En enero comienza su fabricación industrial

El cargador solar más compacto tiene impronta murciana

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El cargador solar más compacto y flexible del mercado tiene impronta murciana. El ingenioso dispositivo es un tubo que cabe prácticamente en el puño y que encierra una banda elástica de células solares imprimidas sobre un plástico fino. Está fabricado por una empresa danesa, y en su desarrollo han participado tres ingenieros industriales de Cartagena.

Para utilizarlo, basta desenrollar la tira de células solares orgánicas que guarda en su interior y extenderla al sol. En dos horas, casi tres, estará listo para recargar un móvil y aún le quedará alguna reserva de batería.

El aparto es útil para recargar un móvil estándar, tipo iphone 6. Para otros usos, sin embargo, hay que conocer las características de la batería del aparato en cuestión. Por ejemplo, seguramente valdría para esa cámara de fotos pequeña y compacta que llevamos en el bolsillo, pero es improbable que sea suficiente para las grandes cámaras de largo alcance. Igualmente, un iPad tiene una batería más potente y su carga no estaría asegurada.

El artilugio, bautizado como HeLi-on, está basado en una tecnología que permite crear células y módulos solares flexibles y ultraligeros, lo que hace de él el cargador más liviano, con apenas 105 gramos de peso.

El interior del tubo alberga la cinta enrollable y también la batería, y tiene una salida USB. Si, cosa rara en la Región, no luce el sol, se puede cargar a través del ordenador.

HeLi-on es ahora un prototipo elaborado con una impresora 3D, pero saldrá a la venta en enero del próximo año. La empresa que lo fabrica está inmersa en un proceso de crowdfounding buscando financiación para afrontar su fabricación en serie, y ha ido tan bien que, a falta aún de más de un mes para cumplir el plazo, ya han sobrepasado sus expectativas. La idea de este mecenazgo, cuenta Nieves Espinosa, una de los miembros cartageneros de la entidad, "no es hacer negocio, sino lanzar el producto", y ese objetivo se va a cumplir puesto que con lo recaudado "ya podemos comprar el molde de inyección, que era lo más costoso". Esto hará que la futura producción industrial se abarate, y el precio se sitúe por debajo de los actuales 86 € que cuesta el modelo incluido IVA y gastos de envío.

¿...Y EN LOS CAMPOS DE REFUGIADOS?

Pensando en otros usos, la empresa se ha especializado en la producción de células, materiales e instrumentación relacionada con la tecnología fotovoltaica orgánica, y ofrece módulos fotovoltaicos de distintas potencias fijados a un sustrato rígido de policarbonato, por ejemplo.

Asimismo, ha introducido un nuevo concepto de producción en el que las células y los módulos son conectados de manera “infinita” durante la impresión, sin necesidad de soldadura o de otros elementos. El módulo “infinito” de células se puede recortar y adaptar a las necesidades eléctricas y geométricas del cliente, ofreciendo así posibilidades de integración hasta ahora imposibles con las tecnologías tradicionales. Y hace posible la impresión de láminas continuas de gran longitud, a gusto del cliente.

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Sin embargo, la empresa ha ido más allá y se ha imaginado su utilidad en otros destinos, como en los campos de refugiados, donde puede suponer una gran ayuda. Con este fin, están en contacto con Acnur y con empresas como Ikea, con quienes comparten objetivos sociales, aunque este camino es aún una incertidumbre...

DE LA UPCT A DINAMARCA

Nieves Espinosa se ha pasado los últimos seis años trabajando en Dinamarca, aunque con algunas intermitencias. Ahora, acaba de despedirse del país para volver a Cartagena. Pero sigue formando parte de infinityPV. Allí, recuerda, trabaja una treintena de personas de distinta formación y procedencia. Los hay franceses, belgas, alemanes, una chica de la India y otro colega de Armenia. "Ha sido una experiencia súper enriquecedora. En Dinamarca son muy acogedores, da gusto trabajar con ellos; no me esperaba esa parte humana tan detallista. Quizá es que allí hay muy pocas personas y las personas importan mucho. Por eso, se puede trabajar desde casa y existe mucha confianza en el trabajador mientras el trabajador cumpla", recuerda esta ingeniera industrial formada en la Universidad Politécnica de Cartagena.

El fabricante, infinityPV, es también la entidad que ha ideado el sistema de las células solares flexibles. Se trata de una spin-off de la Universidad Técnica de Dinamarca formada a raíz del Grupo de Investigación en Energía Solar, de nombre SOL, palabra que, curiosamente, y junto con 'gratis' son las dos únicas que se dicen igual en danés que en castellano, bromea Espinosa. La empresa ha estado diez años investigando sobre estas células, denominadas orgánicas y basadas en polímeros. La última investigación es la que se refiere a la conexión en infinito, es decir, que si el cliente necesita largas tiras de células solares, la empresa le puede suministrarle láminas de 100 metros y, bajo pedidos a medida, de hasta 500.

Tras lograr este diseño, la empresa se volcó en el cargador solar compacto. "La manera de ensamblarlo, de colocar los componentes en el interior de la carcasa..., todo eso es nuestro. Es la única tecnología en que esto puede hacerse así", defiende Espinosa. Puesto que la spin-off es horizontal -"no tenemos gerente, todos somos accionistas", aclara-, el nuevo gadget "ha sido una idea general, en la que todos nos hemos dedicado a algo", describe la ingeniera. Y la aportación murciana ha sido relevante. En concreto, Rafael García Valverde -a quien Espinosa 'se llevó' a Dinamarca tras mostrarle una oferta de trabajo de la empresa- se ha ocupado del acondicionamiento de la potencia de la carga de la batería. Espinosa ha supervisado que el reciclaje de las células fuera lo más fácil posible, y ha medido el impacto ambiental de la fabricación proponiendo soluciones cuando era necesario, como la sustitución de óxidos de indio por plata. Igualmente, se ha dedicado a buscar el mejor patrón de diseño, eliminado residuos y optimizando el espacio. Mientras que José Antonio Villarejo, profesor de la Universidad Politécnica de Cartagena, ha ofrecido su ayuda durante todo el proceso.

cargador_solar_heli-on_00.pngTodo ello ha influido para ahora poder rendir un producto "fiable, compacto y ligero", lo define Espinosa, quien añade que "los componentes electrónicos son muy buenos, están hechos especialmente para este uso". Además, durante la producción del HeLi-on no se emplean procesos que necesiten alta temperatura o materiales tóxicos o escasos, por lo que su impacto energético y medioambiental es mínimo.

Y ahora ya está todo a punto. En un primer lote, sacarán a la venta alrededor de 900 unidades, y los van a ofrecer en azul, blanco y rosa. Con marca cartagenera.

Mónica Rubio. Periodista y Bióloga.