si la ve, avise al INSTITUTO ESPAÑOL DE OCEANOGRAFÍA
Se espera un otoño abundante en Rhizostoma luteum, la medusa más esquiva
Durante muchos años se ha dudado de la existencia de este animal, cuya biología está aún por estudiar
El encuentro (por José Luis Alcaide Sanjurjo, fotógrafo submarino)
Finales de septiembre de 2016.
Apenas una leve brisa de levante en la costa murciana, donde deja a poniente una mar cristalina y espejada, donde el horizonte se confunde con el cielo sin nubes, donde solo lo puede alterar grandes cargueros que pasan a pocos de metros de la entrada a la bocana del puerto milenario de Cartagena, donde su única playa es morada de cientos de especies y que cada día nos sorprende más y más por su diversidad.
Se trata de Cala Cortina, con playa fabricada con áridos y rocas traídas de sus montes, donde la población se refugia de los calurosos días de verano.
Como curiosidad decir en contra que es lugar donde más desechos sólidos humanos me he encontrado bajo su superficie. En cambio, brutal en cantidad de ambientes que nos podemos encontrar, desde arenales de limo hasta cuevas, piedra suelta o cascajo pero sin rastro de posidonia.
Hoy toca volver, con gran angular en mi cámara, y junto mi compañero Félix, buscamos ambientes para retratar, cuando después de más de una hora, divisamos a lo lejos lo que pudiera ser otra bolsa más de plástico posada en la arena en unos 7 metros, a lo que acercándonos, reconozco que se trata de una medusa del tipo Rhizostoma, por su forma y color, tendida en el lecho, moribunda, pero al acercarnos, parece sacar fuerzas de donde no las tiene y con movimientos espasmódicos, levanta el vuelo y comienza a nadar, donde se nos muestra en todo su esplendor y belleza.
Me sorprende su forma con doble filas de tentáculos pulmonados, más otros 6 largos de una coloración tostada.
Sin pensar, tomo foto a foto su majestuoso y bello movimiento.
El agua y el aire coinciden en 24 grados, la distancia de costa no llega a los 100 metros y la transparencia del agua quizás llegue a los 50 metros.
Al salir, la visualizamos en la pantalla, Javi y Oli, expertos en biología marina y confirman que se trata de una Rhizostoma luteum, descrita en 1827 y que desde esa fecha solo ha sido mencionada en literatura científica seis veces y no se tenían ni fotos ni dibujo alguno de ella.
Muchos investigadores tenían duda de su existencia hasta que en el verano de 2012, fueron observados 50 ejemplares en la costa española del mediterráneo, en exploraciones científicas, corroborando así su existencia y su escasa población.
Medía un metro aproximadamente, tratándose de un ejemplar adulto, pero por su aspecto, me temo que poco tiempo le quedaba de vida.
La Rhizostoma luteum es una bella, gran y esquiva medusa de cuya existencia se ha dudado durante lustros. Sin embargo, de un tiempo a esta parte se está dejando ver con más frecuencia y, para regocijo de los investigadores que aún no han tenido tiempo de estudiar cómo es su vida, todo apunta a que éste va a ser un buen año de avistamientos. Así lo estima Ignacio José Franco Navarro, investigador del Instituto Español de Oceanografía (IEO), quien señala, además, que estamos en la mejor época para verla.
Según sus datos, los meses de octubre y noviembre son los que ofrecen mayor probabilidad de encuentro. "El año pasado en octubre salió mucho y este año no había tenido aviso hasta hace dos semanas, en la segunda quincena de septiembre. Ahora ya tengo media docena. Y como éste ha sido un año atípico, muy suave y no ha llovido casi nada, creo que esto se va a notar y que va a haber muchos avistamientos", apunta. Aunque advierte de que no se puede asegurar nada. "Por un lado se está viendo más cada vez, pero su presencia oscila", dice, y detalla cómo hace dos años no le llegó ningún aviso. Pero como ya la van teniendo “más delimitada”, saben que si bien se puede ver caso todo el año, ésta es la época de aparición más abundante.
Los avisos suelen proceder, de forma significativa, de paseantes que la ven en la misma orilla debido a que es muy grande y llamativa; pero también se la encuentran los buceadores en el agua, cerca de la costa y a poca profundidad. Suelen notificar hallazgos de ejemplares aislados, de hecho el caso con más medusas en un solo aviso es una persona que en la misma inmersión vio dos. Y otra relativa abundancia proviene de gente que sale en piraguas. En el agua es cuando más se puede apreciar en su esplendor, ya que puede tener medio metro de diámetro, alcanzar hasta los 50 ó 60 kilos de peso, y posee unos característicos largos y sinuosos tentáculos negros.
En cuanto al área más frecuentada, los estudiosos describen a esta especie como atlántica, y Franco Navarro sitúa a la zona de Motril y Almuñecar como la que más avistamientos reúne, debido, dice, a que en el Estrecho la dinámica marina dibuja un par de giros y uno va a desembocar contra la costa de Granada, donde hay un afloramiento de esta agua atlántica. Eso explica que el año pasado el investigador se paseara por allí en octubre y encontrara en la orilla media docena de ejemplares en 5 ó 6 km de playa.
Porque datos, poco a poco, se están recogiendo muchos. Hacia el año 2010, el IEO puso en marcha en el Centro Oceanográfico de Murcia la Red de Avistamientos Alerta Medusas, en la que están implicados puestos de playa con entidades como Protección Civil y Cruz Roja y empresas privadas, así como centros de buceo y otras personas aisladas. En ella, Franco Navarro ha concedido desde el principio especial importancia a esta especie por su singularidad, ya que había sido citada por primera vez en 1827 y desde entonces apenas había unas pocas citas en textos científicos. La última fue hacia 1911, y aparecía en libros de Historia Natural de la época, donde los pioneros describían un montón de especies nuevas, con dibujos pero sin fotos. “Ésta era una especie que había quedado ahí y se dudaba de si realmente existía...”, recuerda.
Ahora cuenta ya con unos 400 avisos referidos a ella, la mayoría con fotos, de manera que su presencia estás más que contrastada. "Mi teoría no es tanto que no haya habido medusas de este tipo durante todos estos años, si no que la gente no la veía o no la identificaba", defiende el experto, quien añade que "a raíz de que hemos empezado a juntar avistamientos, y gracias a que las fotos llevan grabada la fecha, hemos estado recuperando datos de los últimos 15 años, así que tenemos fotos fechadas en 2005, 2008...”, pormenoriza.
Cree, además, que se han juntado varios factores para que la medusa pasara tan desapercibida, y el primero de ellos es que la especie se parece a otra más común, la Rhizostoma pulmo. Esta confusión la vivió él mismo en el inicio de esta Red. Fue aproximadamente en el año 2011, cuando le llegó una foto de una colaboradora que trabajaba con una empresa de avistamientos de cetáceos en Mazarrón. En una salida, decía la chica, dio con una especie que no identificaba. En el momento que la vio, Franco Navarro recordó que él mismo había hecho por el año 90, más o menos, una foto de esa misma especie. En aquel entonces la había ido enseñando a expertos y nadie supo de qué medusa se trataba. Lo que sí veían era que pertenecía al género Rhizostoma, y se pensó que era la pulmo con alguna deformación o anormalidad, que es un hecho más o menos habitual, y la foto quedó archivada. Al recibir esta nueva imagen, el investigador del IEO se dio cuenta de que era la misma. Volvió a ponerse en marcha, envió la foto a una alemana experta en ese género y ésta la identificó finalmente como luteum.
Pero hay más factores que han contribuido a ello, como que hasta el año 2005 las medusas no adquirieron el protagonismo que tienen ahora y pasaban inadvertidas “porque medusas ha habido siempre”, incide; o que en las playas no había tanta gente ni tantas cámaras de fotos, "ni cultura sobre este animal, o información ni Internet para ir a comprobar qué estabas viendo... o la veían y no sabían a quién avisar...", repasa. Y ahora ya sí, la gente avisa cuando ven una medusa.
Cualquier avistamiento es interesante de por sí, pero ahora más porque Franco Navarro espera ya en este ejercicio juntar todos los datos y publicar un artículo científico con estos años de trabajo, en los que ha reunido bastante información. “Hemos confirmado que es esta especie, que no es tan rara en esta época y en esta zona, estamos viendo cuándo y dónde aparece y tenemos muestras para hacer análisis genéticos cuando dispongamos de recursos, ya que antes todo era describir los animales muy bien y hacer buenos dibujos o fotografías, pero la taxonomía está tomando nuevas líneas y la genética es la revolución, solo que es un proceso más costoso y lento...”, aduce.
Y es que queda mucho por investigar. El propio género da una idea de la biología de la especie, pero lo cierto es que se ha estudiado poco. Para profundizar en ello, el objetivo a futuro es capturar varios individuos y conseguir reproducir todo su ciclo anual en condiciones de laboratorio. Pero ya solo obtener ejemplares vivos es algo muy complejo. Los adultos suelen ser tan grandes que solo el animal puede pesar de 30 a 40 kilos; y como hay que mantenerlo en su medio líquido, asegurar unas mínimas condiciones necesarias durante dos horas de espera pueden suponer casi 100 litros de agua, y todo eso puede pesar 130 kilogramos, así que los intentos de captura con vida no suelen acabar bien.
Y están también las complicaciones de su ciclo vital, que pasa por varias fases, como la de pólipo, que están sin describir. Para empezar, aunque una parte del ciclo de estos animales es asexual, en su fase de medusas sí que son sexuados, por eso hay que capturar ejemplares de ambos sexos. En otras especies esto resulta más fácil. Con la conocida medusa 'Huevo frito', por ejemplo. En ellas, la hembra se distingue porque tiene las larvas retenidas en una zona que adquiere un tono rosáceo o blanco por debajo. Pero aquí no, la Rhizostoma luteum no retiene sus larvas, sino que macho y hembra liberan huevos y esperma al medio, donde se produce la fecundación. Así que hay que conseguir machos y hembras, juntarlos en un tanque abierto, recoger el agua que va saliendo donde habrá huevos, esperma y larvas fecundadas, y esperar... La dificultad comienza, pues, ya a la hora de localizar a ambos sexos en el momento adecuado del ciclo, porque son avistados puntualmente, generalmente ejemplares aislados, y son tan grandes que es difícil moverlos, ya que los ejemplares pequeños quizá sean inmaduros.
No la mate, y avise
Además, sigue existiendo al idea de que hay que matar a las medusas y más a ésta, porque su tamaño asusta. Limpieza y Sanidad la retiran enseguida, y hay casos en los que han podido verla en las papeleras. “En redes como Youtube lo que más abunda es el dominguero de turno atacando con el palo de la sombrilla a la medusa y triturándola ahí mismo”, lamenta.
Pero se muestra positivo. “Es muy difícil conseguir ejemplares, pero hoy todo el mundo lleva un una cámara, así que el 98% de los avisos ya vienen con foto”. Y por ello, confía en recibir este año una buena cantidad de imágenes que tanto necesita. Así que si la ve, avise al IEO (medusa@mu.ieo.es, 968 180 500 y 968 180 511, Ignacio Franco) indicando lugar, fecha y número de ejemplares. O pinche en el cartel de la izquierda
(NOTA: El fotógrafo submarino José Luis Alcaide Sanjurjo es uno de los pocos afortunados que ya han podido disfrutar este año de una sesión fotográfica con la bella Rhizostoma luteum, en la que captó la magnífica serie de imágenes que ilustran este reportaje).
¿Pica?: hielo en bolsa
Rhizostoma es un poco urticante, es la típica medusa que te roza y te deja la piel roja.
El ataque de cualquier medusa se produce mediante unas células que contienen un arpón diminuto que se dispara e inyecta la toxina. La gravedad depende de qué toxina posee la especie y de si su tipo de arpón penetra más o menos. Las Rhizostoma no dañan la piel gruesa, por lo que se pueden agarrar con las manos, pero si roza la cara interna de brazos y muslos o el rostro produce un molesto picor que no pasa de ahí.
El mejor remedio en caso de cualquier picadura de medusa, recomienda el experto en medusas Ignacio Franco Navarro, es aplicar hielo metido en una bolsa. El frío calma, lo que ya es suficiente para Rhizostoma; y en especies que producen heridas hay que aplicar el hielo en los 5 ó 10 minutos siguientes a la picadura, ya que la toxina no ha tenido tiempo de degradar el tejido de la víctima y el frío consigue degradar las toxinas. No aconseja, sin embargo, otros remedios como el amoniaco diluido, porque si no está bien diluido puede quemar, y es útil solo para algunas especies según su toxina, lo mismo que ocurre con el vinagre.
¿Son limpiadoras?
Pues sí y no. "Queremos abordar este aspecto el año que viene", apunta el investigador del IEO Ignacio José Franco Navarro.
El experto señala que "la gente está escandalizada por el estado del Mar Menor y se dice que las medusas lo limpiaban, pero eso aún hay que cuantificarlo". Lo que ocurre es que la medusa es un animal filtrador y es cierto que se comería el fitoplancton, esto es, las algas microscópicas que hacen que el agua esté verde. El problema es que no solamente come esas algas microscópicas, sino que también depreda los pequeños animalitos de plancton que a su vez se comen las mismas algas microscópicas. De manera que hay que cuantificar cuál es el efecto final de su actividad, en qué proporción come uno y otro, porque "¿y si comen más plancton que microalgas y su efecto en la laguna es el inverso?, tenemos que hacer experimentos y estudiar en qué proporciones ocurre cada cosa", razona.
En cualquier caso, señala que estos experimentos servirán para ver cómo funciona el ecosistema, "pero la solución del estado del Mar Menor no está en las medusas, sino en que dejemos de echarle porquería y fertilizantes, que es lo que produce que esté eutrofizado y que el agua esté como está".