Tras el incendio en El Garruchal el pasado día 19

No pisen la zona quemada

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El incendio el pasado viernes de alrededor de 50 hectáreas de la Sierra de El Garruchal ha despertado el deseo de numerosos voluntarios y amantes de la naturaleza de lanzarse animosos al monte a iniciar la reforestación y regenerar una zona del campo murciano muy frecuentada y considerada especialmente bonita. Sin embargo, parece ser que la mejor idea es aparcar un poco este ímpetu y "dar una oportunidad a la naturaleza", apunta Antonio Soler Valcárcel, miembro de la Asociación vecinal para el Desarrollo del Garruchal (Adesga). "Lo que podemos hacer en primer lugar es no entrar a pisar el sitio para no compactar ni erosionar, e incluso señalizarlo para que nadie lo haga", recomienda.

La zona afectada, en el paraje de El Estrecho, era un rincón atractivo porque estaba bastante bien conservada, ofrecía áreas de solana y umbría con una gran variedad de plantas, la atraviesa un sendero, y acogía una notoria población de palmito, la única palmera autóctona de la Región, que ha "quedado liquidada", señala Soler. Aunque había algo de procesionaria, "la mayoría de la gente no lo sabe, pero el mayor problema que tenemos no es tanto la procesionaria como un escarabajo perforador que es una plaga, que en la fase larvaria perfora el tronco de los pinos", corrige.

     En cuanto a la fauna, el búho real es uno de los habitantes más emblemáticos de esta sierra pero, afortunadamente, no parece que este incendio le haya afectado significativamente. "Hay búhos por todos los sitios, pero en esta época del año los jóvenes tienen ya unos cinco o seis meses, con lo cual ya estaban mayores y habrán podido huir". Algo parecido le ha ocurrido a la población de conejos, su alimento: "sus madrigueras son bastante profundas, lo más normal es que el calor no les haya afectado al punto de matarlos, además de los que hayan escapado". Peor lo han pasado todos los seres de tierra, como los reptiles, invertebrados o algunos mamíferos de los pequeños que se esconden debajo de las piedras, donde las temperaturas son tan altas que no las habrán podido soportar.

     Además, se trata de una zona de usos naturalísticos y forestales en el Plan General de Ordención Urbanística del Ayuntamiento, "por lo que se supone que no se puede urbanizar", apunta Soler; y es Zona de Especial Protección de las Aves (ZEPA), protección europea "que no desaparece por el hecho de haberse quemado", recalca.

Soler se lamenta de que "esta zona es muy fastidiada para recuperarse después de un incendio, porque los suelos son margosos, muy pobres en materia orgánica, y tienen pendientes altas en sitios como el incendiado. Y especialmente en las solanas, como es el caso, la humedad del suelo baja a 0 en los primeros 40 centímetros durante el verano". Por eso, explica, "reforestar parece ideal, pero el éxito es muy pobre, y las actuaciones sobre el suelo conllevan un pisado que causa la compactación del mismo y la erosión de la capa superficial de cenizas y de las posibles semillas que han quedado depositadas".

"Lo ideal es darle una oportunidad a la naturaleza, es la única manera con que se puede empezar a arrancar. Las reforestaciones tienen un grado de fracaso altísimo", insiste el experto.

Porque este suelo recién quemado es clave en esta recuperación, y así, el técnico advierte de que "lo peor que puede pasar es que en septiembre u octubre nos llegue una gota fría con 40 litros por metro cuadrado y se laven todos los restos de ceniza y lo que se haya podido quedar en superficie". "En El Garruchal tenemos muchos sitios donde, debido a una mala gestión urbana, se ha perdido la cubierta del suelo y se han quedado desnudos para siempre, y no hay posibilidad de recuperarlos", relata.

Sin embargo, si cae una lluvia dulce y suave, "lo primero que va a pasar es que va a empezar a germinar un montón de semillas de pino. A las piñas de los pinos, con el calor del fuego les pasa lo mismo que con el calor natural del verano: se secan, se abren y se disparan, literalmente, como una granada que proyecta un montón de semillas de pino. En las zonas de umbría van a brotar cientos de pinos. Pasados dos o tres años habrá que empezar a clarear. Porque un problema que tiene el bosque de pino carrasco cuando no hay una mínima gestión es que aparecen muchos pinos pequeños pero todos raquíticos. Merece la pena quitar algunos de ellos para que los que quedan cojan más porte, más altura y más espacio y se vaya creando debajo un sotobosque, un monte bajo principalmente a base de arbustos. En las zonas de solana habrá un porcentaje de germinación y supervivencia de pinos mucho menor. Son zonas mucho más proclives a vegetación arbustiva, como espino negro, esparto, acebuche... Luego lo ideal es dejar que la naturaleza lleve adelante ese proceso de sucesión, en el que unas especies llegan primero, luego crecen y dan cobijo a otras especies más delicadas, que con el tiempo cogen porte y suelen ir ganando espacio a las primeras, y en 10 ó 15 años vaya recuperándose una biodiversidad natural", describe el experto.

En todo caso, "son sitios muy complicados de recuperar", resume Soler, quien calcula que "pueden pasar 25 ó 30 años hasta alcanzar un estado medio óptimo". "Tenemos un mal asunto, la verdad, en todas las zonas semiáridas las pérdidas de suelo tardan mucho tiempo en regenerarse", avisa.

Soler ya se ha puesto en comunicación con el director-conservador del Parque Regional y la zona afectada y, más concretamente,con Medio Ambiente de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia (CARM), a cuyos responsables, dice, "les ha parecido muy bien que haya una movilización social de apoyo al espacio natural y un deseo de hacer cosas", en relación con el grupo formado en Facebook y denominado 'Amig@s del la Sierra del Garruchal' en el que está incluido el propio Soler. En la CARM han coincidido con el experto en el planteamiento de no hacer nada en un principio "porque ya sabemos el porcentaje de fracaso de las reforestaciones, incluso echando mucho mimo", cuenta. Igualmente, les hizo partícipes de la idea de elaborar carteles que señalicen la zona e incluyan la indicación de no salirse de las pistas en la zona del aparcamiento de El Estrecho y en los comienzos de la Senda Bonita, con la respuesta de que "ellos mismos se iban a poner inmediatamente a prepararlos, a ver si estaban listos en una o dos semanas para ponerlos en el terreno". Según las conversaciones, la CARM va a hacer los carteles sin ningún tipo de coste para los voluntarios, "y se habló de la participación de la gente para la puesta en el terreno", concluye Soler. Esperamos verlos pronto.

Mónica Rubio. Periodista y Bióloga.

La complicación de las reforestaciones

Antonio Soler Valcárcel, miembro de la Asociación vecinal para el Desarrollo del Garruchal (Adesga) y experto en cambio climático, explica que las reforestaciones no funcionan habitualmente "por un montón de razones".

Cuando los suelos están tan compactados y con falta de materia orgánica, describe el experto, la lluvia cuando cae corre en superficie y no penetra. Y sobre todo en las zonas de solana, donde el sol calienta mucho porque en esta Región hay muchas horas de sol, no hay humedad en el suelo. "Entonces, las plantas que han sido criadas en un vivero, que han estado envueltas en turba, con agua todos los días, y que de repente llegan ahí... les ocurre que su metabolismo nunca se adaptó, nunca han estado preparadas para este lugar. Incluso plantas resistentes, como el espino negro, el lentisco, muchas de ellas fracasan... La semilla que cae en un sitio donde, por lo que sea, porque hay un pequeño reguerillo de agua o un poquito más de sombra, puede germinar por sí sola, tiene mucho más porcentaje de éxito que una planta traída de vivero", detalla.

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"Hemos tenido muchísima suerte"

"Hemos tenido muchísima suerte porque no había otro incendio activo en los alrededores", defiende Antonio Soler Valcárcel, educador ambiental. En la extinción del incendio se implicaron dos hidroaviones y tres helicópteros a la vez, había embalses muy cerca y el Mar Menor quedaba a 20 kilómetros, por lo que la velocidad de vuelco de agua fue muy rápida, recuerda. "Se han podido dedicar todos los medios, y desde las 10 de la mañana con tres o cuatro focos. Si llega a ocurrir con un incendio en Valencia o en el interior de la Región, el problema podía haber sido mucho más grande", avisa el experto, quien advierte de que "el monte es yesca y un loco suelto...".

Defiende, además, que hay que agradecer la dedicación "a la gente que se juega el pellejo, que los pude ver muy de cerca. A los medios aéreos y a los terrestres". En su opinión, "somos una Región que para la problemática de incendios que podríamos tener, estamos consiguiendo un índice de control de incendios en momentos muy tempranos muy alto, y eso es porque hay gente muy bien preparada y muy bien coordinada. En este aspecto hay gente que está trabajando muy bien y con recursos siempre limitados", reivindica.

Además, a su trabajo se une un problema más, que es la existencia de viviendas ilegales. Su presencia obliga al personal de extinción a dedicarles la primera atención, cuando ésta debería dirigirse al medio natural. Ecologistas en Acción lo ha denunciado en esta Nota de Prensa que puede leerse aquí.