Ecos submarinos en la Reserva Marina de Cabo de Palos - Islas Hormigas: el impacto sonoro del ser humano


Fotografía de los fondos de la Reserva Marina de Cabo de Palos - Islas Hormigas. Todas las imágenes: cortesía de Rafa Fernández, cedidas por SubUp Hostel Cabo de Palos.

La vida bulle en las serenas y azules aguas de la Reserva Marina de Cabo de Palos - Islas Hormigas, en la Región de Murcia. Por aquí pululan meros, pulpos, lubinas, doradas, dentones, bonitos, melvas, abadejos, gallinetas y algún que otro magnífico cetáceo. Sus fondos, que alternan arena y roca, albergan las valiosas praderas de Posidonia oceanica, varios tipos de colonias coralinas y una gran riqueza de moluscos. Ahora, estas masas líquidas, donde se deja sentir todavía la influencia de las corrientes atlánticas del Estrecho, van a ser objeto de una investigación para saber si son también atravesadas por sonidos antropogénicos que pudieran interferir en el desarrollo natural de la fauna y perturbar el silencio. A partir de datos de tráfico marítimo ya existentes, el proyecto Silemar, del Centro Tecnológico Naval y del Mar, dibujará mapas de ruido para identificar los ecos submarinos que deja el ser humano en este sensible enclave y, si las condiciones lo permiten, se sumergirán para hacer las mediciones. Su objetivo es determinar la potencial contaminación acústica y su posible impacto, así como contribuir a la mejora de la gestión de estos espacios protegidos.

«El ruido submarino puede interferir de manera crucial en las funciones biológicas básicas de numerosas especies, principalmente cetáceos, pero también peces, moluscos o bivalvos», señalan desde Silemar. Las afecciones detectadas son de diversa naturaleza, y repercuten «tanto en la fisiología (pérdida de audición, daños en los tejidos, etc.) como en el comportamiento (desorientación en las rutas migratorias, por ejemplo). La comunicación sonora en el medio marino es fundamental para la supervivencia de numerosas especies. Un efecto conocido es que el ruido puede cambiar el patrón de buceo de la respuesta de huida, haciendo que los animales desciendan o asciendan más rápido de lo normal, lo que puede provocar embolias», advierte Marta Sánchez, coordinadora del proyecto, que se prolongará a lo largo de todo este año.

Los grupos mejor estudiados en relación a este impacto son los mamíferos marinos, en concreto los cetáceos, pero la literatura científica lo recoge también en peces e invertebrados. Sánchez estima que los efectos más conocidos por la población general son los varamientos. No en vano, sucesos masivos de este tipo promovieron el desarrollo de la moratoria anti sónar en Canarias, una medida pionera a nivel europeo, recuerda.

Hay varias fuentes y actividades que pueden generar ruido submarino. La navegación es una de las más importantes. El listado incluye también a las construcciones lejos de costa -offshore- (con explosiones, hincado de pilotes, etc.), las prospecciones para conocer la naturaleza de los fondos marinos donde se utilizan cañones de aire comprimido o el uso del sónar.

A su vez, existen numerosas medidas para reducir esta agresión, entre las que Sánchez enumera la limitación de las actividades en lugares concretos o épocas sensibles para las especies, o la fabricación de barcos más silenciosos. En algunos países, agrega, es ya obligatorio el uso de medidas de mitigación, como las cortinas de burbujas, o llevar a bordo a un observador que compruebe que no hay cetáceos en la zona de operación; o, de lo contrario, se cesa la actividad.

Proyecto de la Fundación Biodiversidad

 

El proyecto Silemar cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad, del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, y contribuye al desarrollo del proyecto LIFE Intemares, que tiene como objetivo conseguir una red de espacios marinos Natura 2000 gestionada de forma eficaz.

    Además, es heredero de los proyectos europeos QuietMed y QuietMed2 para implementar la Directiva marco sobre la estrategia marina en el Mediterráneo en relación al ruido submarino, coordinados también por el Centro Tecnológico y Naval (Fuente Álamo). A través de Silemar se aplicarán los resultados de ambas iniciativas.

    Así, en el proyecto QuietMed se elaboraron guías metodológicas técnicas para homogenizar en todos los países del Mediterráneo aspectos como las mediciones, la calibración de equipos o el procesamiento de datos. Ahora, a través de Silemar, estas guías se traducirán y adaptarán para que sean la referencia técnica de todas las entidades que quieran realizar mediciones de ruido submarino en España. La idea es mejorar la coherencia de todos los proyectos para que los resultados puedan ser comparables.

    Fuera de este marco, esta investigación podría realizarse en cualquier ámbito relacionado con actividades potencialmente generadoras de ruido, como pueden ser la navegación, construcciones lejos de costa, y similares.

El ámbito del proyecto es la reserva completa, que se extiende 1.931 hectáreas aguas adentro, con su elevada biodiversidad y su buen estado de conservación. El trabajo consiste en elaborar mapas de ruido a partir de datos de tráfico marítimo de los barcos que transitaron por la reserva y las aguas colindantes durante todo el año 2019. Estos datos, suministrados por Salvamento Marítimo y denominados AIS (Automatic Identification System), especifican la posición, velocidad, eslora y estado, entre otras variables, de cada barco; información que permite estimar los niveles de ruido submarino que existen en la reserva en las diferentes épocas del año.

Los técnicos esperan, además, poder realizar mediciones de ruido instalando un hidrófono en alguna de las boyas perimetrales de la reserva y así validar los resultados del modelo. Desde el CTN están tramitando los permisos, pero dadas las circunstancias actuales no pueden asegurar que se pueda realizar antes de que acabe el proyecto, que comenzó el pasado 1 de enero y finaliza en diciembre de 2020.

Eso sí, están trabajando en otra propuesta para «ampliar el alcance a la Demarcación Levantina Balear y no sólo estudiar la presión, sino también el riesgo de impacto. Esto es importante porque se trata de un efecto que no es puntual, sino que se propaga, y a veces a mucha distancia, por lo que será interesante analizar cómo interaccionan las diferentes fuentes de ruido y estudiar si existe un efecto acumulativo. También es fundamental analizar su posible repercusión en el resto de áreas protegidas y en especial en el reciente declarado Corredor de migración de cetáceos del Mediterráneo», avanza Sánchez.

Para la bióloga, las áreas marinas protegidas son espacios de especial sensibilidad «y consideramos interesante estudiar hasta qué punto el ruido submarino está ejerciendo una presión sobre ellas. Creemos importante que los gestores de estos espacios conozcan e integren el ruido submarino como una presión más a tener en cuenta en sus planes de gestión. Para ello se darán recomendaciones para facilitar el seguimiento ambiental del ruido submarino y se elaborará una guía técnica de apoyo que permitirá proponer y aplicar medidas de mitigación y prevención».

El ruido tiene su aquél. En el contexto de la Directiva Marco sobre la Estrategia Marina en el Mediterráneo, se distingue entre ruido impulsivo y ruido continuo, en función de su naturaleza. En este caso, se analiza la presión por ruido continuo, que es el derivado del tráfico marítimo. El ruido submarino asociado a los barcos se centra principalmente en las bajas frecuencias, por debajo de los 100 Hz, por lo que en principio se trata de frecuencias audibles para el ser humano. Sin embargo, este rango puede extenderse por debajo de los 20 Hz, «que suponen el límite inferior de nuestra audición, ¡pero no la de algunos cetáceos!», recalca la también Responsable de Medio Marino del CTN. Con respecto a los ultrasonidos, aclara que, históricamente, aunque la mayoría de medidas de ruido de barcos se han centrado en las bajas frecuencias, también se ha detectado ruido submarino cercano en altas frecuencias (los ultrasonidos se atenúan rápidamente en el mar), procedente de embarcaciones más ligeras y rápidas  que, no obstante, al no quedar bajo la monitorización AIS, no se han incluido en este estudio.

El impacto por ruido submarino sigue siendo 'el gran desconocido de los mares', como se titula la exposición diseñada para divulgar este problema y que, si la situación lo permite, se exhibirá a en los centros de visitantes de espacios naturales protegidos de la Región de Murcia, el Museo de la Ciencia y el Agua o el Sub Up Hostel de Cabo de Palos, entre otros destinos. Estas exposiciones forman parte de una campaña de sensibilización ambiental que tiene como objetivo acercar la información a la sociedad y fomentar la concienciación ciudadana sobre la problemática del ruido submarino y sus impactos sobre la biodiversidad marina, en especial los cetáceos, y que, de momento, arrancará de forma virtual en la web del CTN junto a jornadas online.

La Reserva Marina de Cabo de Palos - Islas Hormigas -situada al pie del Cabo de Palos, que pertenece al municipio de Cartagena- conforma un espacio singular considerado como una zona de frontera biogeográfica del Mediterráneo. La gran variedad de ambientes que reúne lo convierten en un extraordinario ecosistema refugio de fauna, flora y, también silencio. El proyeco Silemar, que aborda la gestión del ruido submarino en áreas marinas protegidas, contará a final de año hasta qué punto este silencio está amenazado y cómo afecta la presión de la contaminación sonora a la conservación de estas especies.

Todas las imágenes: cortesía de Rafa Fernández, cedidas por SubUp Hostel Cabo de Palos.

Mónica Rubio. Periodista y Bióloga.