descendiente de la colonia y él me ha demostrado que no podemos dejar de luchar". Miriam no ha querido contar su lucha hasta que este pequeño ha recuperado fuerzas y ha podido ser liberado, inciando su viaje migratorio a África, donde pasará el invierno y desde donde, si todo va bien, volverá el año próximo.

Los vencejos son muy fieles a su lugar de anidamiento "y en una colonia tan grande, el hecho de encontrar sus nidos cerrados puede hacer que no vuelvan a reproducirse nunca más. Y nuestro cielo no se llenará de silbidos de verano, y no se comerán las plagas de pulgones, moscas y mosquito tigre", detalla la naturalista.

Por todo ello, la joven solicita "que se proteja tanto a la colonia en los años venideros, como al dueño del edificio". Y como sugerencia ante los posibles cerramientos de edificios que albergan colonias de estas aves, la activista apunta la instalación de un poste alto con cajas nido en la cima, cerca de la entrada al inmueble, para que los vencejos que perdieron a sus hijos tengan un lugar donde habitar la próxima primavera. "Con un poste con cajas nido junto al edificio podemos evitar que el año que viene sea más triste para ellos, más aún de lo que ha sido perder toda su generación". "Construyamos juntos una esperanza para ellos. Una gran torre de cajas nido. Son nuestro patrimonio natural", anima Miriam Albero, a los pies de una colonia de vencejos de al menos 30 años de historia.

 

 

   Vídeo elaborado por Miriam Albero (modo silencio), sobre    la colonia y los cuidados a los vencejos.

 

 

 

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Mónica Rubio. Periodista y Bióloga
2022-10-25