Pepa Velasco, ecóloga: “Hemos constreñido totalmente a nuestros ríos, pero hay esperanza”
El diagnóstico de los ríos de la Región “no es muy bueno” para Pepa Velasco, profesora de Ecología de la Universidad de Murcia (UMU) que el pasado 11 de abril impartió una charla en Alhama de Murcia titulada ‘Cómo mejorar el estado ecológico de ríos y ramblas’. Tras esta afirmación dispara como a borbotones un crudo listado de impactos que la docente enumera sin pestañear, aunque sorprendentemente muestra la misma contundencia al añadir finalmente que, para nuestros cursos de agua, “aún hay esperanza”.
“Nuestros ríos están muy alterados, sobre todo en su estructura física, porque los tenemos totalmente constreñidos, hemos destruido sus riberas, ocupado sus llanuras de inundación y urbanizado hasta el límite, además de que puedan llevar plástico y vertidos; y añadido a ello, la alteración más importante es que les hemos extraído prácticamente sus caudales”, desgrana sin contemplaciones la experta en Ecohidrología.
La situación que Velasco describe incluye algunas afecciones notables. La ocupación de cauces, por ejemplo, lleva a la pérdida de vegetación natural, y las condiciones alteradas favorecen la colonización por especies exóticas invasoras, y todo ello redunda en la pérdida de sus funciones. "Tenemos ríos comprimidos al máximo. Hay que devolverles el mayor espacio posible que les hemos quitado”. Y dotarles de un caudal ambiental (antes ‘ecológico’) “que permita desarrollar las funciones mínimas de creación de hábitats”. Simulando su caudal natural, dice, se recuperarían los procesos y las comunidades hidrológicas.
Sin embargo, advierte de que esto último “es muy difícil". "Hoy, conseguir caudales ambientales en la cuenca del Segura cuesta muchísimo por la escasez de recursos hídricos y las altas demandas, que están muy por encima de los recursos que tenemos. Y con las tendencias del Cambio Climático cada vez va a haber menos". Por ello, aboga por la desalación como "única vía, porque los trasvases no lo son. Tenemos que optar por economías de menor consumo de agua, por otro tipo de gestión que la ahorre al máximo, y por obtener agua vía desalación, no hay otra”, insiste.
Invitada por la Asociación Meles, Velasco iba repasando ideas, impactos, propuestas y soluciones al calor de las añejas piedras en la abovedada sala del Museo Arqueológico de los Baños. “Al hablar de ríos hay que pensar en una escala muy amplia”, recomendó. Porque ríos y ramblas son, a su parecer, “los principales corredores ecológicos, son el transporte de agua, materiales y organismos que permiten la conectividad del territorio. Son nuestras autopistas”. Y se detuvo momentáneamente en las ramblas, esos "ríos efímeros", para resaltar su importancia como “zonas de recarga de los acuíferos, son la fuente de alimentación de todos nuestros ecosistemas litorales. Su estado tiene impacto, por ejemplo, sobre la pesca o sobre los hábitat de la costa”, puntualizó.
"Los ríos son sistemas súper dinámicos. Se recuperan muy pronto, en el momento en que cesa la presión".
Pero no están bien, y “nosotros somos los médicos de los ecosistemas. Si no conocemos los síntomas y los remedios, no vamos a curar al paciente”, comparó, aunque matizó que “yo hablo desde mi área, que es la Ecología, pero para hacer el diagnóstico del estado en el que se encuentran los ríos obviamente los ecólogos tenemos un papel muy importante, sobre todo los que nos dedicamos al sistema acuático, pero también los botánicos, sociólogos o ingenieros para diseñar las actuaciones… se requieren varios campos, es una aplicación multidisciplinar”.
EN TRAMOS URBANOS
Según relata la doctora Pepa Velasco, profesora de Ecología en la Universidad de Murcia, la actuación de recuperación de cauces en tramos urbanos pasa por sus propios parámetros. Aquí lo que prima son los aspectos recreativos y culturales, y hay que preguntar a la gente lo que quiere, sus preferencias. Considera que el Segura que cruza la capital "es un mero canal y no funciona como río", y contempla las actuaciones actuales a su paso por la ciudad como “más arquitectónicas que naturalistas, que van a revertir en una mejora estética, pero no van a redundar en la mejora ecológica del río, salvo la vegetación de ribera". En este sentido, anima a que "se pueden buscar las orillas donde actuar para que sean colonizadas por especies vegetales y animales para mejorar la calidad del agua”.
Estando en Alhama no podía obviar un repaso al Guadalentín, "que posee mucha vida en torno suyo pero al que la mayoría de la gente no conoce". Para Velasco, más que de un río se trata de una rambla cuyo amplio cauce habla de la cantidad de caudal que pasa en determinados momentos y que es la fuerza que lo modela. Pero "tiene su hidrología completamente alterada" debido a la existencia aguas arriba del embalse de Puentes y las acequias para el riego, que hacen que, salvo que llueva, esté seco, añadido a un canal de desviación que actúa como by pass contra las inundaciones. Además, recalcó como su riesgo principal la contaminación del lecho por metales pesados que la industria del curtido de Lorca vertía directamente. Una contaminación que hoy se trata de combatir mediante el uso de plantas específicas que retienen el contaminante y, posteriormente, se cortan y se destinan a la incineración en cementeras.
En cuanto al humedal asociado al cauce, los Saladares del Guadalentín, cubiertos de un potente carrizal y "un oasis en este paisaje tan árido al que habría que ver si se le puede dar más valor", recomendó en primer lugar tapar el canal de drenaje que aún posee para poder retener el agua, así como una limpieza de residuos sólidos, adecuación de hábitats, buenas prácticas agrícolas, áreas de amortiguación con vegetación natural y una larga batería de medidas aplicables también en otros cursos de agua.
Y para las ramblas, "un lugar donde tradicionalmente se han tirado residuos como neumáticos, lavadoras o hasta frigoríficos", señaló que el problema aquí es que no hay agua". De nuevo se impone una limpieza de residuos, control de vertidos, eliminación de exóticas invasoras, restauración de graveras, permeabilización de cauces, regulación de usos y muchas actuaciones más.
Pero Velasco tiene esperanzas “porque los ríos se recuperan muy pronto, en el momento en que cesa la presión. Son sistemas súper dinámicos. Dándoles agua y un poco de espacio, y lógicamente eliminando los vertidos si los hubiera, ellos solos salen adelante, y la calidad del agua se recupera rapidísimamente”, sostiene.
Puso como ejemplo que álamos y olmos son una vegetación muy agradecida: si se asisten con riegos en los primeros años, pronto adquieren tamaños grandes y son capaces de competir bien. La idea final es que desarrollen su estrato arbóreo y arbustivo y el sistema se mantenga por sí solo.
Y por todo ello, abriga la idea de “recuperar el bosque de ribera en la mayor cantidad de tramos del Segura posible” al estilo del magnífico reducto de Cañaverosa. Y, en este sentido, deposita sus esperanzas en que ya se están haciendo proyectos con los que, “si no recuperarlos totalmente, sí podemos mejorar algunos aspectos”. Así planeó por varias iniciativas, como los proyectos LIFE Riverlink y Ripisilvanatura, o la implicación de asociaciones y ayuntamientos, que "con pequeñas acciones de voluntariado han conseguido muchísimo". Con ellos se ha logrado revegetar algunas orillas obteniendo, en casos, logros manifiestos y hasta "asombrosos", como las repoblaciones en La Contraparada, en un corredor entre Calasparra y Cieza, o en Molina de Segura. “En menos de una década vamos a tener un corredor entre Molina y Alguazas que va a conectar dos sotos ahora aislados. Los resultados se ven a corto plazo y lo bueno es que podemos extrapolarlos a otros tramos del río”, animó la doctora en Biología.
Adecuación de tendidos eléctricos, custodia del territorio o voluntariado también aparecieron entre las medidas que pueden ayudar a mejorar el estado ecológico de ríos y ramblas. igual que una gran dedicación a fomentar la participación de la ciudadanía, que suele solicitar recuperar zonas de baño y alamedas, instalar puestos de observación de aves, eliminar cañas o diseñar pasarelas peatonales. Y mucha educación ambiental, porque los objetivos dependerán de las causas de la degradación, las condiciones actuales del curso de agua y de los fondos económicos, pero "tiene que existir una demanda de la sociedad para que los políticos inviertan”, reclama. La clave, como ocurre a menudo en temas medioambientales, es que “hay que empezar desde la base, que los niños conozcan su río, sus ramblas, que hagan actividades, y que sepan qué pueden hacer por su río”, alienta manteniendo la contundencia y la esperanza.
Dos perspectivas desde el mismo punto de los estupendos carrizales de los Saladares del Guadalentín.