El Mar Menor, el gran reservorio de la amenazadísima nacra
"Estamos ante el riesgo de extinción más importante de un invertebrado marino en los últimos años", señala la investigadora Francisca Giménez Casalduero
La nacra, el mayor bivalvo que puebla el Mediterráneo y desde hace apenas dos años expuesto a un voraz parásito, tiene en el Mar Menor, donde aún resiste, uno de sus mejores reservorios, según defiende Francisca Giménez Casalduero, profesora de la Universidad de Alicante y experta en esta especie, quien, sin embargo, no quiere que se olvide que, a pesar de esta alentadora declaración, "estamos en una situación absolutamente dramática". “Estamos siendo testigos de, probablemente, el riesgo de extinción más importante que ha habido en los últimos años de un invertebrado marino, y además con la rapidez con la que está ocurriendo”, advierte.
Frente a su mortandad masiva en el mar Mayor, donde es endémica, la investigadora destaca que la laguna costera regional es, por sus características, uno de los lugares donde la nacra puede recuperarse. Esto es así porque "el parásito haplosporidium, que parece ser la causa de la epidemia que está provocando la muerte de la totalidad de los individuos en el Mediterráneo, no ha conseguido entrar en los ambientes lagunares o en los deltas". Y en ello tiene mucho que ver la sal: "la barrera que ha impedido que ese patógeno entre en el Mar Menor ha sido la alta salinidad de la laguna, al igual que en el delta del Ebro ha sido la baja salinidad. El patógeno no es capaz de vivir fuera del rango de la salinidad del Mediterráneo". Cambios en este parámetro podrían provocar que a accediera a la laguna, "y en el momento de entrar la mortandad es impresionante, de un día a otro podríamos encontrarnos la población totalmente extinta", avisa.
En el litoral español ahora sólo queda nacra (Pinna nobilis) en el delta del Ebro y en el Mar Menor. Las zonas donde está sobreviviendo son, por tanto, las áreas lacustres. Pero a la científica le preocupa que "las lagunas costeras están sujetas a muchas presiones antrópicas".
IDENTIDAD MEDITERRANEA
La nacra (Pinna nobilis), el segundo mayor bivalvo del planeta, ha formado parte del paisaje mediterráneo. "Es una especie muy relacionada con la cultura mediterránea, el invertebrado más representativo del paisaje marino mediterráneo. Hasta hace unos años en todo este litoral podías encontrar sus conchas adornado las paredes de restaurantes, bares y tascas", apunta Francisca Giménez Casalduero, del departamento de Ciencias del Mar y Biología Aplicada de la Universidad de Alicante. Además, recuerda que ha habido usos tradicionales desde los fenicios, para hacer botones de nácar, y que a los pelillos dorados que le sobresalen (el biso), que es duro, le llamaban la seda de oro y la seda marina.
GRAN FILTRADOR
Este molusco puede alcanzar los 120 centímetros y vivir 50 años de edad. Está muy asociado a las praderas de Posidonia pero puede aparecer en otras extensiones. Tiene un rango de presencia desde zonas muy superficiales hasta los 60 metros de profundidad. Y posee una capacidad de filtración muy alta, por lo tanto, donde hay poblaciones importantes el agua es bastante más transparente.
De hecho, cuando en el litoral español se registró el episodio de mortalidad masiva, que afectó gravemente a toda la costa, en las zonas lacustres la población mostraba una densidad muy superior a la del Mediterráneo. Eran el Mar Menor, donde había una población importantísima hasta el ese mismo año, el delta del Ebro, la laguna de Thau en Francia o la laguna de Venecia, por citar algunas.
Sin embargo, en la Región, el proceso de eutrofización del Mar Menor también en 2016 conllevó la desaparición de un número importantísimo de individuos. "Si no hubiese coincidido con las muertes en el Mediterráneo, estaríamos hablando del grave problema de la mortandad de Pinna en el Mar Menor" recalca Giménez Casalduero. Y ante ello se plantea: "¿qué pasaría si de pronto volvemos a tener otro ciclo de eutrofización?, ya no estamos hablando de los miles de individuos que teníamos en ese momento, sino de centenas de individuos, por lo que es posible que haya una extinción total de la especie si vuelve a haber otro pico de eutrofización dentro de la laguna", previene.
Años atrás, hace como una década, recuerda la doctora en Biología, ya se observó una regresión general de sus poblaciones. No era todavía excesivamente dramática pero sí se estaba viendo cómo el anclaje de las embarcaciones de recreo terminaba en roturas y muertes, o que también podían morir por contaminación o por extracción. Una serie de amenazas que llevó a que se protegiese como una de las especies emblemáticas del Mediterráneo. Hasta ese momento se consideraba 'Vulnerable' porque si se destruía su hábitat, como por ejemplo las praderas de Posidonia, podía desaparecer, pero no estaba considerada en peligro de extinción. Después, las primeras poblaciones en las que se vio mortandad masiva eran muy localizadas, pero actualmente el haplosporidium ha llegado a todo el mar. "Está habiendo una muerte masiva en todo el Mediterráneo, ésa es la situación que hay que entender. Ahora mismo sí que tenemos riesgo de que haya una extinción de la especie en el Mediterráneo y ha sido en cuestión de dos años", lamenta, y concluye: "ahora, el Mar Menor es el reservorio de la población de Pinna".
Pero advierte del peligro de fiarse de los primeros indicios de recuperación que exhibe la laguna. Si bien es cierto que "se está viendo una mejora de parte de la población de nacra, esto nos lleva a engaño. Están saliendo noticias, como con el caballito de mar, que dan la sensación de que hay una recuperación total, pero no, la población de Pinna que ha quedado está en la zona periférica, toda la población profunda ha muerto", sostiene.
Más de diez grupos por todo el litoral español y comunidades autónomas están trabajando coordinados "intentando poner nuestro grano de arena para la superviviencia de esta especie", señala Giménez Casalduero. Afirma que "queda mucho por hacer, y muchos de los grupos no tenemos recursos suficientes", pero destaca como acción más urgente "entender exactamente qué es lo que está pasando en el Mar Menor", y en concreto saber si en el proceso de contaminación realmente hubo calentamiento y si fue antes o después de la eutrofización. Aclarar este extremo se debe al hecho de que sospechan que "el calentamiento que provocó el detonante de la eutrofización probablemente activó la reproducción de la Pinna. Esas larvas que sobrevivieron están creciendo ahora, lo que ha dado lugar a poblaciones con una densidad alta". Lo que no impide que haya que evitar que vuelva a ocurrir otro proceso de eutrofización.
También sería "importantísimo asegurar que no baje la salinidad el Mar Menor", decisión que relaciona con "la propuesta de abrir los canales, lo que no tiene ningún sentido y creo que actualmente rayaría en el delito ecológico porque va a provocar casi seguro de forma instantánea la muerte masiva de la población lagunar", señala.
Actuaciones que se unen a lo ya realizado hasta ahora y en las que se han relacionado con el Instituto Español de Oceanografía, el Acuario de la Universidad de Murcia, el Cimar de la Universidad de Alicante, o el Ministerio. Entre ellas destaca la instalación de colectores de semilla de Pinna para intentar criarlas en cautividad y tener la opción de poder repoblar. Hasta ahora no han tenido suerte, pero esperan volver a ponerlos. En esta línea, sí han podido hacerse con algunos ejemplares que se han visto involucrado en diversas situaciones (uno localizado durante las mejoras del balneario de Floridablanca y otro hallado por unos bañistas), que finalmente han pasado al Acuario de la Universidad de Murcia donde, de la mano de su director técnico, Emilio Cortés, han conseguido sobrevivir con una tasa de crecimiento importante y con una alta salubridad. Esto ya supone un logro en sí mismo (no hay que obviar que el Ministerio extrajo unos 300 individuos que llevó a distintos centros de investigación y ninguno sobrevivió) pero es que además puede servir para estandarizar protocolos de mantenimiento en cautividad.
La nacra "es la que está poniendo encima de la mesa la necesidad urgentísima de que se recupere la calidad de las aguas del Mar Menor y de que no volvamos a la situación de eutrofización de 2016", pero la razón de llevar a cabo estas acciones ya no es solo por ella: ayer mismo se publicaba en la revista Nature que posiblemente la mortandad no se deba únicamente a la acción del protozoo, sino también a una bacteria que está actuando en paralelo. "Si llega, sería la puerta para la extinción de otras especies", deja caer.
Giménez Casalduero, que participó ayer en la charla divulgativa ‘La nacra en el Mar Menor: una responsabilidad histórica’, dentro de un ciclo que tiene intención de recalar en varios puntos de la Región para difundir la difícil situación de este animal, apunta en esta misma línea que "estamos delante de la responsabilidad de que desaparezca una de las últimas poblaciones de esta especie en el Mediterráneo. Tanto la Administración como la ciudadanía deben ser conscientes de lo que tenemos delante de nosotros. ¿Qué significaría la pérdida de la nacra? Es tan dramático que…, pero es verdad que vamos hacia ese camino, nunca se había visto la extinción de una especie a esta velocidad. Y supondría una pérdida de una identidad mediterránea".
(Imagen superior: Pinna nobilis en Messina, imagen de Salvatore Giacobbe -Wikipedia-. Abajo: otro ejemplar, imagen de Rosa Canales).