Tras los secretos de la sombra alada: Proyecto Chotacabras


Macho adulto de chotacabras, alzando el vuelo desde el suelo en la noche. Imagen: Proyecto Chotacabras.


A la izda., un chotacabras en su nido (ver abajo). A la dcha., el investigador José Manuel Zamora dirigiendo una cámara de fototrampeo hacia unos huevos.

Tenemos suerte y corre una suave brisa bajo el ardoroso sol en el campo de cítricos. Es media tarde y estamos recorriendo las hileras del arbolado para detectar nidos de chotacabras, un ave nocturna que en estos días está sacando adelante su nidada y de cuya reproducción se sabe muy poco. En una primera mirada, todo el suelo es hojarasca. Pero están ahí. José Manuel Zamora, biólogo y experto en estas aves, nos avisa de que anidan directamente sobre el suelo, sin alteración alguna y al borde de la sombra proyectada por la copa. Seguimos adelante, mirando atentos y charlando, a veces hasta animosamente. De pronto, un adulto levanta el vuelo, a un metro escaso de nuestros pies. En el suelo, dos polluelos como dos pompones quedan al descubierto. Uno tiene bien aprendida la mejor táctica de la que dispone la especie para protegerse: el camuflaje. Se aplasta sobre su vientre, aprieta los ojos y se queda inmóvil. Al momento despierta una lástima inmensa. Te lo imaginas con el corazón desbocado conteniendo la respiración, pero completamente vendido ante un depredador. Su hermano menor, tan diminuto que cabe en la palma de la mano y le sobra sitio por todos los lados, es un valiente o un descerebrado, y salta del nido abriendo la boca y quejándose. Zamora se arrodilla y toma con cariño el blanco pompón envalentonado en su mano enguantada. Es la hora de las mediciones. El pompón no lo sabe, pero ya ha entrado a formar parte del Proyecto Chotacabras, que el biólogo coordina desde hace dos años.

El proyecto, completamente voluntario, busca mejorar la información y conservación del chotacabras cuellirrojo (Caprimulgus ruficollis), el mayor de sus congéneres en Europa y que en España comparte nombre precisamente con el chotacabras europeo, de estampa más gris. Los trabajos, que avanzan a grandes pasos, están permitiendo revelar aspectos desconocidos sobre la biología reproductiva de esta ave, esquiva como una sombra alada, sus amenazas y hasta las relaciones con otra fauna del lugar. “Al ser una especie muy críptica, con una estrategia de camuflaje muy desarrollada, lo que más faltaba por estudiar es la reproducción: localización de nidos, crecimiento de pollos, papel de los sexos en la incubación y crianza… Investigación básica”, aclara Zamora.

El territorio actual del programa son dos fincas agrícolas de la Región de Murcia, contiguas y muy parecidas en un primer vistazo pero con notables diferencias en cuanto a la estructura del suelo -en concreto, a los pies del árbol, donde anida esta ave-, así como en las prácticas, siendo una más cercana a la ecoproducción que la otra. La especie, que es relativamente común, “parece que se ha refugiado en algunas zonas de cultivo con prácticas medianamente sostenibles cercanas al monte”, relata el doctorando.

Para obtener resultados, la dedicación es plena. Desde finales de abril a finales de septiembre, el equipo (miembros del Grupo de Anillamiento de la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE) junto a aficionados que se suman puntualmente) hace una batida nocturna a la semana, linterna en mano, para detectar y balizar nidos, de modo que estén localizables durante el día y, además, se evite que sean destruidos con el laboreo; y al menos se dedican otras dos jornadas a repasar el terreno para marcar a los adultos y a los pollos, si los hay, medir, pesar, soplarles en el vientre, palpar el buche, inspeccionar mudas, anotar el número de huevos, investigar pérdidas de puestas, muertes o traslados, anotar los patrones de incubación de los padres, estudiar el desarrollo de los pollos, conocer el sistema y fidelidad de emparejamiento, tomar muestras genéticas, instalar GPS... Una copiosa batería de datos, ampliados por la información que aporten las cámaras de fototrampeo, que esperan que sean ampliamente provechosos para entender mejor a la especie.

El chotacabras cuellirrojo es una preciosa ave mediana que, procedente de África, veranea en tierras ibéricas. Durante la reproducción, la hembra es relevada del nido a cierta hora crepuscular. Macho y hembra permanecen estirados en el suelo y sus plumas se confunden hasta el infinito con las hojas resecas y semienrolladas de naranjos y limoneros y con los fragmentos de cortezas. Bajo ellos, sus polluelos podrían pasar por una piedra más. Sólo los ojos más expertos los localizan a distancia y hasta en la cercanía. No así los huevos, cuyo blanco moteado los traiciona a la intemperie.

Los chotacabras anidan en este rincón agrícola, pero se van a comer a la vera del cauce del riachuelo, donde abundan sus presas preferidas: las polillas. Se nutren en general de invertebrados voladores a los que atrapan sin clemencia con su enorme abertura bucal, y acompañan su dieta con otros artrópodos terrestres.

El pompón del nido es el ejemplar más pequeño encontrado hasta ahora por Zamora. Con menos peso que un huevo -5,5 gramos-, recibe el código de P2A11 (el segundo pollito del nido 11 de la finca A, y ha nacido esta misma mañana, por lo que tiene apenas unas horas). Será marcado –a partir de cinco días se les puede poner la anilla-, estudiado, irá engordando, aprendiendo a cazar y un día de septiembre u octubre se enfrentará a su primera migración. El año que viene, con un poco de suerte, quizá recale en este mismo paraje, y con año y medio mudará, entre agosto y septiembre; y tras la muda, tanto machos como hembras, resurgirán adultos y poderosos mostrando unas manchas blancas que hermosearán su eficaz plumaje.

Hoy, de hecho, una vez puestas las redes, el equipo ha capturado a una pareja de adultos. De las dos redes instaladas esta tarde, solo una ha funcionado. Suele ocurrir. El lapso intermedio se ha invertido en la búsqueda de nuevos nidos, mientras decenas de conejos, sin exagerar, cruzan el campo caóticos y despavoridos, unos para un lado, otros para el contrario, y dos gatos negros, una de las más graves amenazas domésticas del chotacabras, nos miran desafiantes, lentos y panzudos, a lo lejos, al final del camino.

EXPERTOS JUNTO A VOLUNTARIOS

Cuatro miembros del Grupo de Anillamiento de ANSE llevan adelante este proyecto. Así a José Manuel Zamora se unen Antonio Zamora, Mario León y Fran García, legendarios ornitólogos de la Región.

     Además, el año pasado colaboraron 52 voluntarios y este año ya van por los 30, entre los que cuentan con algunos entusiastas como Apala, Antonio Sáez y Tamara Díaz, que “cada vez que las llamo están ahí”, dice José Manuel Zamora.

Como suele suceder, aunque oficialmente el proyecto arrancó el año pasado, los voluntarios poseen larga experiencia en el seguimiento de la especie. No en vano, el Grupo de Anillamiento lleva saliendo en su búsqueda desde 2010 por la provincia de Alicante. Así, por ejemplo, en 2014 se anillaron 112 ejemplares. El año pasado, ya aquí, contabilizaron 36 nidos y capturaron 263 ejemplares, de los que 152 fueron nuevos anillamientos. Y en este ejercicio, con 115 capturas, “la cosa va muy bien porque el 70% ya llevan anillas del año pasado”, apunta Zamora.

Como novedad, este año se ha incluido la toma de muestras de sangre para los análisis genéticos, que se podrán desarrollar en un futuro; se han colocado GPS para estudiar el área de campeo de los adultos –con un sistema que recoge posiciones de manera automática, pero que hay que recuperar para poder descargar la información-; y se ha ampliado el número de cámaras de fototrampeo hasta poder monitorear los 36 nidos con huevo detectados hasta ahora (afortunadamente, no todas las puestas se producen a la vez). En este sentido, hoy, a falta de mes y medio para concluir, controlan ya el mismo número de nidos que toda la temporada anterior -para algo la experiencia del año pasado les ha permitido focalizar más los esfuerzos-, y el naturalista estima que entre ambas fincas habrá entre 40 y 45 parejas.

Y, cómo no, ya están descubriendo novedosos detalles reproductivos que se traducirán en algún artículo científico. También están viendo que este año casi la mitad de nidos exhiben un solo huevo, en lugar de dos, que es lo mayoritariamente visto hasta ahora. “Quizá esté relacionado con la falta de lluvias y la escasez de alimentos, factores que están relacionados”, baraja el experto. Igualmente, el año pasado describieron casos de parejas que habían adoptado a un pollo, seguramente extraviado de un nido cercano, y comprobaron que el reparto de tareas del cuidado del nido es prácticamente igual en ambos sexos, algo que no es muy común en las aves, así como que la hembra incuba de día y el macho de noche. O también, que las chicharras, que pueden llegar a convertirse en plaga, forman parte primordial de la dieta en los pollos de cierta edad, y hasta obtuvieron un premio con un curioso vídeo que mostraba "el enfrentamiento entre mamá chota y un sapo".

Y a todo este volumen de trabajo se unen las tareas administrativas, que incluyen permisos, programación de salidas, envío de todos los datos de anillamiento a la asociación SEO BirdLife o comunicación e intercambio de experiencias con los colegas de Doñana, que llevan más de diez años con la especie…

El trabajo sirve también para sensibilizar a los agricultores. En este sentido, los propietarios de las fincas, situadas en Murcia y Alhama de Murcia, Nieves Albacete, directora de Earmur, y Fernando Carpe, de Fruca S.A., han mostrado “completa colaboración y predisposición” facilitando el acceso, abriendo un camino interior para comunicar los dos espacios y hasta solicitando una charla sobre el tema. E incluso los operarios han apoyado firmemente el proyecto en todo momento, con acciones que pasan desde señalizar nidos que se han encontrado durante la jornada laboral hasta recoger una cámara de fototrampeo perdida o ayudarles a cambiar una rueda. Y “de esta manera ganamos todos, pues se hace posible la reproducción de la especie a la par que se mantiene un importante contingente de aves que dan buena cuenta de muchos insectos voladores formadores de plagas”, resume Zamora.

“Es una especie muy particular, no se parece a otras aves de la fauna ibérica”, evoca el naturalista. Se embarcaron en el proyecto conscientes de que se sabía muy poco sobre su reproducción –sí había más información sobre ecología y movimiento- y “sabiendo que teníamos una buena zona para estudiar los nidos”. Y a partir de ahí, “nos ha ido enamorando poco a poco y hemos ido descubriendo nuevas cosas”. Además, “la metodología engancha bastante porque es muy activa. Te pone frente al animal a ver quién puede pasar más desapercibido para intentar capturarlo”, sonríe el técnico.

Por todo ello, la iniciativa “está siendo muy satisfactoria en cuanto a resultados y apoyo de la gente”, detalla, y añade que, además, “trabajar de noche en verano aquí es mejor que trabajar de día y te da sorpresas como avistamiento de carnívoros terrestres o rapaces, que también es muy gratificante”.

Ha sido una larga jornada. En la noche, a punto de coger los vehículos para volver a casa, apenas intuimos el maravilloso pie de monte mediterráneo que nos recibió bañado en luz dorada. Nos viene a la cabeza que quizá sea el último reducto en el municipio de este paisaje encantador. Ahora, en la oscuridad, nos despide el chasquido mecánico e inconfundible del chotacabras recordándonos que, aunque no lo veamos, está ahí y aquí quiere permanecer.


La misma imagen, arriba sin pistas y abajo con la localización del chotacbras resaltada para que sea más fácil su identificación.

 
Dos huevos en un nido.

 
José Manuel Zamora deja atrás las redes recién puestas. No en ésa, pero sí en otra, cayó la pareja de la derecha.


Adulto con pollo crecido. Imagen: Proyecto Chotacabras.


La familia al completo. Imagen: Proyecto Chotacabras.


Un bello ejemplar, en la noche. Imagen: Proyecto Chotacabras.

Mónica Rubio. Periodista y Bióloga.