«Que haya medusas en el Mar Menor es un indicador de que va algo mejor», señala el experto del CSIC Josep María Gili
Cotylorhiza tuberculata. Imagen de Ignacio Franco. Centro Oceanográfico de Murcia (que tiene un formulario para el avistamiento de medusas).
La abundante presencia de medusas estos días en el Mar Menor es una buena noticia para Josep María Gili, profesor de Investigación en el Institut de Ciències del Mar (CSIC) y reconocido experto internacional en este tipo de organismos. «Si hay medusas es porque el agua está más limpia, es un indicador de que está mejorando», defiende.
EXPLICACIONES DE LA CARM
La aparición de medusas de la variedad Cotylorhiza tuberculata en el Mar Menor se debe a una mayor transparencia del agua, lo cual propicia tanto su reproducción como una mayor presencia de esta especie, explica la Comunidad Autónoma en una nota de prensa, con base en los informes de la Dirección General de Pesca y la Universidad de Murcia.
Se trata de la segunda medusa más frecuente en la laguna. Esta medusa alcanza densidades muy elevadas durante los meses de julio y agosto, tiene un ciclo de vida de entre dos y seis meses y no es urticante. Esta especie tiene mecanismos que provocan que su multiplicación no dependa totalmente de la disponibilidad de nutrientes (fitoplancton y zooplancton) en el agua.
El portavoz del Comité Científico del Mar Menor, Emilio María Dolores, ha señalado que “los niveles actuales de nutrientes entran dentro de los parámetros marcados por la normativa, salvo en dos estaciones frente a la rambla del Albujón, y la cantidad de agua que ha entrado ha sido significativamente menor que en el año 2022, aunque todavía excesiva”.
“En definitiva, este verano, y salvo episodios que afecten negativamente a la Cotylorhiza tuberculata como estrés térmico y/o oscurecimiento de la columna de agua, las poblaciones de esta especie serán elevadas, permitirán controlar mejor la cadena trófica de la laguna y contribuirán a una mayor transparencia de las aguas”, resumió.
Otras medusas presentes en la laguna son la Rhizostoma pulmo, que tiene carácter urticante, y la Phyllorhiza punctata, de reciente aparición y morfológicamente es parecida a la anterior, pero con un punteado en la campana. Se han detectado y se hace seguimiento para evaluar su situación.
Gili recuerda que hacía dos o tres años que estos animales estaban prácticamente ausentes de este ecosistema «por las condiciones anóxicas y porque la contaminación era tan alta que no había ni medusas», lamenta, para agregar que «su presencia es indicador de que el Mar Menor está mejorando». Razona al respecto que los pólipos, que viven en el fondo, van generando pequeñas medusitas de un milímetro, que crecen hasta alcanzar el tamaño con que se ven en superficie. Para el investigador, el actual bloom de la medusa conocida como huevo frito (Cotylorhiza tuberculata) refleja que «las pequeñas medusas no han encontrado las condiciones negativas como en años anteriores, han podido crecer y ya las tenemos en superficie en grandes cantidades. Así que el hecho de que haya medusas adultas en el Mar Menor, de lo que siempre nos quejamos, ahora es un indicador de que va algo mejor, de momento».
Pero lo más interesante, subraya, es que los pólipos de Cotylorhiza no han desaparecido. «Si las condiciones hubieran sido tan negativas, habrían muerto. Pero aparentemente esos pólipos, que se enquistan y se conservan de forma muy resistente durante bastante tiempo, han aguantado». Esto significa que las condiciones fueron muy malas, pero no tanto como para que se perdieran definitivamente. De esta manera, resume, «lo que siempre veíamos como negativo, hoy en día es un indicador de salud. No estará fantástico, pero al menos una parte parece que se ha recuperado lo suficiente como para que las medusas vuelvan a aparecer», insiste el profesor del Departamento de Biología Marina y Oceanografía.
A ello se une que esta especie crece muy rápidamente. Para ello, la medusa huevo frito necesita nutrientes, pero también luz y una temperatura determinada. Este año, las temperaturas altas han aparecido casi un mes antes de lo habitual en toda la costa mediterránea española, apunta Gili. Así, «la temperatura ha disparado que los pólipos liberen medusas, estas medusas pequeñas sorprendentemente se han encontrado a gusto, y crecen gracias a que tienen una cantidad de nutrientes muy elevada en el medio. Pero si hay medusas es porque el agua está más limpia, no es porque las medusas la hayan depurado», pormenoriza.
La proliferación de medusas no es mala para el ecosistema
En cuanto a su presencia masiva, el investigador apunta que la proliferación de medusas es negativa para la gente que está en la playa, que no le gusta bañarse con medusas que además pueden picar, y eso es normal. «Pero no son negativas para el sistema, porque son alimento fantástico para peces, crustáceos y otros organismos». De hecho, recalca su relevante papel en las cadenas tróficas -donde «no son organismos filtradores ni limpian el ecosistema», aclara-; sino que actúan especialmente como concentradores de toda la materia orgánica -viva o no- acumulada en las aguas, que transforman en sus propios cuerpos, que constituyen así un alimento mucho más asequible que en forma particulada. De la misma opinión es Javier Franco, experto en Gestión Ambiental de Mares y Costas del centro científico y tecnológico AZTI -con sede en Vizcaya, en el País Vasco-, quien recalca que «las medusas desempeñan un importante papel en el funcionamiento de los ecosistemas marinos. A la vez que son consumidoras de otros organismos, son también parte fundamental de la dieta de otros animales, como las tortugas marinas y numerosas especies de peces»
Franco ahonda en que «aunque las proliferaciones ocasionales de medusas no tienen por qué suponer un motivo de preocupación, ya que son organismos que pueden presentar altos crecimientos poblaciones de manera natural, sí lo son cuando tales proliferaciones se vuelven más frecuentes y/o intensas».
«Esto es lo que está ocurriendo en muchas zonas marinas, y en este caso sí es motivo de preocupación», alerta Franco. Por un lado, «porque refleja impactos que los seres humanos estamos causando a los ecosistemas marinos», como el incremento de la temperatura por el cambio climático, sobreexplotación de algunas especies, aporte excesivo de nutrientes y crecimiento desmesurado de algas, o introducción de especies invasoras. Y, por otro, «porque tales proliferaciones están suponiendo problemas» que el doctor en Gestión Ambiental de Mares y Costas clasifica en tres tipos: los problemas ambientales-con cambios en el funcionamiento de los ecosistemas-, económicos -incidencias para los pescadores, que sacan sus redes llenas de medusas-, y sociales -donde incluye picaduras a bañistas y buceadores, que pueden conllevar el cierre de playas-.
La forma de gestionar las molestias que causan las medusas, que ya se ha hecho con el Mar Menor, recuerda Gili, es que una parte de la flota pesquera sacara las más cercanas a la costa con sus redes. Una actuación que resuelve parcialmente el problema y que también es una fuente de ingresos para los pescadores. Por su parte, las redes fijas antimedusas están desaconsejadas porque tiene un problema, y es que las medusas se enganchan y se rompen, pero los tentáculos rotos pican por igual. Sin embargo, no se ven en el agua y, al no verse tampoco las medusas, la gente entra al baño tranquila, pero reciben igualmente las picaduras. Un estudio realizado en Francia concluyó que los niños que se bañaban en estas zonas con redes tenían más picaduras que los que se bañaban fuera. De manera que resulta mejor verlas, ya que así puedes esquivarlas, recomienda el experto.
ARTÍCULO RELACIONADO: Las medusas no son filtradoras (2023-06-27).