Un joven naturalista de Murcia rescata animales en sus salidas campestres y salva casi 200 gallipatos atrapados
Conrado Requena, un joven y reconocido naturalista de la Región de Murcia, cuenta entre sus aficiones la costumbre de ir rescatando a los animales silvestres que se encuentra atrapados mientras pasea por el monte. El curioso pero fructífero hábito le ha llevado a liberar, a lo largo de los últimos años, a decenas de ejemplares de todo tipo de especies, y le ha permitido además localizar importantes puntos negros para la fauna en España. Tanto así que en una salida llegó a recuperar casi 200 ejemplares de gallipato, un curioso anfibio -de hecho, el mayor con cola que vive en Europa- del que aún no se sabe mucho; y no es el único ejemplo concurrido. Requena, que ya era conocido y respetado por aficionados y profesionales, se ha hecho aún más popular por compartir estas experiencias en las redes sociales, y muchas son las ocasiones en las que los simpatizantes de la causa le llaman para colaborar con él en estas salidas. “Creo que todo el mundo debería informarse sobre el problema de estas trampas de caída, que en algunos casos es bastante grave y puede llegar a extinguir poblaciones enteras de algunas especies, y ayudar en medida de lo posible a los animales atrapados”, defiende el estudiante de Ciencias Ambientales.
Polluelos, lagartijas, lagartos, culebras, sapos, ranas… y también mamíferos como corzos, jabalíes, zorros, liebres, erizos, musarañas o roedores están en su larga lista de animales atrapados con los que se ha topado en sus paseos. Los ejemplares suelen caer en construcciones humanas de imposible salida para ellos, como aljibes, acequias, balsas o pozos. Calcula que ha atendido a más de un millar de ejemplares, principalmente herpetos (anfibios y reptiles) de al menos 14 especies diferentes. Respecto a los mamíferos detalla la salvedad de que, al necesitar alimentarse más a menudo, no resisten su cautiverio y los encuentra casi siempre muertos. De hecho, que recuerde, mamíferos aún con vida solo ha sacado un conejo. De ahí la importancia de señalar estos lugares como ‘puntos negros’ para la fauna.
Puntos negros como el que se encontró en Caracuel de Calatrava, en Ciudad Real, a donde acudió en octubre de 2010 con Pedro Domingo Martínez, del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de El Valle, en Murcia. “Visitamos el pueblo ya que un chico de la zona llamado José nos avisó de la gran cantidad de gallipatos (Pleurodeles waltl) que veía en el pueblo y que muchos de ellos se los encontraba atrapados en distintas construcciones. En una tarde estuvimos mirando arquetas, construcciones en obras… y conseguimos rescatar 171 gallipatos, además de cinco sapos de espuelas y una rana común. Eso era un espectáculo. A estos animales los soltamos ese mismo día en las orillas de la Laguna de Caracuel, cerca del pueblo”, rememora.
Sitúa otro, en concreto un aljibe, dentro del Parque Regional de Calblanque, Monte de las Cenizas y Peña del Águila, en la Región de Murcia, que ha visitado en varias ocasiones y donde ha encontrado ejemplares de culebra de herradura, culebra lisa meridional, lagarto bético, sapo corredor… “y me ha servido para enseñar el problema de estos puntos negros de caída a varias personas interesadas por la naturaleza”.
QUÉ HACER SI TE ENCUENTRAS UN ANIMAL ATRAPADO
Hace falta un profundo conocimiento y una larga experiencia para saber cómo actuar ante un animal atrapado. Si se tienen dudas, Conrado Requena explica que lo mejor es no hacer nada, llamar al 112 o al Centro de Recuperación de Fauna Silvestre más próximo y seguir sus indicaciones. Igualmente, si se tienen dudas de si un animal está atrapado o no, recomienda avisar a algún grupo ecologista local, donde sabrán si el animal es capaz de salir del lugar por sí mismo. Y echar fotos del animal y de la estructura donde se cree que está atrapado.
Otro aspecto importante es mirar dónde se va a soltar al ejemplar. “Si sacas a un animal de una balsa, un lagarto bético por ejemplo, lo sueltas a pocos metros y no has puesto ninguna rampa para que los animales que caigan puedan salir, es muy probable que el animal rescatado vuelva a caer”, advierte. También hay que evitar soltarlos cerca de carreteras, viviendas y otros lugares donde corra un alto riesgo de morir por causas antrópicas.
Además la época del año y la hora del día puede influir en si es adecuado o no hacer un rescate. “Puede ocurrirte que un día de verano al mediodía encuentres varios sapos corredores y ranas comunes de una balsa donde están atrapados, pero esa balsa tiene un poco de humedad y están cobijados. Si sueltas a esos sapos corredores y ranas comunes en una zona que no tiene sombra ni sitios fáciles para resguardarse, es más probable que mueran tras ser liberarlos en esa zona sin refugio, ya que están expuestos al sol, que dejándolos más tiempo en la balsa”, aclara.
Y también hay que saber reconocer especies protegidas. En su caso, ha rescatado algunos ejemplares de sapo partero bético, que es una especie endémica de algunas sierras del sureste ibérico y está catalogada a nivel mundial por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como vulnerable. Si encuentras una especie protegida atrapada y tienes cualquier duda de si es legal manipularla, o de si le puedes hacer algún daño, una buena opción es llamar al 112, explicarles la situación y que ellos recomienden con quién ponerte en contacto o qué hacer.
En caso de haber sacado ya al animal, tanto si es una especie sin ningún grado de protección legal como si la tiene, y se intuye que está débil o herido, lo mejor es llamar al Centro de Recuperación de Fauna Silvestre más cercano. Si llamas al 112 te pueden decir el número del Centro o pasarte directamente con alguien del mismo, y una vez en contacto con ellos, habrá que ver si el personal del Centro puede recoger al animal o debes acercárselo tú mismo a las instalaciones.
Porque aunque comenzó esta actividad como una afición solitaria y espontánea, lo cierto es que al hacerla pública en las redes sociales cada vez más gente se une a sus salidas, y hasta lo avisan de posibles enclaves en los que sospechan que hay fauna por rescatar. Constantemente, conocidos y desconocidos le llaman o le remiten un mensaje diciendo que han visto tal o cual animal atrapado “por si te puedes acercar a sacarlos”. O él mismo encuentra un comentario en Facebook sobre algún animal atrapado, y allá que va.
Aunque Requena explica que, en realidad, éste no es habitualmente el objetivo de sus salidas campestres. Cuando sale, le gusta ‘bichear’, ver el paisaje, caminar… “pero como reconozco los sitios donde caen, suelo asomarme a mirar”, deja caer. El primer vistazo lo dirige al límite entre la pared y el suelo de la trampa, y a las esquinas. El segundo, a buscar refugios tipo piedras, escombros o agujeros, que es donde se esconde la fauna atrapada. Y añade que puntos negros “hay miles, por toda España, por todo el mundo”.
Como murciano que es, de Cartagena concretamente, se pasea principalmente por la Región de Murcia, pero cuando viaja a cualquier destino, “si encuentro algún animal atrapado en una balsa, una acequia… si tengo oportunidad de liberarlo lo saco de la trampa”, asegura. Y, hasta el momento, la gente ha aceptado bien esta afición. “Acaso una vez en un pueblo una persona me miró extrañada: ‘¿Qué vienes a buscar anfibios?’, me preguntaba”, se sonríe.
Y una vez liberado el animal, hay que solucionar el problema de la trampa. En algunos casos, avisando a asociaciones ecologistas o a los dueños de la instalación para comentarles el riesgo que tiene este tipo de estructuras, y en otros, actuando directamente construyendo una rampa de salida provisional con piedras, escombros, maderas, tierra… para que los animales que caigan en el futuro puedan salir. No es un asunto baladí: “algunas de estas construcciones, con solo hacer una rampa de salida, pueden transformarse en un momento de trampa mortal para la fauna a un refugio o un punto de cría para animales como los anfibios”, asegura.
Requena defiende que todas las especies merecen ser sacadas de sus encierros involuntarios. “Que estén atrapados es una lástima, pero a su vez es un indicador de la vida, nos habla de la fauna que habita la zona”, apunta. Además de que liberarlos “es positivo tanto para el animal rescatado como para el medio ambiente en el que vive”, y eso es lo que en realidad le mueve. Y todo le vale, porque ha liberado hasta escolopendras o ninfas de libélula. “Siempre que se pueda, se intenta ayudar, aunque no sean animales estéticamente bonitos o ‘con buena fama’. La escolopendra la saqué de la construcción donde estaba atrapada, ya que no podía salir, y la solté en los alrededores. En cuanto a las ninfas de libélula las solté en un punto con agua a unos pocos kilómetros porque el agua de la balsa donde estaban se había secado completamente y sin agua no pueden desarrollarse y mueren”, recuerda el también coordinador territorial del interesante proyecto Biodiversidad Virtual.
Pero manejar animales no es fácil. La escolopendra tiene una mordedura peligrosa. En este sentido, su vasto conocimiento le ayuda a lidiar con estos encuentros. “Nunca me he sentido en situación de peligro por los animales que he sacado. Con animales venenosos como la escolopendra, lo único es estar atento en todo momento para evitar que en un descuido llegue a morderte. A animales como las serpientes mucha gente les tiene aún muchos miedos irracionales y creen que son más peligrosas de lo que en realidad son, sobre todo las especies de la península Ibérica que son generalmente poco agresivas y la mayoría carecen de veneno. A menudo lo más peligroso, sobre todo si vas solo, es entrar a una balsa o un aljibe y quedarte atrapado”, advierte, y recuerda que en varias ocasiones se he quedado, por ello, con dudas de entrar o no en algunas construcciones.
Sus conocimientos le ayudan asimismo a distinguir cuándo debe actuar, porque en la naturaleza los animales no son tan desvalidos como en ocasiones aparentan. Al respecto, señala que hay géneros que aunque de primeras puedan parecer estar atrapados, en realidad pueden escapar de estos lugares, como las salamanquesas, que pueden salir de la gran mayoría de construcciones aunque éstas tengan las paredes verticales.
Y a ello se une que hay animales que suponen un riesgo para el ecosistema, por lo que a veces surgen dudas de qué hacer con ellos. Aquí enumera al cangrejo de río americano, al galápago de Florida, al gato doméstico… En caso de sacarlos de la trampa, y según la especie, recomienda quedárselo y cuidarlo como una mascota, o bien depositarlo en algún centro de acogida, “pero a estas especies catalogadas como exóticas invasoras nunca hay que dejarlas en libertad”, insiste.
A Requena, que aglutina un enorme conocimiento del medio natural y de la vida silvestre, le encanta perderse por los campos y los montes. Estudiante de Ciencias Ambientales, ha ralentizado sus avances universitarios para tomarse la vida con otro ritmo. Prefiere el campo a las aulas, es frugal, habla pausado y da cuenta de todo lo que ve en sus rutas camperas en las redes sociales y particularmente en su blog SaLiDaS a La NaTuRaLeZa (así lo escribe). Y en concreto, esa labor rescatadora se ha hecho muy popular. Y es que lo narra así de intenso: “Suelta de una culebra de herradura (Hemorrhois hippocrepis) juvenil que está a punto de mudar la piel. Estaba atrapada en un aljibe en Calblanque. Aunque hizo varios amagos de atacar en el momento de cogerla dentro del aljibe en esta ocasión no llegó a morder y, como podéis ver en el vídeo, nada más soltarla lo primero que hace es huir”, relata en una ocasión. O “Algunas fotos de ayer por la tarde en los alrededores del Parque Minero de La Unión. Marramiau Miau (María del Mar) y yo fuimos a intentar sacar algunos animales atrapados en una balsa y otras construcciones. En total sacamos: de herpetos alrededor de 100 sapos corredores metamórficos y un lagarto bético juvenil, y de invertebrados alrededor de 20 ninfas de libélula (estaban ya sin agua escondidas bajo piedras o en el barro) y una escolopendra. Al lagarto bético y a la escolopendra los soltamos en los alrededores, a las ninfas de libélula y a los metamórficos de sapo corredor algo más lejos ya que no vimos sitios que nos parecieran adecuados cerca”. Y explica la importancia de la reparación de estos puntos negros: “Otra de las muchas trampas para los reptiles y otros pequeños animales que encontré ayer en el Collado de Ponce. En esta ocasión había atrapadas 3 lagartijas colilargas y 2 lagartijas de Edwards, las cuales saqué. Después hice un par de rampas con ramas y piedras para que en el futuro los animales que caigan puedan salir”.
Lo vive, le apasiona, se nota y lo contagia. No en vano, la afición rescatadora le viene de lejos. “Recuerdo que desde niño ya lo hacía alguna que otra vez, y tengo intención de seguir haciéndolo y de que otras personas se animen a hacer este tipo de actos cuando salgan de excursión y encuentren animales atrapados”, anima este ambientalista en ciernes, que en el futuro, seguro, tendrá mucho que aportar a esta disciplina.
Izq: rescate de gallipatos (Pleurodeles waltl) en Caracuel de Calatrava. Der: sapos corredores (Bufo calamita) en el momento de su liberación.
Izq: balsa donde estaban atrapados los sapos corredores y las ninfas de libélula. Der: colocación de ramas y piedras a modo de rampa para que la fauna que caiga en el futuro pueda salir.
Izq: escolopendra (Scolopendra cingulata) en el momento de su liberación. Der: lagarto bético (Timon nevadensis) juvenil, aún atrapado.
Conrado Requena, con lagarto bético rescatado de una balsa y una guía de anfibios y reptiles de Europa, una de sus muchas lecturas sobre naturaleza. (Primera imagen: Requena, investigando una posible trampa de caída).