Autillos: un mini búho en la ciudad

El autillo es un diminuto búho que enamora nada más verlo. De apenas unos 20 centímetros de longitud y dueño de esa penetrante mirada amarilla, revolotea por los bosques y espacios naturales, pero también es un habitual compañero de las noches de la ciudad, donde le delata su característico e inconfundible canto: el autillo es el sónar del barrio. Desde la Asociación Ulula, constituida por un nutrido grupo de científicos y naturalistas de la Región de Murcia, tratan ahora de obtener nueva información sobre la menor de nuestras rapaces nocturnas, aún muy desconocida, al tiempo que investigan dónde esconde sus refugios urbanitas para poder contabilizarlos.

SI VES UN POLLITO CAÍDO

Los pollos de autillo abandonan el nido normalmente antes de adquirir la capacidad para volar, quedándose en las ramas del propio árbol donde se encuentra el nido (pollos rameros o volantones), y los padres continúan alimentándolos hasta que pueden valerse por sí mismos.

      Esto no cambia en la ciudad, pero aquí la cantidad de amenazas es superior, especialmente si caen al suelo (coches, gatos, perros, niños...). Lo ideal, si encontramos un polluelo en el suelo, aconseja José Antonio Alguazas, profesor de Formación profesional Agroforestal, sería dejarlo en el árbol más cercano lo más arriba posible ya que los padres acudirán a atenderlo.Si esto no es posible hay que llamar al Centro de Recuperación de Fauna Silvestre El Valle (968 17 75 00), donde sabrán atenderlo hasta que complete su desarrollo y pueda ser liberado. También podemos dar aviso al Centro de Coordinación Forestal de la Región de Murcia (CECOFOR, 968 84 05 23) para que las autoridades competentes, como son los agentes medioambientales o el Seprona los recojan y los lleven al centro de recuperación.

    En ningún caso hay que llevárselo a casa a intentar alimentarlo ya que, aparte de ser un delito por ser especie protegida, lo normal es que el polluelo acabe muriendo por no saber cubrir sus necesidades correctamente, advierte el técnico.

El autillo (Otus scops) es una especie migratoria ligada a hábitats forestales y también a zonas antrópicas, “ya que tolera bastante la cercanía humana”, explica José Antonio Alguazas, vocal de Ulula. Normalmente cría en parajes rurales agrícolas, nidificando en huecos de árboles o casas abandonadas, pero existe una parte de la población que se reproduce e incluso pasa el invierno en ciudades, en ambientes estrictamente urbanos, en parques y jardines arbolados de zonas céntricas de ciudades como por ejemplo Murcia, entre otras localidades del sureste peninsular. “Es interesante conocer si esta parte de la población va en aumento o por el contrario se ve perjudicada por otros factores como contaminación y falta alimento o de lugares propicios para anidar”, añade Alguazas.

Para ello, entre otras actividades, están convocando censos urbanos de autillo en la capital. Y la cosa tiene su aquél, porque esta rapaz resulta relativamente fácil de detectar en zonas forestales sobre todo por la ausencia de ruidos, “pero en la ciudad se complica todo precisamente por el factor ruido, y especialmente en la época estival en la que se realizan los censos ya que suele haber mucha más actividad en la calle: coches, terrazas de bares, gente paseando, etc., y duran hasta más entrada la noche, por lo que estamos probando distintos horarios”, aclara el también profesor de Formación Profesional Agroforestal.

Las urbes, cuenta Alguazas, ofrecen una serie de ventajas a los autillos que son difíciles de igualar en su hábitat natural potencial durante todo el año: disponibilidad de insectos en todas las épocas (especialmente cucaracha americana, polillas...), y mejores condiciones ambientales ya que las ciudades actúan como islas térmicas donde la temperatura siempre es unos grados más elevada, favoreciendo no solo esta disponibilidad de insectos sino un hábitat confortable para pasar los meses más fríos para un ave que no llega a 100 gramos de peso y que en teoría debería invernar en el África subsahariana. “Sin embargo, las ciudades pueden ser trampas ecológicas para el autillo, pues no todo lo que reluce es oro, y los insecticidas, herbicidas y tóxicos usados en el control de plagas de las ciudades puede hacer que haya más fracasos reproductores que en su hábitat natural”.

Esta especie juega un papel clave en ambos ecosistemas. “Como ave fundamentalmente insectívora, aunque también puede alimentarse de pequeños saurios (salamanquesas) y micromamíferos (musarañas), es muy interesante desde el punto de vista de controlador de plagas urbanas de ciertos insectos, como la cucaracha roja americana tan poco deseada en nuestras ciudades. En zonas forestales igualmente ayuda a controlar poblaciones de polillas de ciertos noctuidos, como la polilla de la conocida oruga de procesionaria y algunos coleópteros que causan daños a las masas forestales”, desgrana Irene María Arnaldos Giner, técnica superior en gestión forestal y secretaria de Ulula.

Una de las cuestiones que les motiva para hacer el censo es saber cuántos autillos hay ya en la ciudad de Murcia, de qué datos se parte. “Es la pregunta del millón”, suspira Mario León, presidente de Ulula y reconocido experto en búhos. León señala que los datos existentes del pasado son escasos y no están recogidos en un censo puntual casi al unísono en toda la ciudad de Murcia. “Así las primeras estimaciones nos daban para el año 2002 una cifra de unas cinco parejas, en un censo estival realizado por la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE). Ya datos propios recopilados por los miembros de esta asociación desde 2006 a la actualidad, de manera no sistemática pero de gran valor, nos indicaban la presencia de autillos, incluso en invierno, en hasta 15 localidades distintas distribuidas por toda la ciudad de Murcia hasta la primavera de 2014. Ese año, llamémosle el año del ‘barrenillo’, fue el año de la sequía extrema, se produjo gran mortalidad de matorrales y extensas zonas arboladas fueron destruidas por este pequeño coleóptero. Así, en 2014, durante el control y anillamiento anual (en colaboración con el Grupo de Anillamiento de ANSE) que realizamos de cajas-nido de autillo, no conseguimos anillar ni un solo pollo, las cajas-nido en su mayoría estaban desocupadas y los autillos no pudieron criar. Al año siguiente, 2015, y desde entonces, en invierno, ningún miembro de Ulula ha escuchado un solo autillo en la ciudad de Murcia”, repasa. “Ésta es una situación que nos preocupa bastante, pues la población de autillos no se ha recuperado desde este extremadamente árido año. Tal es el caso, que en el primer muestreo realizado hace tres semanas, solamente fueron localizadas dos parejas seguras y una tercera que no cantó pero que uno de los voluntarios aseguraba haberlos escuchado”, cuenta el doctor en Biología.

En la ciudad, los lugares de anidamiento pueden variar bastante ya que no es una especie demasiado exigente, llegando a criar en huecos hechos por otras aves como pájaros carpinteros, nidos de urracas, acumulaciones de acículas de pino u hojas en horquillas de ramas hasta en huecos de fachadas o agujeros naturales en árboles, relata Alguazas, quien añade que aquí “prefiere los parques donde existen árboles de gran porte en cuyo tronco se forman huecos naturales con relativa facilidad, como los plátanos de sombra o los ficus de hoja grande, aunque la mayoría de especies de árboles ornamentales no cumplen con las características que necesitaría un autillo para anidar, por ser especies de escaso porte a los que se les suelen dar podas agresivas con demasiada frecuencia. Es más difícil que lo haga en fachadas ya que no suelen tener agujeros y tampoco hay casas abandonadas que le permitan refugiarse”.

“En sus años buenos, cuando la población en la ciudad de Murcia estaba en su esplendor, los autillos se podían escuchar en casi todos los barrios de Murcia, oyéndose de una punta a la otra de la ciudad. Desde el Parque Fofó al Cuartel de Artillería, el barrio del Carmen o barrio del Infante, desde el jardín de la Seda o el del Malecón hasta el Hospital Reina Sofía. Ahora, solamente se están escuchando en la Vía Alfonso X el Sabio y en la Avenida San Juan de la Cruz del Barrio del Infante”, detalla Arnaldos.

Así que todo apunta a que este precioso 'mini búho' está en declive, cuando aún falta mucho por saber de él. Y es que, como recalca José Antonio Alguazas, “es un ave muy poco estudiada y la poca bibliografía que hemos podido consultar contiene información que es ampliable y mejorable. Se conoce poco acerca de su alimentación y fenología, de sus hábitos territoriales y migratorios, de su tendencia poblacional (por ahora negativa) y su sensibilidad a las amenazas comunes al resto de biodiversidad, por lo que aún queda mucho trabajo por hacer con esta especie”.

CENSOS NOCTURNOS URBANITAS

La metodología de los censos nocturnos consiste en salidas de pequeños grupos de voluntarios, a eso de las 23:00 h para evitar los típicos ruidos de la ciudad, para la detección basada en escuchas con el uso de reclamo grabado. Tan solo se invierten unos 10 minutos en cada zona que previamente se ha determinado como potencialmente propicia para la especie, bien por citas históricas o bien por reunir las características necesarias para que estas aves la habiten.

   Si quieres ir entrenando el oído, suena como un auténtico sónar. Aquí tienes una grabación de la página de xeno-canto:

La próxima salida, recuerda, es el día 28 de junio:

 

 

 

DONDE SEGUIRLES

Para estar informados de las actividades de la Asociación Ulula, se les puede seguir en Facebook, Instagram; y por supuesto en Youtube, con la webcam de autillos que sigue en funcionamiento.

Por ello, además de censos nocturnos urbanitas, en Ulula están realizando también un control de cajas anidaderas en hábitats naturales, acciones de divulgación y, como medida más visual, la instalación de al menos una webcam que ya está transmitiendo en directo la evolución de una pareja de autillos en el Parque Regional El Valle y Carrascoy, que afortunadamente ha tenido descendencia. “La verdad es que no se podía dejar escapar esta oportunidad, pues no es el primero, ni segundo, ni tercer año que cría el autillo en esta caja anidadera”, apunta Mario León. Se trata, dice, de una pareja “bien conocida y fotografiada por nuestro compañero Joaquín Albaladejo. Para esta pareja que cría y vive en los límites de una urbanización junto al pinar del Parque Regional, es su cuarto año. Tras tres años retirando los restos de la base del nido para poder identificar la dieta de estas aves, y volvernos locos con qué tipo y número de veces obtenían cada presa, decidimos instalarle una webcam para descubrir y desvelar en la manera de lo posible y dentro de las posibilidades que las aves nos permiten, poder escudriñar sobre su ecología alimenticia y cuidado parental”.

Arnaldos destaca al respecto la valiosa información sobre alimentación ya obtenida: “por ejemplo, con datos preliminares de primera mano, en la noche más corta del año, la del 23 al 24 de junio, la pareja llegó a visitar con alimento el nido en unas 51 ocasiones, consumiendo los pollos un total de 21 cucarachas, 12 salamanquesas, cinco arácnidos, una escolopendra, cuatro polillas o mariposas nocturnas, dos grillos, y cinco presas no identificadas”.

La familia ya tiene en estos momentos cuatro pollos de poco más de una semana de vida, relata también Arnaldos: “sobre el día 16 de junio empezaron a eclosionar los pollitos de los cuatro huevos que formaban la puesta. Estos cuatro huevos fueron incubados durante 25-26 días, y en la actualidad tras un rapidísimo crecimiento, teniendo el mayor tan solo diez días de edad, la madre ya los deja solos durante la noche y colabora con el macho en un ir y venir trayendo presas”.

La colocación de la cámara, cuyas imágenes son visitables para el disfrute de los interesados en cualquier momento, ofrece a estos investigadores la oportunidad de “conocer muchos aspectos que de otro modo serían mucho más costosos en cuanto a tiempo y esfuerzo o incluso serían imposibles; desde el conocimiento de la fenología reproductora día a día, hasta un estudio minucioso de la dieta durante todo el periodo reproductor, pasando por el número de cebas de los pollos, los picos de intensidad según la hora de la noche de estas, todo lo que sucede las 24 horas del día durante estos dos meses de crianza”, como puntualiza Alguazas.

Cuando termine la época reproductora, la pareja abandonará la anidadera. Y quizá se vayan a África, lo que suele ocurrir en septiembre, o quizá no. Para saber qué ocurre con nuestros autillos de ciudad, la asociación pretende establecer un calendario de censos “e ir repitiéndolo anualmente, no sólo en época de cría, si no también durante el invierno, por lo que a partir de noviembre-diciembre convocaremos algún censo invernal”, avanza Arnaldos.

Y la difusión, que no puede faltar en un proyecto como éste. Ya han impartido una charla, pero vendrán más actuaciones porque “una de las líneas de trabajo que quiere cubrir Ulula es la divulgación y la educación ambiental, pero más en un segundo plano”, aclara Arnaldos. Así, “en la medida en que podamos abordar, se llevarán a cabo este tipo de actividades intentando abarcar a la mayor variedad de público posible".

Sin, embargo, en todo caso la principal motivación de la Asociación Ulula -donde, por cierto, todo el trabajo es voluntario y los miembros costean los gastos y ofrecen su tiempo y colaboración desinteresadamente-, es "generar conocimiento, realizar estudios que rindan información no sólo del autillo, sino en general de las aves nocturnas y de las interacciones con otras especies. Saber cuáles son los lugares donde viven, el por qué están allí o prefieren unos sitios a otros. Estudiar sus necesidades ambientales (alimentación, hábitats...) es una manera de conocerlos para poder entenderlos y conservarlos, ya que este grupo de aves es un grupo reducido de especies, pero muy importantes desde el punto de vista de los servicios ecosistémicos, que en la ciudad sería un magnífico aliado”, concluye Irene Arnaldos.

 
Justo arriba, a la izqda., Mario León anillando un pollo de autillo. A la dcha, dos miembros de la Asociación Ulula instalando cajas-nido. Todas las imágenes: Asociación Ulula. 

 

Mónica Rubio. Periodista y Bióloga.