Vivimos rodeados de paisajes. Ése, más que ningún otro término, define el lugar en el que nos desenvolvemos. Y puestos a definir, el Convenio Europeo del Paisaje incluye prácticamente todo lo que nos rodea y donde nos movemos: áreas naturales, rurales, urbanas y periurbanas, incluyendo zonas terrestre, marítima y las aguas interiores y tanto enclaves de belleza excepcional como los cotidianos o degradados. Así está la cosa. Y es que si hablamos de naturaleza con la idea de suelo apenas hollado por el hombre, lugares vírgenes, foresta inmaculada y ecosistemas primigenios... pues al menos en la vieja Europa va a ser que no. Y ni en el nuevo continente: les recuerdo ese trabajo del CSIC en el que defienden que los bosques húmedos tropicales "supuestamente prístinos" de los Andes son, por así decirlo, de segunda generación, tras ser arrasados por sus primeros moradores, de lo que tardaron en recuperarse al menos 130 años (Los bosques nublados de Ecuador no son vírgenes y sufrieron una gran deforestación por la agricultura indígena). Así pues, más que naturaleza, lo que tenemos es paisaje -y ninguna fecha mejor que ésta, en la que se celebra el Día Internacional del Paisaje, para recordarlo-. Lo cual no quiere decir que podamos despreciar el poco horizonte que tenemos que se acerca a la naturaleza. De hecho, es todo lo contrario.

Un reciente congreso celebrado en el delicioso pueblo de Ojós, en la Región de Murcia, ha tenido al paisaje como protagonista. Ha sido el I Congreso Internacional de Arte, Naturaleza y Paisaje en el Mediterráneo, bajo la dirección científica de Juan García Sandoval, conservador de Museos de Murcia y director de Programación del Museo Regional de Arte Moderno. Por él han pasado varias decenas de artistas con unas iniciativas absolutamente inspiradoras sobre cómo hacer recaer la atención en el entorno que nos rodea y me han hecho descubrir la, seguramente, mirada más delicada que se puede posar sobre él. Ha sido todo un hallazgo. En el Salón de Actos del Centro Cultural de Ojós se han compartido grietas en la tierra estéticamente suturadas con costuras vegetales que han evitado la erosión e impulsado su relleno; un futuro Indalo que en breve florecerá vistoso; una mina recuperada para la visita; el Tajo portugués surcado por un legendario barco a punto de perderse en la memoria; la fuerza expresiva de una textura vegetal, nuevas ideas para paisajes salineros; las grutas, el mar, las marcas del esparto en las manos... Y la Iglesia Parroquial de San Agustín ha acogido la biocaústica del canto de las ranas, por ejemplo.

Todo ello, y mucho más, modelado en forma de obras, instalaciones o intervenciones artísticas que revitalizan la conciencia ambiental, que unen el paisaje a sus habitantes generando nuevos vínculos emocionales, que recuperan espacios degradados, que ensalzan los olvidados... y que, muchas veces, ponen el dedo en la llaga. Lean los nombres de sus autores en el programa del Congreso, ojeen sus proyectos en las preactas ya difundidas y, si pueden, asómense de vez en cuando a sus trayectorias. Verán que trabajan, en la mayoría de los casos, con una extremada sutileza y una cuidada elegancia.

Acordándome de aquéllos no tan cuidadosos, yo he tenido la suerte de participar para reclamar que toda acción artística sea respetuosa con el medio y no introduzca afecciones nuevas al entorno, que bastante tiene. Hablo de esa costumbre de llevarnos la naturaleza en los bolsillos, en lugar del cerebro o el corazón. A mi entender, la experiencia ha de ser 'metafísica', etérea, viva en el recuerdo, y, cuando acaba, no implicar para el espectador más allá de una fotografía o un dibujo aspirado del aire. Les recuerdo que hace 20 ó 30 años se animaba a los niños a coger caballitos de mar del mar Menor como experiencia. Vista la falta actual del singular pez en la laguna, me pregunto si los adultos que son hoy esos niños consideran que aquello fue una buena experiencia, o quizá les turba un poco el alma... Al hilo de esta intervención allí se discutió de leyes, del uso de pinturas en el entorno natural, de barnices, de podas y talas, de materiales introducidos, de la huella ecológica de la obra... Toda una fascinante dimensión aún poco escrutada de la práctica artística en la naturaleza, que abre posibilidades de fecundas relaciones entre dos mundos que parecían más alejados y que no lo están en absoluto, y si me apuran, hasta nuevas disciplinas laborales en las ya llamadas 'humanidades ambientales' donde el naturalista tiene cabida, por ejemplo, como asesoría o en el suministro de materiales inocuos.

Los actuales conocimientos nos llevan a cambiar ciertas actitudes y a mantener una respetuosa distancia prudencial, no sea que ese objeto que retiramos del medio sea valioso para el ecosistema, no sea que ese material que introducimos sea perjudicial. Y muchas de las propuestas que se han paseado por el I Congreso Internacional de Arte, Naturaleza y Paisaje en el Mediterráneo fomentan este tipo de experiencias respetuosas, sutiles e inteligentes que tanto te colman el alma como te nutren el intelecto, y que te descubren esa fina, sorprendente, necesaria y, definitvamente, delicada mirada al paisaje.

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Mónica Rubio. Periodista y Bióloga
2018-10-20

 

  • Juan García Sandoval, durante la inauguración del Congreso. Imagen: Congreso Internacional de Arte, Naturaleza y Paisaje en el Mediterráneo
    Juan García Sandoval, durante la inauguración del Congreso. Imagen: Congreso Internacional de Arte, Naturaleza y Paisaje en el Mediterráneo .
  • Varias ponencias. Imagen: Congreso Internacional de Arte, Naturaleza y Paisaje en el Mediterráneo
    Varias ponencias. Imagen: Congreso Internacional de Arte, Naturaleza y Paisaje en el Mediterráneo
  • Los asistentes, disfrutando de un paseo por Ojós, que en 2017 fue elegida para celebrar el Día Internacional del Paisaje. Imagen: Congreso Internacional de Arte, Naturaleza y Paisaje en el Mediterráneo
    Los asistentes, disfrutando de un paseo por Ojós, que en 2017 fue elegida para celebrar el Día Internacional del Paisaje. Imagen: Congreso Internacional de Arte, Naturaleza y Paisaje en el Mediterráneo.