Los guardas rurales de Murcia desaconsejan la caza deportiva del conejo como gestión de fauna
Los guardas rurales de Murcia consideran que recurrir a la caza deportiva del conejo de monte para reducir los daños que ocasiona a la agricultura, como se está haciendo en varios municipios de la Región, “puede funcionar como medida de choque, pero no es la solución”, según se recoge en un trabajo de investigación elaborado por la Asociación de Guardas Rurales de la Región de Murcia (Agurmu) y que acaba de ser hecho público. La Asociación, que ha realizado un informe sobre los daños agrícolas producidos por el animal en el municipio de Molina de Segura desde 2018, identifica como causa fundamental de estos perjuicios “la desestabilización del sistema en el medio natural”, por lo que apuesta por medidas de corrección en origen que mejoren las condiciones de las fincas rústicas y rurales, y se pregunta, asimismo, que “si tan buenos fueron los resultados” de esta fórmula en la gestión anterior, “por qué hay que prolongar la Orden de Emergencia Cinegética en 2020, tan solo un año después, en los mismos municipios”.
Entre las medidas de corrección en origen en lugares cinegéticos se encuentran plantaciones de especies que den frutos silvestres a la fauna, como acebuches, paleras, higueras, garroferos… y puntos de agua, para procurar retener a los animales; en las fincas agrícolas son, por ejemplo, recomendables lindes arbustivas. Esto es necesario “para que la fauna no se tenga que desplazar a los cultivos a comer, que van muertos de hambre; y encima llegan a un cultivo donde se ha abusado de herbicidas, no hay ningún brote de hierba ni en las calles ni en los taludes, y no les queda más remedio que morder el tronco”, describe la situación Mariano González Hernández, presidente en funciones de Agurmu y firmante del informe. Uno de los problemas de base que generan esta situación, añade, es que “en la Región de Murcia, a los Cotos de Caza no se les exige un Plan Técnico Cinegético, que es donde se reflejan las medidas a tomar para una debida gestión cinegética”. Este plan, redactado por un ingeniero forestal, “dice cómo tienes que seccionar tu zona de manera sostenible y cuidando el hábitat en beneficio de toda su fauna”. El hecho de que no sea obligatorio “es un disparate”, sostiene el técnico.
COMARCA CINEGÉTICA TEMPORAL
La Orden de 15 de febrero de 2019, de la Consejería de Empleo, Universidades, Empresa y Medio Ambiente, sobre medidas para la prevención de daños causados por la proliferación de conejos, declaró Comarca de Emergencia Cinegética Temporal por daños de conejo, los términos municipales de Abanilla, Archena, Fortuna y Molina de Segura (BORM nº 53, de 5 marzo de 2019). Recientemente, la Orden de 13 de marzo de 2020, la amplía a los términos municipales de Abarán, Albudeite, Blanca, Campos del Río, Mula y Yecla (BORM nº 64, de 17 de marzo de 2020).
Por ello, desde Agurmu abogan por incorporar guardas de caza en los municipios. A diferencia del cazador deportivo, el guarda de caza es un profesional de la gestión del hábitat. Al servicio de un ayuntamiento, esta figura “puede asesorar en gestión sostenible a cazadores y agricultores, además de llevar a cabo las medidas de choque en la localidad mientras se acondiciona el medio rural para restablecer el orden natural”. En la Región, un guarda rural -cuyas funciones son la protección de bienes y personas en municipios rurales y fincas rústicas- tiene que acreditarse también específicamente como guarda de caza para ofrecer este servicio. Si además quiere ser empresa de captura, debe poseer las intalaciones al efecto y registrarlas.
“Caza deportiva y gestión de fauna son dos cosas diferentes”, defiende González Hernández: “a mí me llaman, y yo lo último que hago es pegarle un tiro a un animal”. Antes lanza cartuchos de goma -cuyo nombre oficial es ‘munición ahuyenta alimañas’- para disuadir a jabalíes o animales de caza mayor, “pero que no los matas ni los hieres”. O recurre a la captura en vivo y traslado a una zona donde haya déficit, estudiando el modo de retenerlo en el nuevo paisaje.
Al estar de manera estable en un municipio, este profesional puede realizar una mejor gestión que un cazador deportivo. Recalca, al respecto, que el agricultor que sufre daños necesita urgentemente que le solucionen el problema. “Si le das el permiso a un cazador irá el fin de semana, cuando puede, mientras que el guarda de caza está ahí”. Además, son conocidas las quejas elevadas por los agricultores en esta Comunidad lamentando que los cazadores deportivos no se preocupan de las manadas de caza mayor que entran y dañan un cultivo. Se sabe que, en el momento en que entra una manda, si cae uno, el grupo sale en estampida y no vuelve mínimo en un mes, pero los cazadores deportivos “aguardan sin disparar, para no delatarse, y esperan a que entre un gran trofeo, y de este modo no salvaguardan el terreno, que era la finalidad de esta gestión; no le resuelven el problema al agricultor”.
Con una buena gestión del guarda de caza en el monte, además, se puede “evitar que un cazador suelte cada dos por tres perdices ilegales y sin control sanitario de ningún tipo, o puede hacer capturas a lo largo de todo el año, y con su presencia repele la delincuencia, los robos en estas fincas”, agrega.
Además, en opinión de González Hernández, esta fórmula encaja en “la gestión que debe dar un Ayuntamiento, ya que es la entidad que cobra un IBI rústico a agricultores, ganaderos y cazadores. Está cobrando el impuesto y no está dando ningún servicio. Es el primero que debería dar un paso al frente, dar un servicio de gestión del hábitat”, reclama. Y cita que así se está haciendo en La Rioja, Navarra, País Vasco y cada vez más ayuntamientos de Castilla - La Mancha, Valencia o Andalucía…, “donde se toman más en serio la gestión medioambiental”.
Pero las propuestas de Agurmu fueron desestimadas por los agricultores, el Ayuntamiento de Molina de Segura -“aun sin haberles presentado ningún presupuesto”- y la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia. Y en febrero del año pasado se declaró la Comarca de Emergencia Cinegética Temporal por daños de conejo en Abanilla, Archena, Fortuna y Molina de Segura, que en marzo ha sido ampliada a Abarán, Albudeite, Blanca, Campos del Río, Mula y Yecla.
En estas circunstancias, la asociación señala que presentó a los cazadores la idea de que, ante la previsión de una caza masiva de conejo de monte, podrían alquilar una cámara congeladora para el aprovechamiento de la carne de conejo y venderla en un matadero cinegético de Castilla - La Mancha. Aunque la propuesta tuvo, dicen, una buena aceptación por parte del colectivo, “no consta que lo llevaran a cabo”.
En la asociación también se cuestionan el “éxito de la gestión del año pasado, en la cual se informó de la captura de “miles de conejos”, que fue una cifra proporcionada por los cazadores a los técnicos de la Consejería, pero “no existe certificación por parte de la autoridad veterinaria ni de la cifra ni de su destino, se da por buena debido a los resultados satisfactorios según los agricultores”, lamentan. “Esos miles de conejos dividido entre los cazadores que fueron, no hay frigorífico casero que lo soporte. ¿Dónde han ido a parar?”, lanza González Hernández.
EL GUARDA RURAL
La figura de guarda rural se creó para dar servicio a los municipios. Cuando formaba parte de las Cámaras Agrarias, dice Mariano González Hernández, se hacían cargo todas las partes interesadas y daba un servicio conjunto. "Eso, en la Región sea perdido y es un gravísimo error que el guarda de caza lo contrate y dependa económicamente de una sociedad de cazadores. ¿Cómo vas a ejercer tu trabajo cuando pillas al que te está pagando haciendo una infracción? Esto no es viable, esto tiene que ser un servicio municipal, como ha sido siempre". Y así, "un profesional está todo el año una persona haciéndose cargo de la gestión del hábitat, la fauna, asesoramiento a agricultores y cazadores de cómo hacer las cosas bien. Porque el origen del problema está en la falta de gestión por parte de agricultores y cazadores porque no siguen las directrices de sostenibilidad, que vienen de Europa”.
En el caso concreto del ‘Trabajo de Investigación sobre daños agrícolas ocasionados por la fauna cinegética’, desde Agurmu se estudiaron los terrenos afectados en Molina, en un recorrido paralelo a la autovía Murcia – Albacete, desde el pequeño núcleo del Fenazar hasta las urbanizaciones perimetrales situadas al norte del casco urbano, pasando por el paraje de las Lagunas de Campotéjar. Y lo primero que encontraron allí fueron daños, pero no plaga, ya que, según señalan “erróneamente se suelen ligar estos dos conceptos” pero si bien una plaga siempre se ocasionarán daños, “para que se produzcan daños no es necesaria una plaga”. Y, a su parecer, en los territorios supervisados “había zonas con mucha densidad, otras con una densidad dentro de lo normal en nuestras latitudes, y otras zonas donde había poca o ninguna población”, de manera que no encaja el concepto de plaga, que “acapara una gran extensión arrasando con la flora”.
Más aun, “La zona con más concentración de conejo y madrigueras era el talud de la vía ferroviaria y en terrenos en estado de abandono, especialmente si se encuentran en zonas donde no se permite la caza, y en ambos casos se complica mucho la posibilidad de obtener una autorización para capturas y es imposible llevar a cabo la caza con arma de fuego”, detallan.
Al contrario, detectaron que “la mayoría de los cultivos carecían de manto vegetal, ni tan siquiera en lindes o taludes, abundaban los envases vacíos de herbicidas, éstos eran los cultivos más afectados, en cambio, los cultivos que respetaban el manto vegetal y no abusaban de pesticidas, tenían pocos o ningún daño ocasionado por el conejo”. “A diferencia del panorama agrícola, -donde, de hecho, cada vez más agricultores se suman al producto ecológico y criado de forma sostenible- en el caso de la cinegética son pocos los Cotos de Caza donde se lleva a cabo una gestión aceptable”, dice el texto.
González Hernández lamenta que "los intereses económicos en la Región de Murcia están por encima de los intereses de protección medioambiental. La Administración cobra un impuesto sin ofrecer servicios a cambio. Se ahorran un dinero que tenía que haberse revertido en la gestión sostenible de estas fincas".
Para la asociación, la clave está en “anteponer las necesidades medioambientales a los intereses económicos en beneficio de todos”, que es el camino que “nos conduce a la solución: la gestión sostenible de nuestros recursos naturales”. González Hernández cree que aún estamos a tiempo de revertir esta situación, "la naturaleza es súper agradecida, pero algo hay que hacer porque los daños agrícolas cada vez son más y más agresivos por la falta de gestión sostenible agrícola y, sobre todo, cinegética. Todo lo que no sea empezar ahí es parchear para nada".