La flora autóctona de Murcia, en una guía
En concreto, casi 350 especies de árboles y arbustos de la Región
El pino carrasco es un enorme aliado para los ecosistemas regionales, y la sabina de Cartagena bien podría considerarse el árbol que mejor refleja “nuestro carácter mediterráneo en tanto que Murcia crece siempre próxima al mar”, defiende el biólogo Félix Carrillo, coautor de la más completa y actual recopilación de árboles y arbustos de la Región de Murcia, publicada recientemente.
La obra, titulada 'Árboles y arbustos autóctonos de la Región de Murcia', reúne a unas 350 especies y nace con la intención de servir de guía para que los aficionados puedan identificar fácilmente la flora de la Comunidad. Para ello, cuenta con detalladas descripciones botánicas de cada tipo de planta, las claves para identificar familia, género y especie, una referencia a los momentos de floración o fructificación, sus necesidades biológicas, su estatus jurídico y hasta una relación de los nombres con los que se conocen localmente, extraídos del acervo cultural que muchas veces procede del árabe y del valenciano, cuenta Carrillo.
Asimismo, incluye una foto de cada especie y los correspondientes 350 mapas de cuadrículas de 10x10 kilómetros en las que se refleja en qué zonas de la Región se localiza cada una de ellas.
A lo largo del trabajo, que ha durado unos diez años, el equipo ha tenido la satisfacción de incorporar una cita propia nueva de un pequeño arbusto llamado llantén o pelusilla, así como la descripción de un nuevo taxón correspondiente a una jara.
La idea comenzó cuando los cuatro autores -tres de ellos biólogos y doctores (el propio Félix Carrillo, Francisco Alcaraz y Diego Rivera), y un cuarto geógrafo y próximo a defender su tesis doctoral (Jesús Charco)- compartieron sus inquietudes sobre cómo afrontar un manual de este tipo. Desde entonces, y gracias también a la participación de muchos colaboradores externos, han podido compilar cientos de datos para concluir la guía, que puede destinarse también a la investigación, a la reforestación y a la recuperación de áreas degradadas.
Por sus páginas pasan coníferas, frondosas, frutales, enredaderas y matas de todo tipo. No hay que olvidar que los árboles y arbustos autóctonos son la base de la mayor parte de los ecosistemas de la Región y sostienen una importante biodiversidad de flora y fauna.
Así, para Carrillo, posiblemente el árbol que mejor identifica a la Región de Murcia es la sabina de Cartagena (también llamada sabina mora o ciprés de Cartagena), porque ésta es la única área de la Europa continental en la que crece este endemismo iberoafricano. “Es un árbol que hace ver lo que somos, mediterráneos, en conexión con las dos orillas”, defiende.
Pero también elogia al pino en general, y en concreto al denostado pino carrasco. “El pino, aunque no guste, ha formado parte del paisaje del sureste ibérico. El problema es que ha sido muy utilizado. Pero el pino carrasco es una auténtica máquina de hacer un árbol de la nada, puede crecer con una precipitación menor de 250 litros de lluvia al año. Dependiendo de en qué contexto y en qué sitio de la Región se plante, puede estar bien usado”, sentencia.
En todo caso, Carrillo cree que esas plantaciones casi monoespecíficas han quedado atrás. “Ahora se tienen en cuenta muchas más especies a la hora de repoblar”.
También considera que la percepción de los bosques por parte de la población ha cambiado “a mejor”. “El nivel cultural en Occidente va creciendo, a la vez que es más rico, y esto hace que la gente valore más el bosque. Ahora todo el mundo sabe que son sumideros de carbono y que los necesitamos”, cuenta, si bien recalca que “aunque haya ahora mucho carbono en el ambiente, las plantas no pueden exponencialmente hacerse más grandes y crecer a lo bestia, sino que frenan su crecimiento porque su metabolismo necesita otras cosas”.
En su opinión, uno de los grandes problemas a los que se enfrenta el bosque mediterráneo es la alta frecuencia con la que se puedan generar los incendios forestales. “En Europa se ha visto que las masas forestales tienen ahora más biomasa pero nacen menos árboles”. Esto quiere decir que cierta parte del bosque ha recuperado su terreno “principalmente por abandono de usos tradicionales como el pastoreo, el carboneo y la extracción de leña”, recuerda, “pero tampoco pueden ir mucho más allá porque está todo ocupado por cultivos y suelo industrial”. De este modo, se ha producido un proceso natural de envejecimiento de los bosques que hace que las consecuencias de los incendios sean más devastadoras. Porque “el incendio en sí mismo, el que se produce de modo natural, no es problema. El bosque mediterráneo es como es porque existe el fuego; la mayor parte de su vegetación está adaptada a él y los fuegos regeneran muchas de nuestras especies. Un incendio cada cien años, vale; pero no cada 20 años”, advierte. En este sentido, añade que un fuego “es siempre una tragedia a escala humana, sobre todo si uno es testigo de ello a los 40 años, porque sabe que ya no volverá a ver el bosque tal como era, con lo poco que llueve en la Región, donde la recuperación es por ello mucho más lenta que, por ejemplo, en zonas del norte”, compara.
El libro, que salió a la venta hace apenas un mes, tiene casi 450 páginas a color y está editado por el Centro de Investigaciones Ambientales del Mediterráneo (Ciamed), una pequeña ONG cuyo objetivo es “proteger al medio ambiente desde la ciencia y el conocimiento”.
La palmera de rambla también es autóctona
Los autores de la guía reivindican la presencia de una palmera, la palmera de rambla, como autóctonas, de forma que con el palmito, la Región ya contaría con dos especies de palmeras propias.
Esta Palmera de Rambla se diferencia de la tradicional datilera en que sus frutos son más pequeños y menos carnosos (de ahí que no fuera escogida para su explotación) y su hojas tienen las hojillas (foliolos) más cortas y azuladas.
La palmera, ni árbol ni arbusto, sino hierba gigante
La palmera no puede, en ningún caso, ser considerada ni árbol ni arbusto. “Su tronco no se engrosa con los años con nuevos anillos, como ocurre en los árboles, donde cada año surge un nuevo anillo cerca de la corteza", explica el biólogo Félix Carrillo, uno de los autores del libro 'Árboles y arbustos autóctonos de la Región de Murcia'.
En el caso de la palmera, el tronco crece hasta los diez años y a partir de esa edad tendrá siempre el mismo grosor.