Las aves acuáticas del Mar Menor, en un completo atlas
El 'Atlas de las aves acuáticas del Mar Menor y humedales de su entorno', recién editado, rezuma todavía olor a sal y agua, y al ojear sus páginas pareciera que fueran a escaparse de su interior delicadas plumas y el rumor del parloteo incesante de decenas de pájaros.
Del tarro blanco al martín pescador, las 80 especies que componen este rollizo manual vienen ampliamente explicadas para entender su biología, ecología, distribución y hábitat; o detalles, según cada caso, de su reproducción, invernada o pasos migratorios. Su grado de amenaza, tendencia de las poblaciones, fotografías, mapas, gráficos y lugares en los que han sido contempladas completan esta valiosa información, heredera del quehacer de una ingente cantidad de naturalistas que han ido elaborando censos regionales desde 1972, y que ha sido reunida ahora en casi 400 hojas.
La obra física parte de la idea de Gustavo Ballesteros Pelegrín, doctor en Geografía y uno los tres editores del volumen, junto a Antonio Zamora López y José Manuel Zamora Marín, conocidos naturalistas de la Región de Murcia, autores de diversos estudios científicos y bregados en el seguimiento de fauna -no en vano, los tres han participado también en alguno de estos censos que les han servido de bibliografía-. Ellos han comandado un equipo de otros cuatro autores, que se ha visto a su vez arropado por decenas de colaboradores. Gracias a todo este esfuerzo coral, se ha recopilado material referente a 21 humedales de este entorno de la Región de Murcia, como las encañizadas, las salinas del Rasall, las cinco islas interiores, las lagunas de los Alcázares, la playa de la Hita-Punta Galera o las más alejadas lagunas del Cabezo Beaza.
LARGA RECOPILACIÓN
Los primeros datos proceden de los censos de aves acuáticas invernantes que la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE) empezó a coordinar en 1972, y que se han continuado prácticamente sin interrupciones hasta la actualidad.
En el caso de los censos de aves acuáticas reproductoras, los datos comenzaron a tomarse de manera estandarizada a partir de 1999, como parte del programa de seguimiento biológico desarrollado por la Comunidad Autónoma.
En ellos, han localizado a estas aves invernantes y reproductoras, en realidad, "una amalgama de especies que poco o nada tienen que ver en relación a su taxonomía, dieta o apariencia pero que desarrollan al menos una parte de su ciclo vital en estrecha relación con los humedales, bien alimentándose dentro de ellos o en sus orillas, o bien construyendo sus nidos en la vegetación asociada", explican. Esta selección de avifauna aparece en el libro agrupada como: anátidas; zampullines y somormujos; flamencos; espátulas, moritos y garzas; cormoranes; rapaces asociadas a humedales; rálidos; grullas; limícolas; gaviotas, charranes, pagazas y fumareles; y martines pescadores.
Esta diversidad, sobre todo de costumbres, ha supuesto que los seguimientos requirieran de diferentes técnicas y metodologías, lo que les ha dado ocasión de comprobar, por ejemplo, que el avetorillo es una de las especies más difíciles de monitorear por sus hábitos marcadamente esquivos, de forma que ya saben que es complicado constatar su reproducción a través de la búsqueda de nidos. De todos los años de trabajo destacan también las dificultades encontradas para mantener la continuidad en los seguimientos biológicos de las diferentes especies durante el período reproductor. Según relatan, la limitación de recursos y los recortes en los presupuestos para medioambiente han conllevado que algunos años no se desarrollen seguimientos oficiales por parte de las administraciones públicas. Por suerte, se felicitan porque "estas lagunas de datos han sido cubiertas altruistamente por parte de naturalistas que han visto la necesidad de no interrumpir las series temporales".
Una guía que "se estaba haciendo esperar"
Las horas de revisión y recopilación de datos se han concentrado en el 'último tirón' de seis meses de redacción y trabajo intenso. Un esfuerzo que merecía la pena porque "se habla mucho de los impactos que se están produciendo en el Mar Menor, pero hasta la fecha no se ha hablado nada de los efectos sobre las aves acuáticas que desarrollan su ciclo biológico en la laguna y humedales de su entorno", el grupo de vertebrados más importante por lo que el Mar Menor fue declarado como Sitio Ramsar y Zona de Especial Protección para las AVes (ZEPA), apunta el equipo editor. Sin embargo, el análisis de las poblaciones invernantes y nidificantes a lo largo de tantos años proporciona muchísima información de la respuesta de estas especies, su tendencia y viabilidad poblacional en el futuro cercano. Por ello, defienden que el estudio proporciona contenidos muy útiles para la gestión de especies de aves acuáticas y espacios protegidos, que pueden servir de gran ayuda al personal técnico encargado de ordenar el uso público, vigilar el cumplimiento de la normativa o planificar acciones de restauración de hábitat. "Hasta la fecha no había disponible ningún documento que compilase información sobre la distribución, tendencia, fenología y amenazas de las acuáticas invernantes y reproductoras en el entorno de la laguna costera. Era un trabajo que ya se estaba haciendo esperar", reivindican.
OJO CON LA PATIAMARILLA
Como parte del equipo de seguimiento de aves acuáticas reproductoras en la Región, en 2015, los redactores del atlas se pasearon por la isla Perdiguera para estimar el tamaño de la colonia de ardeidas. Terminado el trabajo, y ya rumbo al puerto de Los Urrutias en una pequeña zodiac -que les prestó el padre de José Manuel Zamora- vieron al salir, en el agua, un pollo de gaviota patiamarilla que se había dispersado recientemente del nido. "Como habíamos estado marcando pollos de gaviotas con anillas de PVC en la isla, decidimos acercarnos a él, cogerlo desde la zodiac, anillarlo y volver a dejarlo en el mismo sitio. El pollo, lógicamente, rehuía a nado nuestra presencia y nos acercaba lentamente a la zona rocosa. Cuando estábamos cerca de capturarlo, la hélice del motor debió de tocar una roca y se rompió, por lo que nos quedamos sin anillar al pollo y tuvimos que volver a remo hasta Los Urrutias, llegando, claro, bien entrada la noche", recuerda el biólogo.
En otra ocasión, en una jornada de censo de colonias reproductoras en el interior de las Salinas de San Pedro, una gaviota patiamarilla se excedió en su display intimidatorio -comportamiento muy visible y aparatoso- y acabó causándole una llamativa herida a Gustavo Ballesteros en la cabeza, que empezó a sangrar ostensiblemente. Desde entonces, agrega Zamora, "hemos adoptado la misma técnica que los sabios salineros de San Pedro para evitar estos incidentes: un buen gorro de paja y máxima atención a las pasadas de las 'patis'.
A todo ello se suma que "las aves acuáticas participan en un amplio abanico de procesos ecológicos, desde la dispersión de semillas de plantas y fases de latencia de invertebrados (incluso huevos de peces), hasta el intercambio de nutrientes entre humedales o el control de especies plaga, entre otros", apuntan. Las garcillas bueyeras, por ejemplo, forman colonias de reproducción en algunas islas del interior del Mar Menor y, desde hace un par de años, en las salinas de San Pedro del Pinatar. Sin embargo, para buscar alimento se adentran en cultivos del Campo de Cartagena, donde aprovechan el laboreo de los tractores para capturar diversas especies de insectos, contribuyendo así al control de plagas agrícolas. No obstante, agregan, más allá de las importantes funciones de las aves acuáticas en los ecosistemas, son un motor muy importante para el turismo de naturaleza en el entorno del Mar Menor, un sector que ya empieza a generar beneficios económicos en municipios como San Pedro del Pinatar.
De este modo, una de las conclusiones que se puede extraer de este estudio es la necesidad de protección de algún representante de esta avifauna. Al respecto, consideran que "los criterios de conservación de las especies deberían estar ponderados en función de cuán importante es la población que pretendes conservar para el total de la población en su rango de distribución (española, europea o mundial). Por ejemplo, la colonia reproductora de gaviota de Audouin en las Salinas de San Pedro constituye uno de los principales bastiones de la especie en toda su área de distribución, por lo que su conservación debería priorizarse por encima de otra especie cuya población marminorense constituya un porcentaje irrisorio de la población mundial". En numerosas ocasiones, añaden, la conservación de las aves acuáticas está supeditada a la adopción de medidas relativamente sencillas y baratas, como regular el uso público, compatibilizar los usos productivos con la reproducción de las aves o aumentar la disponibilidad de hábitat de reproducción, y ponen como ejemplo práctico de estas medidas la instalación de islas flotantes que ha desarrollado la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE) en la depuradora de Cabezo Beaza, que ha permitido la reproducción de la amenazada malvasía cabeciblanca, y también de otras dos especies de patos hasta ahora no reproductoras en la Región de Murcia, como el porrón europeo y la chuchara común.
Descensos y extinciones locales de aves
Aunque no les gusta generalizar, matizan, "a grandes rasgos podemos decir que las poblaciones de interés de conservación se mantienen en buen estado de salud en las Salinas de San Pedro del Pinatar y en las lagunas del Cabezo Beaza, pero se han producido descensos significativos y extinciones locales en el resto de los humedales periféricos y en la laguna del Mar Menor, sobre todo por las transformaciones de los hábitats como consecuencia de la llegada masiva de agua cargada con nutrientes procedentes del regadío intensivo del campo de Cartagena durante décadas, así como la urbanización generalizada en la periferia de la laguna".
Y es que el área de estudio -laguna costera del Mar Menor y humedales periféricos- "ha sufrido importantes cambios en lo que se refiere a su integridad ecológica, a los usos del suelo y a la presión antrópica, como ha quedado patente en estos últimos años con la crisis eutrófica de la laguna", ahondan lo expertos, para subrayar que "los humedales son particularmente sensibles a las actividades humanas, y la tendencia de varias especies de aves acuáticas nos viene a alertar de que algo no estamos haciendo bien". Ejemplo de ello es el chorlitejo patinegro, antaño habitual como especie reproductora en humedales periféricos y que hoy día ha quedado prácticamente relegado a las salinas litorales, especialmente las de San Pedro, que son las únicas gestionadas activamente. En el resto de humedales, diferentes presiones antrópicas han producido extinciones locales. En el lado opuesto sitúan a otras especies cuyas poblaciones han aumentado ostensiblemente en los últimos años, como la gaviota patiamarilla, cuya población experimentó un rápido crecimiento en la década de 1990 y comenzó a ocasionar problemas de conservación para otras especies de charranes (por depredación y molestias en colonias reproductoras). El incremento de dicha población parece tener como explicación el acceso a recursos tróficos ilimitados a través de los vertederos abiertos.
No parece una amenaza, sin embargo, la presencia de especies exóticas, de las que conocen observaciones ocasionales. La inmensa mayoría corresponden a escapes de núcleos zoológicos o colecciones privadas "y afortunadamente no llegan a establecer poblaciones viables en el entorno de la laguna costera", detallan. De hecho, ninguna lo es entre las 80 especies catalogadas como establecidas. "Esto no implica que debamos rebajar la atención, pues el comercio de especies exóticas actualmente está conllevando la introducción de muchas de ellas en el medio natural, ocasionando a veces serios problemas de conservación. Por ejemplo, el ganso del Nilo es una especie exótica con poblaciones reproductoras ya establecidas en algunos países de Centroeuropa, y cuya conducta agresiva puede desplazar a otras especies de anátidas. Por su parte, aunque no muestra hábitos acuáticos, en el entorno del Mar Menor ya está presente una especie de ave exótica invasora -la cotorra argentina- que causa notables molestias por ruido en zonas residenciales", avisan.
Trasladar al papel toda la información recopilada ha sido el último eslabón de la larga cadena de trabajo. Ello les ha obligado a inmiscuirse en la "tan ardua como apasionante tarea de la revisión bibliográfica", dejan caer. Por suerte, apuntan, la Región de Murcia cuenta con una nutrida biblioteca de trabajos y notas ornitológicas, entre las que destacan una obra de referencia internacional escrita por el prestigioso naturalista murciano Ángel Guirao Navarro en 1859. Titulada 'Catálogo metódico de aves observadas en una gran parte de la provincia de Murcia', la describen como "la primera piedra de la ornitología murciana" y les ha permitido remontarse a la segunda mitad del siglo XIX para conocer en detalle qué especies frecuentaban las orillas del Mar Menor, cuán abundantes eran e incluso en qué estación se dejaban ver. "Gracias a las notas del histórico naturalista sabemos que varias especies de aves acuáticas consideradas comunes a día de hoy en el entorno del Mar Menor, como el flamenco común, el tarro blanco o la garcilla bueyera, no estaban presentes en la Región de Murcia hace algo menos de dos siglos. Esto viene a constatar que la composición de la comunidad de aves acuáticas del Mar Menor y su entorno es, lógicamente, muy dinámica, y que las tendencias de las poblaciones dependen de numerosos factores (usos del suelo, amenazas directas, acciones de conservación, disponibilidad de alimento) que actúan a diferentes escalas especiales, siendo la influencia de algunos de ellos todavía ajena a nuestro conocimiento", advierten. Y añaden, como curiosidad, cuánto les llamó la atención encontrar en el catálogo metódico una cita de calamoncillo africano en el Mar Menor (considerada actualmente una rareza en España), que el autor acompaña con una ilustración. El registro de Guirao, recalcan, es considerado a día de hoy la primera cita constatada de esta especie en España y una de las primeras para la ciencia.
'Atlas de las aves acuáticas del Mar Menor y humedales de su entorno'
Comité redactor: Gustavo Ballesteros Pelegrín, Antonio Zamora López y José Manuel Zamora Marín.
398 pág. Natursport Ediciones.
PUNTOS DE DISTRIBUCIÓN:
- Librerías Diego Marín (Murcia).
- Librería Floan (Cartagena).
- Online: web de Natursport.
"Afortunadamente, el haber podido contar con un nutrido panel de autores y colaboradores ha facilitado enormemente el trabajo, enriqueciendo a la vez la calidad de la obra", agradecen. Recopilar, depurar y analizar una serie temporal de datos continuados desde 1972 hasta la actualidad "requiere un riguroso trabajo de gabinete para asegurar que no se escapa ningún pequeño error, pero trabajar con una serie de datos longitudinales y espaciales de esta calidad permite obtener conclusiones robustas, que tienen además importantes implicaciones para la gestión y conservación de las aves acuáticas", dicen mostrando su satisfacción, si bien recalcando que "a este trabajo de gabinete le precedía un esfuerzo sin precedentes por parte de más de un centenar de naturalistas que durante cinco décadas han contribuido -y lo siguen haciendo- a inventariar las aves acuáticas invernantes de la Región de Murcia, a través del Censo Invernal de Aves Acuáticas. Esta iniciativa es, sin duda, la de más largo recorrido en la historia natural de la Región de Murcia", señala el comité redactor del recién nacido 'Atlas de las aves acuáticas del Mar Menor y humedales de su entorno'.
NOTA: todas las fotografías, cedidas por el comité redactor del Atlas.
1. Portada del Atlas, sobre una fotografía de charrancitos comunes. Imagen: Antonio Zamora. 2. Anillamiento de pollos de gaviota patiamarilla. A la izquierda, dos de los editores del Atlas: Gustavo Ballesteros y Antonio Zamora. Imagen: José Manuel Zamora. 3. Censo de nidos en una colonia de ardeida. En la imagen, en primer plano, José Manuel Zamora. Imagen: José Manuel Vidal. 4. Pagaza piconegra protegiendo a su pollo. Imagen: Antonio Zamora.