El habitante de las aguas temporales
Un curioso crustáceo acuático sobrevive en la Región únicamente en cuatro charcas ganaderas
Las charcas ganaderas son ecosistemas, por lo general, despreciados. El hecho que su origen esté ligado a la mano del hombre y la idea de suciedad relacionada con su orilla enfangada ahonda este menosprecio. Además, su desaparición de la vista en la época seca contribuye a que caigan frecuentemente en el olvido. Sin embargo, en conjunto constituyen una valiosísima red de puntos de agua imprescindibles, por supuesto, para el ganado, y sobre todo altamente aprovechados por la fauna silvestre. Estas lagunas temporales son, de hecho, el único hábitat escogido por un bello crustáceo que, en la Región, solo se ha encontrado en cuatro charcas ganaderas. Para ellos, la persistencia de estos paisajes tradicionales resulta fundamental.
El crustáceo en cuestión es el Triops cancriformis, un invertebrado que rebusca alimento en el fango de la charca y que en cosa de dos meses, en la temporada más lluviosa, consigue apresuradamente completar su ciclo vital. En la época seca, sobrevive exclusivamente en forma de pequeños huevos enterrados en el fango.
Su aspecto articulado no puede menos que recordar al famoso Alien de la película. No en vano, está considerado por los estudiosos como "la especie animal viva más antigua del planeta" y estiman que lleva con nosotros desde hace unos 220 millones de años. Un caparazón abombado y translúcido cubre gran parte del cuerpo, exhibiendo una coloración entre el verde y el marrón. Por debajo llaman la atención sus once pares de patas, de tono más rojizo, que no dejan de moverse. Y en la cabeza, sus tres ojos, que es la característica que le da el nombre de Triops.
El doctor en Biología David Verdiell es uno de los científicos que ha estudiado la distribución de este invertebrado en la Región. En el transcurso de una larga investigación, este experto -que protagoniza el vídeo con el que abrimos este reportaje- dio con ellos en los Llanos del Cagitán, una extensa llanura esteparia de colorido cambiante con las estaciones que se localiza entre Cieza, Calasparra y Mula, y donde aún se mantienen algunas prácticas agropecuarias tradicionales.
En la Península se hallan también en las vecinas Andalucía y Comunidad Valenciana, así como en Aragón, Cataluña y Baleares, y está presente por Europa central y, en general, por todo el planeta. Pero su vertiginoso ciclo vital, tan rápido entre la vida y la muerte, hace que sea muy difícil de contemplar.
Se estima que el Triops cancriformis es la especie animal más antigua que aún sobrevive en el planeta.
Como adulto apenas vive entre dos y tres meses, y habita únicamente aguas efímeras, aquellas que se desvanecen en la temporada seca.
Los usos tradicionales que se practican en el Cagitán son importantes no solo para la supervivencia de este singular artrópodo -que no se encuentra en ríos ni lagunas permanentes-, sino también porque las balsas ganaderas retienen un saber de antaño que liga a una población con sus antepasados. Los ganaderos que aún las utilizan aprendieron a identifican el mejor lugar dentro de un gran paraje para construir una charca, la vaguada más indicada que hará de cubeta o los diseños adecuados de las lomas para conducir el agua de lluvia. Saben también si es indicado modificar el terreno para mejorar la escorrentía, la cantidad de ganado que soporta uno de estos ambientes, o el momento de llevar a cabo las tareas de monda para retirar el sedimento del fondo y que no se colmaten en pocos años. Y recuerdan, por ejemplo, la necesidad de respetar la vegetación natural. Todo un "know-how" rural irreemplazable para un ecosistema que da de beber al ganado, que acoge a las ranas, otros curiosos invertebrados y una variada flora, y que recibe la agradecida visita del sapillo moteado, el sapo corredor, el sapo de espuelas, diversas aves o los zorros y jabalíes de la zona.
Pero ahora, las transformaciones de la actividades humanas amenazan su existencia. El abandono de estas prácticas tradicionales las vuelve innecesarias, se saturan y pierden su funcionalidad, y con ello, se pone en riesgo el hábitat de un animal tan singular como el Triops cancriformis.