no será devastador

El próximo gran terremoto regional podría ocurrir en Carrascoy

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Es definitivo: en la Región de Murcia nos tenemos que acostumbrar a los terremotos. Ocurren prácticamente a diario. Pero, pongámoslo por delante, no hay razón para la alarma, aquí no se espera al 'Big one', ese descomunal temblor de paso devastador, capaz de causar una catástrofe enorme. En esta zona, los peligros suelen venir más bien de objetos pesados, situados en el interior de las casas o en las fachadas, que se desprenden y caen sobre los habitantes. Ése es el gran reto al que se enfrentan las poblaciones que, como las nuestras, se levantan en zonas de riesgo. Y no está de más prepararse, ya que, según las últimas teorías, el siguiente temblor capaz de hacerlos caer podría producirse en Carrascoy...

Y es que los terremotos que sacuden casi diariamente a la Región alcanzan los 2 a 3 grados en la Escala Sismológica de Magnitud de Momento (una medida que sustituye a la anterior y más popular escala de Richter que, a decir de los expertos, hoy resulta desfasada y demasiado sencilla; pero que, finalmente, es muy coincidente en sus valores). Estos temblores ni siquiera suelen llegar ser detectados por las personas, pero hay experiencias tristemente cercanas que han causado graves daños y, con ello, consecuentes alarmas. Y surge la pregunta de siempre, ¿cuándo ocurrirá el siguiente temblor que tenga consecuencias mayores? No se sabe. ¿Dónde? Con exactitud, tampoco, aunque lo innegable es que ocurrirá a lo largo de una falla, es decir, a lo largo de una fractura en las rocas de la superficie de la Tierra. A día de hoy, las fallas están todas más o menos bien cartografiadas, y sobre una de ellas ocurrirá el seísmo. Pero para apurar más, y aplicando los últimos modelos de predicción estadounidenses, todo apunta a que el próximo sismo enérgico bien pudiera suceder en la Falla de Carrascoy. Así lo comenta Gregorio Romero, doctor en Geología, tras estudiar estas directrices norteamericanas, que proponen que el gran temblor de una falla podría despertar a la falla siguiente con la que está alineada; y dentro de la Región, indica Romero, la Falla de Alhama de Murcia, en la que se sitúa Lorca, se alinea con la de Carrascoy.

En cualquier caso, y puesto que en cuestión de terremotos aún nada es predecible con seguridad, Romero suma a las dos anteriores otra falla, que se posiciona prácticamente a la par que la de Alhama de Murcia en capacidad de generación de sismos. Es la Falla del Bajo Segura, también conocida como la Falla de Orihuela, situada fuera de la Región, a modo de prolongación de la de Carrascoy, pero a cuyos movimientos seríamos sensibles. Además, añade el experto, hay otra falla que se mueve mucho: la de Mula, que tembló en 1999.

Y no sólo los temblores en tierra causan temor. También lo hacen los tsunamis, las lamentablemente populares inmensas olas surgidas a consecuencia de los terremotos marinos. Atemorizan porque el litoral de la Región es extenso y, en muchos puntos, llano. Pero se trata de un fenómeno de menor probabilidad en la zona, aunque también podría alcanzar nuestras costas. En este caso, el origen no estaría en el subsuelo español, sino en las fallas marinas de Argel. Hipotéticamente, si ocurre un temblor allí, aquí sufriríamos la ola, apunta Romero, pero la realidad es que no existe constancia histórica de un hecho similar.

Lo que sí es firme, desde el punto de vista de la ocurrencia de seísmos, es que la Región se sitúa “en la zona más activa de la Península”, junto con Granada, Almería y Alicante, cuenta el también técnico paleontólogo del Servicio de Patrimonio Histórico de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia. La falla más mentada a raíz de los terremotos de Lorca es la de Alhama de Murcia, denominada como FAM y conocida desde los años 70. Arranca más allá de Puerto Lumbreras, pasa por Lorca, atraviesa el Valle del Guadalentín y llega hasta Librilla, y es la más larga de esta zona, con unos 80 km de longitud. Pero hay más. De hecho, la Región está surcada por una alta densidad de fracturas. Así que, “desde hace mucho tiempo se tiene muy claro que aquí va a haber terremotos”, asevera Romero, quien matiza seguidamente que “las fallas que tenemos son de segunda o tercera categoría, por así decir, y no van a producir nunca un terremoto como los más grandes conocidos". Los estudios, cuenta el experto, establecen que nunca van a superar una magnitud del 6,5 como mucho en la citada Escala Sismológica de Magnitud de Momento; y que “hasta un 6 sería ya sorprendente”, sostiene. 

En cualquier caso, los daños esperables difícilmente pasan por que puedan caer los edificios modernos bien construidos, erigidos desde los años 50 en adelante. “Podrían caerse castillos e iglesias, librerías del interior de las habitaciones, o mamparas y partes de las fachadas, o se podrían rajar los tabiques”, enumera el experto. Y resume: “En principio, estos temblores no van a ser mortales por ellos mismos, pero sí por caída de cornisas y otros elementos decorativos asociados a los exteriores”. Por todo ello, Romero defiende que hay que aprender de lo que ha pasado hasta ahora “y no seguir construyendo con elementos decorativos en las fachadas, como estatuas o marquesinas, que se puedan caer. Ahora, las ciudades con más riesgo del planeta se están planteando construir de este modo; como en Turquía, por ejemplo, donde se espera un gran temblor y están levantando un hospital que es un búnker. Y aquí, en Lorca también se están peleando mucho por esto, pero parece que no lo consiguen...”, deja caer.

Así que, de cara al futuro, “tenemos que interiorizar que aquí va a seguir habiendo terremotos, y que, en este sentido, la Región está muy mal construida, porque hay muchas poblaciones situadas sobre las fallas o muy cerca de ellas, como Lorca, que sigue el trazado de su falla, o Totana, Librilla, Alhama de Murcia o Murcia capital...”. Por eso, en caso de que la Tierra tiemble, y puesto que lo habitual es que sea un temblor de poca magnitud, Romero aconseja quedarse en las casas: “Aquí los terremotos duran segundos, no como e Japón, que pueden durar tres o cuatro minutos”, tranquiliza. Eso sí, se puede prevenir: fijar las librerías y objetos pesados a las paredes “porque una librería mata”, insiste; no tener adornos pesados sobre las camas, tratar de identificar las zonas más resistentes de las casas viejas, y proteger siempre la cabeza bajo una mesa. Y rechaza tajante la nueva teoría del 'Triángulo de vida', que indica que la zona segura no está bajo la mesa, sino a los lados, en un hueco hipotético que se forma al caer un mueble sobre aquélla. “En un terremoto todo es aleatorio, y esa teoría no está demostrada”, advierte.

 

No todo es negativo

Todo es aleatorio, pero no todo negativo. También las fallas, asociadas siempre a los terremotos, tienen su cara más amable. Y es que todos los seísmos se producen en una falla que, de pronto, se mueve en algún punto de la pared de roca que se extiende desde la superficie de la fractura Tierra adentro y libera energía, que es la causante de los daños; pero este mismo funcionamiento permite también liberar otros bienes que el ser humano ha sabido poner en valor: el agua y los minerales.

Porque aquí, en la Región de Murcia, la histórica extracción de minerales de las zonas del Coto de Mazarrón y la Sierra Minera de Cartagena y La Unión ha sido posible gracias a la existencia de sendas fallas, que “al moverse y abrir un hueco para la salida de materiales, permitió que ascendiera un magma líquido de roca fundida cargada de minerales disueltos, como hierro, plomo, plata o cobre, que luego se enfriaron y cristalizaron como yacimientos minerales, explotados desde los tiempos de los romanos.

Igualmente, los famosos balnearios murcianos de Fortuna, Archena o Mula, estos tres conectados entre sí, o de Alhama de Murcia o el que existió en Lorca, se deben a la presencia de fallas en la zona. En este caso, por la abertura producida no asciende magma fundido, sino agua caliente cuyo calor se debe, precisamente, a que hace pocos segundos estaba mucho más profunda, más cerca del núcleo de la Tierra.

Y, así mismo, permiten unas excursiones bonitas. Para ver, por ejemplo, cómo “en las zonas de fallas aparecen rocas trituradas por el rozamiento de miles de años. Es una pista muy clara de por dónde va la fractura”, apunta Romero, quien también ha ejercido como profesor de Geología. De hecho, en mayo se celebra el llamado Geolodía, con una ruta que muestra aspectos geológicos de interés. En el año 2012, recuerda el experto, el recorrido circundó Lorca y hasta se practicó una trinchera para ver la FAM en profundidad. Pero hay más lugares explotables turísticamente, como los alrededores de Calasparra, donde puede verse otra falla, incluye Romero en la lista de destinos. Unas excursiones que bien pueden servir para acercar a los ciudadanos a una realidad, la geología, que ha determinado la fisonomía de la tierra que pisamos, “y que parece que sólo se acuerdan de ella cuando hay alguna catástrofe”, lamenta Romero. Por eso, aprovecha y reclama más inversión en investigación “para conocer más sobre las fallas que nos afectan”, así como en “educación geológica, muy necesaria para que exista ya desde las aulas un mayor conocimiento de estos fenómenos, sin duda la mejor herramienta para aprender a vivir con ellos”.

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Los temblores del almacenamiento de gas submarino

Si las fallas se contagian unas a otras, cabría pensar en la posibilidad de que los temblores que se están produciendo en la costa de la vecina comunidad alicantina, aún por aclarar oficialmente si se deben al almacenamiento de gas en el suelo submarino, podrían 'contagiar' a alguna de nuestras fallas, por ejemplo, la que nos llega desde Orihuela. Pero Romero descarta esta posibilidad. “Es altamente improbable, queda demasiado lejos”. Ahora bien, “si se mueve la Falla de Orihuela, nosotros nos movemos; se notaría, por ejemplo, hasta en Murcia ciudad”, afirma.


Predicción por hormigas

Los terremotos no son predecibles por ahora, pero son muchos los investigadores que están trabajando en esta línea. Así lo hace la Universidad de Duisburg-Essen, en Alemania, que el pasado mes de abril publicó un estudio sobre cómo una colonia de hormigas puede predecir, con hasta 24 horas de antelación, la ocurrencia de un terremoto. Los investigadores apuntaron que el comportamiento de la colonia variaba un día antes de producirse el temblor, mostrando una serie de movimientos distintos a los que las hormigas hacían habitualmente. De todas formas, sus conclusiones no son extensibles a otras colonias de hormigas y aún queda mucho trabajo por hacer en este terreno.

Mónica Rubio. Periodista y Bióloga.