Aumento preocupante de varamientos de cetáceos en las costas españolas

Algunos puntos de la costa española están viviendo desde hace semanas un preocupante aumento del número de cetáceos varados, cuyas causas de fallecimiento aún se desconocen. Una situación que califican de «anómala» desde la Guardia Civil de Almería, institución que confirma que estos hechos llevan ocurriendo todo el año. «Seguimos, uno detrás de otro», describe hoy mismo, breve pero certeramente, la ONG Equinac -centro de referencia de rescate de estos animales en Almería- en sus redes al referirse al trabajo que están teniendo para poder atender al goteo de ejemplares que van apareciendo, y del que van teniendo noticias por diferentes avisos.

QUÉ HACER ANTE UN VARAMIENTO

 

Ante el hallazgo de un cetáceo o de una tortuga marina varadas en la costa, tanto vivas como muertas, hay que llamar rápidamente al 112.

     Nunca hay que reintroducir al animal en el agua, ya que no son peces y no respiran bajo el agua, sino que necesitan salir a tomar aire atmosférico. Si ha varado es porque tiene algún problema, y podría morir ahogado.

     El 112 pone a la persona que ha dado el aviso en contacto con el equipo de rescate de la zona, que dará instrucciones sobre cómo proceder hasta su llegada.

Esta triste circunstancia está ocurriendo no sólo en estas aguas sureñas, territorio en el que se desempeña la activa asociación, sino que también ha sido registrada, por ejemplo, en Galicia. La propia Equinac señalaba que «si lo que está pasando en Almería con tanto varamiento de delfín es difícil de sobrellevar, lo de la Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños (Cemma) es sobrehumano. Con decenas de varamientos sólo en lo que va de 2021, y multiplicando por cuatro el número de casos y por siete los kilómetros de costa que tienen que cubrir. Es indiscutible que necesitan medios y recursos para afrontar esta barbaridad de cantidad de varamientos de cetáceos».

En la provincia andaluza el trabajo es arduo, pero afortunadamente no están solos. En una tarea pueden intervenir, según las peculiaridades de cada caso, desde el ciudadano que inicia la alerta ante el descubrimiento de un animal, el 112 que les avisa, el Seprona, la Policía Nacional o miembros de clubes de buceo, y hasta el Centro de Colecciones Científicas de la Universidad de Almería, que apoya a sus veterinarios para la realización de las necropsias. Sin olvidar a los laboratorios y la Dirección General de Biodiversidad, Bosques y Desertificación del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, que está sufragando los costes de esos análisis.

Toda ayuda es poca, porque hay días en los que los voluntarios han tenido que acudir a dos o tres llamadas. Y algunas, direccionando a lugares complicados y de difícil acceso. Un delfín listado macho de más de dos metros, una hembra de 1,44, un zifio de Cuvier, otro macho de 1,80 metros… uno tras otro, como dicen, van pasando por sus manos.

Y, con todo, analizar la situación resulta complejo. Se conoce la importante incidencia de una enfermedad vírica que causó un brote hace un par de años -el morbillivirus, considerado el patógeno más letal para los delfines-, pero los cetáceos son animales libres, «y en concreto, los delfines listados son una de las especies más difíciles de estudiar en mar abierto porque son auténticos torpedos y están en continuo movimiento. Ello sumado al estrés que sufren estos mamíferos cuando el ser humano los manipula, se traduce en que no podemos ir a capturar delfines para sacarles sangre o realizarles pruebas diagnósticas», explican desde Equinac. Ahora bien, sí que están analizando las muestras de los cadáveres, aunque aquí el tiempo -la muerte ha de haber sobrevenido hace escasas horas, como mucho- y la amplitud de patologías a analizar presionan en contra. Y también su alto coste, motivo por el cual el Ministerio, hasta ahora, sólo ha podido sufragar seis necropsias. Y razón, asimismo, que les impide hablar de epidemia, por el escaso número de registros.

Y en caso de que lo fuera, nada se podría hacer porque «no podemos salir a vacunar a miles de delfines salvajes. Ni es posible a nivel logístico, ni por los propios animales, ni por tratarse de cetáceos, que nadan a una velocidad de vértigo y que no van a dejar para nada que nos acerquemos a ellos».

Otra cosa, ya sabida, es que la presencia de contaminantes en estos mamíferos puede interferir en el desarrollo de las enfermedades, y eso sí podría analizarse. Así, muchas veces «los contaminantes pueden estar mermando el sistema inmunitario, de manera que si bien la muerte se produce por un morbillivirus, en realidad lo que subyace es una contaminación», explica la doctora Emma Martínez López, profesora e investigadora de la Universidad de Murcia y líder de proyectos de investigación sobre Toxicología y Mamíferos Marinos.

En esta Comunidad, la murciana, por ahora no ha habido ningún varamiento de este tipo, según ha podido saber elclickverde, aunque si finalmente se trata del morbillivirus sus efectos podrían dejarse notar aquí y en otros puntos del Mediterráneo. No en vano, este patógeno es el responsable de conocidos episodios de muertes masivas por todo el mundo. Ante la falta de más información, y aunque el goteo de animales encallados es preocupante, esperemos que no sea así y que la ciencia descubra lo que está ocurriendo a nuestros cetáceos.

 

NOTA: todas las imágenes, cortesía de Equinac.

Mónica Rubio. Periodista y Bióloga.