Un estudiante entre el rebaño

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Antonio Contreras llegando a la Sierra del Segura con los trashumantes de Pontones. Imagen: Félix Palomares García.

Si la lluvia (en este caso, por presente) lo permite, la Universidad de Murcia (UMU) convocará este año sus primeras prácticas de trashumancia para estudiantes de Veterinaria. El desafío consiste en acompañar a los pastores en la travesía que conduce a su ganadería ecológica hasta los pastos de verano. Un fascinante viaje que arranca entre mayo y junio, transita por gastados senderos, conecta dos espacios protegidos y alambica un saber ancestral. Una experiencia humana en la que el estudiante tendrá una ocasión única de mezclarse entre el rebaño e introducirse en un estilo de vida que ya está desapareciendo.

La vereda escogida (‘vereda’ es como llaman los ganaderos a este camino trashumante) parte de las dehesas de Sierra Morena, en el Parque Natural de la Sierra de Andújar, y culmina en Santiago de la Espada, en el Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas, lindando por el Noroeste con la Región de Murcia. A lo largo de estos casi 240 kilómetros, que se recorren en unas doce jornadas, los alumnos se rodearán día y noche de un mínimo de unas 700 ovejas segureñas, que es el tamaño medio de un rebaño de Santiago de la Espada. Aunque, habitualmente, en cada partida se juntan dos o incluso a veces tres rebaños con sus perros, sus caballerías y sus vehículos de apoyo, y en ocasiones pueden contratar a personal de refuerzo. Ésta suele ser la comitiva completa.

pastos-composicion-png.pngY ése será el medio, más real imposible, en el que el estudiante se va a familiarizar de toda la problemática que rodea a un rebaño trashumante ecológico, desde los aspectos sanitarios a la gestión de manejo del rebaño: en qué condiciones van los animales, permisos sanitarios, un posible aborto, que un animal se rompa una articulación
-contratiempo que afecta principalmente a las manos cuando bajan por algún terraplén entreverado de raíces y el ganado empuja desde arriba...-, o que una oveja se meta por una cerca rota, en cuyo caso hay que sacarla porque luego no puede alcanzar al rebaño y quedaría aislada.

Además, camino al agostadero, los pastores tienen que ir improvisando situaciones de cada día, porque la etapa no sale siempre según lo previsto. Como cuando no se presenta la Guardia Civil y no se ha cortado la carretera, o se llega al cruce antes de tiempo…, en esos casos el ganado necesita igualmente comer, beber y tener un sitio para descansar por la noche, y a eso, y a todo, hay que darle solución sobre la marcha.

Y luego está la relación con los perros, sobre cuyas cuatro patas recae gran parte del éxito de la jornada. Suele haber dos o tres perros pastoriles, que guían el rebaño, y los mastines, de menor alzada que los del norte porque aquí ya no hay lobo que ahuyentar. Pero ágiles y avispados.

Para esta travesía hay que estar preparado físicamente porque en ocasiones las condiciones son duras, cuenta Antonio Contreras, catedrático del Departamento de Sanidad Animal de la Facultad de Veterinaria de la UMU y tutor en estas futuras prácticas. El verano pasado, recuerda, hizo un calor tremendo en estas fechas, y lo suyo es estar todo el día caminando, salvo las horas centrales en las que el hato de rumiantes se para. “Porque cuando el rebaño dice de no avanzar, no avanza”, sonríe. Ése es el rato que aprovechan los ganaderos para comentar los problemas que han ido surgiendo, descansar, alimentarse… y cuando el calor de la tarde empieza a aflojar, las ovejas, que son autónomas y ya se lo saben, se ponen en marcha deseosas de llegar a sus pastos. Al final de la jornada toca aprovechar los últimos rayos de luz, y estos días son muy largos, de forma que entre el aseo, la organización del campamento y demás trasiego, se termina muy tarde, a eso de la media noche; y a las 5:30 de la mañana hay que estar otra vez en marcha. “Así que las circunstancias son realmente complicadas”, avisa. Por eso, y porque los ganaderos no pueden estar pendientes de la nueva compañía sino de sus ovejas, sabe que hay que llevarlo todo controlado y ser autosuficiente, razón por la cual los universitarios, que irán como mínimo de dos en dos, dispondrán de un vehículo de apoyo con equipaje y dormirán en tiendas de campaña.

Pero, sobre todo, para Contreras lo fundamental es la experiencia humana que supone ver a los ganaderos trashumantes “que son herederos de una cultura ancestral” y observar cómo aplican esos conocimientos, “esa logística tremendamente compleja y esas costumbres enriquecedoras”, y estar en contacto con un sistema que está desapareciendo. “Me gustaría que, durante el tiempo que persista, se pudiera recabar esa experiencia y que no desaparezca sin que haya testigos que la podamos documentar”, reflexiona. En este sentido, la idea completa incluye que los alumnos hagan exposiciones y que cuenten sus experiencias con datos técnicos, de producción e incidencias, pero también de escucha y extrayendo información de la vida de los pastores.

llegando_al_agostadero-2_pie_0.jpgContreras ha sido el impulsor de esta iniciativa tras conocer la experiencia pionera en este campo de la Universidad de Zaragoza, donde llevan ya seis años bajando desde la Sierra de Albarracín a Sierra Morena. Y “teniendo en cuenta que en el límite de la provincia tenemos un núcleo ganadero trashumante con casi 30.000 cabezas de ovino segureño que trashuman en invierno a Sierra Morena, y con los que tenemos contacto por otros estudios, me pareció una oportunidad”, explica.

Se hará realidad en mayo “si la sequía no persiste”, anhela Contreras. No es una cuestión baladí. La vereda reciente de noviembre, la que llaman de bajada, han tenido que hacerla en camiones porque no había fuentes de agua para que el ganado pudiera abastecerse. No había agua en todo el recorrido. “Espero que para la primavera la situación haya cambiado y puedan volver a pie, porque si no es así habría que suspender la actividad”, lamenta.

Si todo sale bien en verano, la idea es ofrecer también la convocatoria de invierno. En esa vereda, en la de noviembre, los días son más cortos, pero se camina toda la jornada y la climatología suele ser más incómoda. Los pastores llevan un remolque con sus colchones y todos los pertrechos que necesitan, como un toldo para cobijarse o tiendas de campaña, y hay hasta quien incluye una autocaravana. Además, esa fecha les va mejor a los alumnos porque no tienen exámenes, como sí ocurre en junio.

Esa doble convocatoria es lo que desea el profesor, para quien el intercambio no solo es beneficioso para al estudiante. “Creo que va a ser positivo también para el pastor porque en Zaragoza dicen que se sienten muy acompañados. Son muchas horas en el monte y tener gente joven alegra y acompaña; les pueden contar sus leyendas y tradiciones, y se sienten importantes porque tienen alguien que les escucha con atención. Les hace sentirse valorados. Cuando los estudiantes se dan cuenta de lo complejo que es todo, al final los tratan con admiración. Aquí nos gustaría hacerlo tan bien que los pastores nos soliciten la actividad los siguientes años. Incluso estamos viendo la posibilidad de compensarles por su trabajo con una ayuda económica”, sopesa.

LA TRASTERMINANCIA

En la Región de Murcia no hay trashumancia, pero hay algunos pocos ganaderos que mueven sus animales todo el año en pequeños desplazamientos por zonas de pastizales. Es la trasterminancia, y se denomina así cuando el trayecto no supera los 100 kilómetros.

Los ganaderos de Santiago de la Espada se conocen todos. Hay unos 50. En la Feria de La Carolina, en Jaén, a principios de mayo se reúnen -y quienes no están presentes se comunican ya por whatsapp, aunque la inmersión tecnológica, dice Contreras, “sigue siendo uno de sus grandes retos”-, y se organizan para ver cuándo va a salir cada uno de ellos, porque no pueden coincidir. Si lo hicieran a la vez agotarían los recursos, así que tienen que ir dejando un tiempo para que se recupere el pastizal. Además, si se mezclan las cabezas es un desastre porque tienen que buscar instalaciones para ir separando las ovejas y pierden en ello uno o dos días. Así que cada rebaño tiene que ir con su ganadero y sus perros pastores. “Ellos mismos establecen un calendario en base a cómo ha venido la lluvia, y si se retrasa, esperan, y si se termina el pasto, tienen que venir. Es una ganadería realmente en conexión con la naturaleza y los recursos”, detalla el también doctor en Veterinaria. Pero nunca saben cuándo van a salir hasta una semana o 10 días antes.

En la Región la trashumancia se perdió en los años 80. Desde Santiago de la Espada venían a la invernada al interior de Murcia, hasta el Campo de Cartagena y Mazarrón. Usaban la Vereda de Poniente, en realidad una sucesión de distintas vías pecuarias que han transitado los trashumantes. Con la agricultura intensiva, narra el catedrático, han dejado de encontrar pastos que puedan alquilar. “Pero sí que teníamos tradición de ver a los trashumantes en la Región. Murcia ha sido siempre zona de invernada”, evoca. Además, como desde el punto de vista de la oveja, la paridera más grande se hace en la invernada, las ovejas, cuando llegaban la Región, en cierto modo llegaban a casa.

Aquí venían también de las sierra de Albarracín, una ruta que se perdió antes, en los 70. Después, muchas de estas personas se instalaron en la zona de Fortuna, Molina, Abanilla y en la Vega Baja, donde se establecieron como ganaderos en un momento en el que, además, empezó la difusión de las nuevas técnicas de alimentación con piensos compuestos y ya se apuntaba una agricultura más intensiva que iba a competir por el terreno. El Cordel de los Valencianos era el lugar por donde entraba esta trashumancia, a través de Yecla y Jumilla; pasaba muy cerca de la capital y en el Puerto de la Cadena una ruta subía hacia el Campo de Cartagena y continuaba hacia la izquierda por la Cañada Real de Torreagüera, que iba hacia Alicante. Era la vía de entrada más importante hasta los años 70.

“Cualquier ganadero que fuera capaz de subir de Murcia a Albarracín andando durante veintitantos días ya se merecía estar en la leyenda, porque son auténticos héroes, y más en aquellas épocas, en los que de noche tenían ataques de lobos e incluso hay relatos de cuando los trashumantes coincidieron con los maquis...”, alaba Contreras estas esforzadas costumbres.

El investigador considera que va a ser muy complicado que en la Región vuelva a haber trashumancia, “por lo menos, la que se hacía antes en la zona del litoral. La agricultura intensiva ha sobrevalorado todos los terrenos que usaban y no pueden pagar por arrendar esos pastos. En otras zonas igual hay algún valiente que se atreve. A nosotros nos gustaría desarrollar un proyecto en ese sentido para llamar la atención del potencial que tienen la ganadería extensiva y el desarrollo económico de las vías pecuarias, que son corredores ecológicos de gran valor que hay que aprovechar antes de que desaparezcan, ya que poco a poco se van usurpando por un lado y por otro”.

En este sentido, le gusta el ejemplo de un ganadero de Santiago de la Espada que tiene una actividad de acompañamiento abierta a turistas, a modo de turismo satélite a su actividad de trashumancia. Les da acogida, alimentación y se encarga de todo. “Podría ser una acción complementaria crear una empresa que se encargara de esa logística”, deja caer.

lince_tomas1_pie.jpgLa trashumancia está considerada hoy Patrimonio Cultural Inmaterial pos sus valores de cohesión de paisajes, transmisión de cultura, conocimiento entre comunidades y por lo que supone de conservación de las vías pecuarias “que es un patrimonio público que tenemos en España y no existe en ninguna otra parte del mundo, y gracias a la trashumancia y a los movimientos ganaderos, esos corredores ecológicos se han mantenido hasta nuestros días, han persistido desde antes del siglo XIII, pasando por Alfonso X, que es quien les dio el impulso legal para protegerlas”, reivindica.

Contreras repasa los beneficios de esta actividad tradicional para el ecosistema: “las zonas por las que se han desarrollado la trashumancia y la ganadería extensiva están conectadas con todos los puntos calientes de la Red Natura 2000 en España, esto se ha comprobado en la cornisa Cantábrica y en Extremadura. Los ganaderos aprovechan los recursos naturales sin agotarlos. El ir y venir de las ovejas fertiliza el suelo y crea interrelaciones con coleópteros y otros invertebrados, o la flora que necesite que el ganado la coma para su ciclo reproductivo...”.

En verano, uno de los animales que se alimenta de las bajas del rebaño es el quebrantahuesos, que está en el Proyecto LIFE en Cazorla; y en la paridera de enero, en Andújar, uno de los problemas es el lince, que depreda sobre los corderos, y cuentan los pastores que puede llegar a ser tan sigiloso que ni siquiera espanta al ganado. “Cualquier otro depredador asusta a todo el rebaño y pone en guardia al ganadero, pero el lince se come el cordero y a lo mejor la oveja está por allí cerca y ni lo nota”, se sorprende.

En Murcia perdimos la trashumancia mucho antes “y esas huellas no son tan evidentes, pero el Cordel de los Valencianos, Rambla Salada, la Pila... son zonas de alto valor ambiental por la que se iba vehiculando la trashumancia”, suspira Contreras, y recuerda que hoy en algunos sitios están favoreciendo la ganadería extensiva para proteger el monte de los incendios, sobre todo con ovejas y cabras.

Aparte de que ya no se utilicen, estos antiguos trazados, cuya presencia está protegida, se van borrando poco a poco, no solo de la memoria, sino del mismo suelo. “Quiero pensar que las vías pecuarias han tenido poco pasado reciente, pero deben tener futuro. Es una labor de todos que seamos capaces de concienciar”. Contreras cree que hay un gran desconocimiento y que hace falta insistir en la importancia y el potencial que tienen. “En la Región quedan grandes zonas rurales en las que las vías pecuarias están ahí y no se han deteriorado. Hay que identificarlas, clasificarlas, deslindarlas y señalizarlas mediante el amojonamiento. Eso es competencia de la Administración regional y de que todos los ciudadanos seamos capaces de presionar para que se vaya haciendo. De los 70 hasta ahora la situación ha sido penosa, pero la ley las considera imprescriptibles: aunque hayan sido usurpadas, si hay voluntad política la ley ampara su recuperación. Las vías pecuarias no deben perderse nunca”.

Son el legado de un modo de vida que ha vertebrado el norte con el sur, un saber hacer único que, si el futuro no lo remedia, probablemente veamos desaparecer y que ahora la UMU va a tratar de rescatar del olvido a través de una experiencia espléndida que parte de insertar a un estudiante entre el rebaño.

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Una vereda por la carretera. Imagen: Antonio Contreras.

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Trashumancia con un rebaño de ovejas, llegando al agostadero. Imagen: Félix Palomares García.

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Un alto en el camino, a la sombra de los vehículos, con algún perro y la caballería. Imagen: Félix Palomares García.

Mónica Rubio. Periodista y Bióloga.