Floración 2014
La Floración de Cieza: ningún año igual que el anterior
En Cieza, la espectacular floración pinta cada invierno los campos de granates, rosas, blancos y lilas. Año tras año, antes de la llegada de la primavera al calendario, el hermoso valle se arlequina en una intensa gama cromática originada por los retales de melocotoneros, nectarinas, paraguayos, ciruelos y albaricoqueros, acompañados acaso por algún que otro almendro que se une a la fiesta, y el contrapunto verde de los olivos. Es el espectáculo más esperado, que estalla siempre igual pero siempre distinto. Así nos lo cuentan dos protagonistas de esta cita anual, quienes la viven de modo diferente pero igualmente intenso. Son Fernando Galindo, que lleva años fotografiando la floración ciezana, y Pascual Hortelano, de la Cooperativa Hortofrutícola La Vega de Cieza.
Galindo ha conseguido que sus fotografías aparezcan en las televisiones nacionales, dando empaque a este fenómeno que ya goza de un gran reconocimiento regional. Tiene cientos de instantáneas recogidas por todo el municipio, un amplio legado con el que este catedrático de Dibujo desea publicar un libro; y no ha perdido ni una pizca de ilusión por la floración. Muy al contrario, asegura que “cada año es distinta”, y vuelve a enfocar un rincón conocido, un visitante nuevo, una flor recién brotada... “Me despierto a las cuatro de la mañana pensando en dónde ir a sacar fotos”, cuenta, y asegura que es capaz de recorrer 70 kilómetros para no perderse nada de esta cita. Derrocha pasión por la floración y quiere contagiarla a las nuevas generaciones, lo que a buen seguro conseguirá en el taller de fotografía que impatirá en breve y que se desarrolla en medio de este marco floral. También se la contagia a sus pupilos, nosotros mismos, en una bella ruta por el municipio. “No me he dejado nada, os he enseñado todos mis lugares preferidos”, se confiesa. Una generosidad que se agradece y que quiere hacer extensiva en su página de Facebook Floración en Cieza (de la Asociación Cultural La Floración). “Quiero contar a la gente dónde vengo a hacer fotos, hasta poner las coordenadas para que cualquiera pueda venir”. No es usual ser tan desprendido, y menos con un recurso, la floración, que le ha dado parte de su gran fama como profesional de la fotografía.
Pascual Hortelano tiene una relación más práctica con la floración, pero muestra la misma pasión y coincide con Galindo en que cada año, el espectáculo se renueva. “Este año, nos cuenta, la floración se ha adelantado unos ocho o diez días, que para nosotros es muchísimo, porque nos obliga a poner la fruta de distinta manera en el mercado europeo”, analiza. Esta premura se ha debido, explica, a dos razones. Por un lado, el “reposo invernal” ha sido bueno, es decir, las plantas han dispuesto del suficiente número de horas de frío, en las que la temperatura ha estado por debajo de los 7ºC, y que se han prolongado desde las últimas fechas de octubre a noviembre. Además, en febrero no se han dado grandísimos fríos como, recuerda, el año pasado, que a 23 del mes hizo 7ºC bajo 0. Todo ello ha favorecido esta floración temprana, y al no haber fríos extremos, además, los árboles pueden exhibir muchas más flores, “todas las yemas se abren, todas han florecido, y por eso este año se ven los mosaicos tan bonitos, porque no se ve la madera”, suspira. Por eso, cada año la floración es distinta. Y a todo ello añade un factor más: la luz. “Estas últimas semanas de febrero y lo que va de marzo están dándonos mucha luz. Otros años han sido más nublados, o con lluvias... y la diferencia es tan grande que cuando está nublado es como si no hubiera florecido”, recuerda.
Pero no está todo asegurado, ni mucho menos. Las heladas siguen estando ahí. De hecho, la noche del pasado sábado al domingo hubo riesgo. Y los agricultores iniciaron sus procedimientos de defensa. Uno de ellos, la quema de balas de paja estratégicamente dispuestas en los huertos, tiene una larga tradición (se aprecian en la imagen de la izquierda, fotografía de Fernando Galindo). De noche, con toda la atención puesta en el cielo y, ahora, en las terminales informáticas, se comunican unos con otros contándose a qué ritmo varían las temperaturas. Se organizan en grupos. Y cuando la cosa se pone mal, encienden la paja y dejan que el humo proteja sus intereses. Se quema por la noche, cuando el ambiente está a 0 ó 1 ºC bajo 0. “El momento más complicado es el amanecer, de 5 a 7 de la madrugada, porque las temperaturas se desploman con una facilidad tremenda”, lo revive Hortelano. Y añade: “Es espectacular, las nubes de humo que se forman... Los ciudadanos tienen paciencia con nosotros, porque saben que estamos luchando por los frutos y por los puestos de trabajo”, agradece.
Y, desde este mismo año, apenas hace unas fechas, se ha implantado un sistema de defensa ultra moderno. Son las duchas antihelada que funcionan, asombrosamente, propiciando la creación de una capa de hielo que cubra todo el árbol mientras la temperatura sigue bajando. “Es el efecto iglú”, aclara Hortelano, quien se muestra satisfecho de haber apostado por esta mejora. El efecto consiste en que el árbol helado se queda a unos 0ºC, y no muere, mientras que por fuera, el ambiente sigue bajando llegando a temperaturas incompatibles para estos frutales de hueso. El agua le llega a la planta mediante unas duchas instaladas sobre la copa, unos microaspersores que no dejan de verter agua a lo largo de todo el episodio de frío. Funcionan automáticamente, conectadas al ordenador. Cuando la temperatura baja, comienza la ducha. “El secreto está en que el aspersor no se congele”, revela. Y cuando la temperatura asciende, el mismo agua descongela al árbol. “Funciona, porque hemos dejado una fila de árboles sin duchar, una fila tutor, que se ha echado a perder”, puntualiza.
Y todo ello, sin dejar de mirar el calendario, porque en Cieza, “hay riesgo de helada hasta que baila el Niño”, esto es, hasta que la figura de un ángel, conocida como 'El Niño', sale en procesión el Domingo de Resurrección. “Nos lo dicen los mayores, y aquí ha helado hasta un 26 de abril”, sentencia el agricultor.
Mientras tanto, Cieza sigue floreciendo. Hortelano estima que habrá al menos unas 10.000 hectáreas en producción. Achaca esta bonanza a la crisis: “la gente ha dejado la construcción y los servicios y ha vuelto al campo”, dice, y refrenda que este sector “es competitivo, y ahora es difícil encontrar tierra sin plantar. La agricultura está fijando población y en Cieza la mayoría de los habitantes vive de esto porque, además de en estas fechas, en invierno también hay trabajos como la poda o el clareo”. El clareo, que de hecho ya se ha iniciado, es la retirada del exceso de flor de algunos árboles, porque no son capaces de soportar tanto fruto. Se practica en melocotones y nectarinas, que son autofértiles y, por tanto, cada flor es un fruto; pero no así en albaricoqueros y ciruelo, que se polinizan por insectos. Esta acción se inicia antes de que salgan las hojas de los árboles y vive su momento definitivo durante el cuaje, cuando el fruto, aún pequeño, alcanza casi el tamaño de una almendra. En las especies revisadas, la retirada puede llegar al 50 ó 60% de las flores que ahora adornan los árboles.
Porque la floración de Cieza, tal y como la conocemos, surgió de la mano del hombre. Es un reconocimiento en el que coinciden tanto Hortelano como Galindo. Ambos apuntan a los agricultores y a su quehacer año tras año como los verdaderos artífices, aún inconscientes, del espectáculo que hoy podemos contemplar y que tiene un gran potencial turístico. Hortelano, que lleva unos 40 años a pie de parcela, viaja dos o tres décadas atrás y recuerda cómo “los campos tenían otros matices, principalmente blancos, porque lo que más había eran albaricoqueros y ciruelos. Esto ha ido desapareciendo porque ha entrado el paraguayo y la nectarina. Si vieras estos campos en los años 70 no tendrían nada que ver con la imagen de ahora”, describe. Seguramente Galindo aún guarde estas imprescindibles fotografías en sus archivos...
La Floración que sembraron los agricultores: un reconocimiento a los mayores
La Floración de Cieza es el resultado de la acción del hombre sobre el medio. Los agricultores ciezanos, casi sin darse cuenta, a través de la parcelación en mosaicos y con la elección y relevo de las especies plantadas, han ido construyendo el paisaje que ahora explota en colores a finales de cada invierno. El conocido fotógrafo ciezano Fernando Galindo y Pascual Hortelano, de la cooperativa La Vega de Cieza, lo reconocen. Hortelano, además, es hijo (y padre) de agricultores de la zona. "Mi padre, como otros, fue pionero aquí. Al principio, las huertas eran de cereales, para subsistencia. Después se fue apostando por la fruticultura profesional, pero yo los recuerdo con los calzones de pana, con sus remiendos, trabajando los campos. Y es algo que no se ha reconocido a nuestras personas mayores, que se van yendo, y bien se les podría hacer un reconocimiento", deja caer.
Es otra de las ideas por las que apostamos en elclickverde, que ya abordamos esta floración en un artículo el pasado año, en el que proponíamos varias mejoras para hacer que este fenómeno se difunda internacionalmente. Entre ellas: mejor señalización de las rutas, que la ciudad anuncie la floración en carteles dispuestos en las entradas por las calles, que en la web oficial exista un diario de la floración en el que se indique la evolución de las zonas floridas, o que se lleve a cabo un emotivo hermanamiento con alguna ciudad que también posea una floración significativa, bien en China o bien en Japón. Así pues, este año sumamos a estas propuestas la celebración de un reconocimiento a los agricultores que, con sus manos, sembaron la que hoy es la gran Floración de Cieza.
Imágenes de Fernando Galindo
Fotografías extraídas de la página de FB Floración en Cieza