Los fangos, imprescindibles en la recuperación del Segura
El río Segura, a su paso por la Región, se encuentra ahora mismo en el mejor momento de su historia más reciente. Y los sedimentos de su lecho han sido claves en esta recuperación. Así lo asegura Andrés Millán, profesor titular de Ecología de la Facultad de Biología de la Universidad de Murcia (UMU).
Millán lleva más de 30 años mirando al río, estudiándolo y analizando sus aguas y los organismos que viven en su lecho -el 'bentos', como puntualiza el profesor, esto es: todas las especies de plantas y animales que viven en el fondo, bien desplazándose sobre éste, bien inmersas en él o adheridas a un sustrato-. Y considera que este lecho ha experimentado un proceso "de sucesión ecológica", es decir, de paso paulatino de un estado a otro, que en este caso ha sido de mejoría al haber aumentado poco a poco su heterogeneidad como consecuencia de una mejor calidad de las aguas.
Este proceso, explica Millán, ha sido posible gracias a la mejora de las depuradoras de aguas residuales experimentada, sobre todo, en los últimos diez años, y que ha permitido que el lecho del río alcance un estado más complejo y diverso, favoreciendo la recolonización de diferentes formas de vida. "Los fondos son cada vez menos lodos -menos finos- y aparecen sustratos más gruesos y variados", apunta.
Y es que en este suelo anegado viven organismos que, de una parte, favorecen el buen estado del agua y, de otra, se integran en una cadena alimenticia -técnicamente, la cadena trófica (ponemos un ejemplo simplificado a la derecha)- que, arrancando en una planta, pasa por un inadvertido gusano y puede terminar en la anguila, pez bandera hoy de estas aguas.
Y no solo eso. Este fondo es clave también para el establecimiento de una flora acuática (ya sean algas o plantas superiores) que se sitúa al principio de una red trófica que, en este caso, permite el desarrollo de otras formas de vida más complejas que, a su vez, incluso pueden mejorar el estado de las riberas del río.
De esta manera, el estado de los sedimentos que conforman el lecho de un río condiciona la diversidad que éste es capaz de albergar.
Porque estos lodos no son mero material residual robado por la erosión a las orillas, ni simples desperdicios caídos desde la ribera. Pueden exhibir diversa composición, desde materia orgánica muy fina y sin oxígeno -anóxica, precisa el experto- que vulgarmente se llama cieno y huele mal por el metano o sulfhídrico que desprende, hasta constituir una estructura más compleja y diversificada, que puede ser más granulosa o gruesa, cuenta.
En un lecho pobre, describe el también responsable del Grupo de Investigación 'Ecología Acuática' de la UMU, vive una comunidad muy simple de organismos (gusanos y larvas de insectos, principalmente), donde sólo hay una o dos especies dominantes: larvas de mosquitos y un tipo concreto de gusanos. Suele tratarse de lodos. Conforme el lecho mejora, como ocurrió en la Región tras la adecuación de las condiciones de los vertidos, se mezclan las capas de sustratos de distinto grosor y la comunidad de organismos acuáticos se vuelve más compleja", relata. Y detalla: "Es el lecho, al diversificarse, lo que permite que evolucionen mejor las algas y plantas superiores que viven sumergidas. Porque pueden colonizar ese sustrato, ya que no es un fango anóxico. Y esto favorece la entrada de nuevos organismos".
"En Murcia capital, el lecho es básicamente sedimento fino, esto es, fangos y lodos. Aquí se dan las condiciones más artificiales, que también aparecen hacia la desembocadura. En estas zonas hay más componentes anóxicos. Aguas arriba está mejor, principalmente en algunas zonas de Cieza y Calasparra", repasa.
"Aún queda bastante por hacer, pero la mejoría se nota", reivindica Millán, quien apunta que ahora disponen de indicadores bióticos que revelan estos avances. Son plantas sumergidas, macroinvertebrados y peces que determinan el estado de conservación de los ecosistemas acuáticos, como los nenúfares, unos macroinvertebrados llamados efímeras o hasta el mismo barbo (en la imagen de la derecha).
Por ello, cree que se está en el camino marcado por la Directiva Marco del Agua, una ley europea que exige que para el año 2015 se hayan alcanzado unas mínimas condiciones de calidad de los ríos y una de cuyas obligaciones era depurar las aguas. "Hace 20 años se vertía directamente al río", recuerda.
Hoy, y a modo de ejemplo, refiere que en el Segura se organizan varias cadenas tróficas que relacionan los organismos que viven en los lechos con otros organismos más complejos. Así, a partir de las algas del suelo se establecen gusanos y larvas de insectos, que constituyen el alimento de otros organismos que nadan en el agua. Estos son, a su vez, ingeridos por el cangrejo de río, por peces como el barbo o por aves como las fochas. Por último, el cangrejo y los peces son, de nuevo, depredados por aves como la garza, o por mamíferos como la nutria, animal esquivo pero largamente admirado por la población y cuya presencia en el río está, así, directamente relacionada con la buena calidad del lecho.
Millán, quien puntualiza que no se bañaría en el Segura en Murcia capital, pero sí aguas arriba -"Como mucho, llegaría hasta Archena. En Murcia las condiciones no son del todo buenas, aún quedan vertidos puntuales y me desagrada el olor, color y las texturas", se excusa-, defiende que el Segura va 'por buen cauce'. "Si se sigue así, en un par de décadas se alcanzaría una buena situación. La naturaleza va a otro ritmo...", deja caer.
Retirar el lecho es quitarle las propiedades al río
En la Región, cuenta Andrés Millán, profesor de Ecología de la Universidad de Murcia (UMU), con la mejora de las depuradoras de agua residuales, "al haber aguas más oxigenadas se eliminaron los fangos negros y se fue mejorando la calidad del lecho. Se permitió así una colonización de plantas y animales. Si ahora retiramos ese lecho del río, que en algunos sitios aún son lodos y en otros está mejorado, volveremos a empezar, volveremos al inicio del proceso de sucesión natural de mejora que ha experimentado el Segura en estos años. Sería como quitarle las propiedades al río y simplificarlo a sus primeras etapas. Esto también puede favorecer la entrada de especies exóticas", argumenta.
Además, alega que la Directiva Marco -una ley europea de obligado cumplimiento sobre la calidad de las aguas de los ríos- no obliga a realizar dragados, mientras que sí habla de otras medidas tales como las depuradoras o el monitoreo de la calidad del agua, o de repoblaciones forestales, recuperación de riberas e, incluso, retirada de azudes en algunos casos. "Si se realizan actuaciones hostiles, duras, con cambios fuertes en la fisonomía del cauce, como retirar toneladas del lecho de un río que está en mejoría, se elimina la función del río y se favorece que aparezcan plagas y especies invasoras. Vas contra la propia Directiva Marco", lamenta.
Asimismo, recalca que "dragar ahora no tiene ningún sentido. El Ministerio de Medio Ambiente ha señalado que el efecto los dragados sobre los peligros de inundaciones es muy poco, que no contribuyen a mejorar las condiciones de seguridad de los ríos. No tiene ninguna utilidad e incluso podría ser contraproducente, ya que al dragar el lecho, el río podría soportar un mayor caudal que se desplazaría con más rapidez, de manera que, al contrario de lo que se podría pensar, aumentaría el peligro de una catástrofe en caso de lluvias intensas. A ello se uniría el perjuicio, ya comentado, que este cambio conlleva para la comunidad de especies que viven en el río", enjuicia. En su opinión, lo que se busca es "aumentar el caudal para llevar el agua de unas zonas a otras para el riego, pero lo que habría que hacer es procurar un equilibrio entre la necesidad de conservar la naturaleza y la del desarrollo agrícola de la Región".
Y añade que "por Murcia, difícilmente hay peligro de desbordamiento. El río está encauzado. Si ocurriera algo sería totalmente impredecible y con lluvias que ahora mismo nadie se plantea, lo cual no quiere decir que no pueda ocurrir", especifica.
Más aún, el profesor expone que "aunque los ríos mediterráneos se recuperan relativamente rápido de un impacto que no se mantenga en el tiempo, aquí, el problema es que es un río 'muy enfermo', que sufre otro tipo de impactos como la regulación del caudal para regadíos -el Segura lleva más agua en verano que en invierno, en contra de su lógica- y que, ahora que está empezando a mostrar ciertas mejorías. Un dragado no sería de mucha ayuda... estamos perdiendo el tiempo y el dinero", sentencia.
Andrés Millán, profesor de Ecología de la Universidad de Murcia (UMU).
Rincones del río
El río Segura posee tramos mejor y peor cuidados. El de la imagen superior corresponde a la zona por donde abandona la ciudad de Murcia.
Esta imagen ya no puede verse. Las obras de dragado han retirado toda la vegetación de este rincón, en el que estos últimos meses hemos podido ver garzas, martinete, avetorillo y más aves. ¿Volverán?