Pedro García, director de la Asociación de Naturalistas del Sureste, entidad que ha comprado Cabo Cope para su protección «para siempre»
«Cuando la Administración no funciona en materia de conservación, la sociedad puede ejercer otros mecanismos»
Pedro García, director de ANSE, de espaldas mirando a Cabo Cope. Abajo, recogiendo basuras en La Marina. Imagen: ANSE
Eduardo Salazar
Abogado ambientalista:
«ES UN BRINDIS AL SOL»
Eduardo Salazar, conocido abogado ambientalista y miembro de Prolitoral, considera que los terrenos de Cabo Cope «debían ser públicos por ser un monte». La Ley de Montes dice que los parcelas como éstas -muy empinadas, que están en una falda del Cabo, que es pura montaña-, no sirven para edificar. A ello se une el hecho de que estén en un Parque Regional. Al respecto, hay quien considera que todos los Parques deberían ser públicos, línea que se sigue en Andalucía, donde la Administración ha comprado partes interesantes de sus parques, pero en ese caso «debería ser el Gobierno central o regional el que comprase, no una ONG», razona. Tras explicar que en su día se trató de que esto fuera ley pero que nunca llegó a serlo, lo que se impone, aclara, es la Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, «que dice que cuando un terreno es declarado Parque Natural, mientras se dicte el Plan de Gestión, no se puede tocar nada». Así que no hay obligación de comprar para protección. «Comprar la montaña es un brindis al sol. Donde hay que comprar es en La Marina, no en el Cabo. En La Marina sí, y mucho, y si se puede comprar los terrenos de Iberdrola, mejor», insiste, aplicando una custodia del territorio pública. «En el monte no hay nada que hacer. No hace falta. La Marina es la zona más conflictiva», repite. Ocupa cerca de la mitad del Parque. Salazar está ahora a la espera de que el Supremo confirme la negativa a esta urbanización «para que todo sea más fácil. Pero la ley no deja hueco a estas actuaciones». De hecho, asegura: «vamos a ganar en el Supremo, lo tengo clarísimo, hay un 80% de posibilidades». En terrenos como éste, el único tipo de urbanización posible es urbanismo sostenible e inteligente, como el que promociona Marina Nos Interesa. «Lo extraño es que no hayan comprado en La Marina. Hay cosas que son agridulces», resume.
La Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE) anunció ayer inesperadamente la compra de 270 hectáreas en Cabo de Cope, en la costa de Águilas (Región de Murcia), para impulsar la conservación del conjunto del Parque Regional de Cabo Cope y Puntas de Calnegre, una de las últimas zonas no urbanizadas de la costa mediterránea española, así como para promover la aprobación de su Plan de Ordenación de Recursos Naturales (PORN). Pedro García, director de la organización y conocido activista de larga trayectoría, explica que no se trata de la primera medida que contemplaron para la zona, pero ante la preocupación de que este enclave privilegiado se viera afectado, amenazado por la voracidad urbanística, decidieron dar un paso sorprendente, en el convencimiento de que la sociedad también puede mover ficha.
En ANSE preocupaba mucho lo que pudiera ocurrir en los próximos meses en Cabo Cope. «Había que dar el paso porque veíamos que había todavía entidades que planteaban la recuperación de un proyecto urbanístico en la zona y que la Comunidad Autónoma no iba a aprobar nunca el Plan de Ordenación de Recursos Naturales; también porque sectores como la agricultura estaban deteriorando enormemente el entorno de Marina de Cope, y porque habíamos intentado que dos administraciones compraran Cope -el Ayuntamiento de Águilas y la Comunidad Autónoma-, y no lo conseguimos. Y en una situación internacional como ésta, con fondos de inversiones especulando con dinero por un lado y por el otro y gobiernos, como el de la Comunidad Autónoma, que tampoco habían dicho que no claramente a ciertas formas de desarrollo como la urbanística, pues entendíamos que había que dar este paso». Y, agrega, «porque, como hemos dicho desde hace muchos años, cuando la Administración no funciona y no hace lo que tiene que hacer en materia de conservación, la sociedad puede ejercer otros mecanismos. E incluso si la Administración funcionara, que no es el caso, ¿por qué no?». En este apartado enumera a fundaciones y entidades privadas, empresas, particulares «y también las asociaciones podemos y debemos jugar un papel en conservación de la naturaleza. El interés público de la conservación, el interés para la sociedad, para el equilibrio de los ecosistemas… es tan importante que todos podemos hacer algo, y es un papel al margen de los riesgos y amenazas», defiende.
García aclara que «hubiéramos preferido no meternos en este fregado». Por eso, se reunieron previamente, en la legislatura anterior, con el Ayuntamiento de Águilas y con el entonces consejero de Medio Ambiente, Javier Celdrán, a quienes pidieron «abiertamente» que compraran los terrenos. «Preferíamos que el riesgo lo asumiera la Administración, e incluso no sé si el precio hubiera sido el mismo o no… entonces no teníamos capacidad para meternos en algo así». Pero después de dos años han considerado que había que intentarlo. Con el respaldo de la Junta Directiva de la asociación, de la Fundación, de toda la gente que trabaja en la asociación, y gracias a disponer de una cierta reserva económica, finalmente «nos hemos visto fuertes», cuenta.
La creación de reservas no es una medida nueva en ANSE. Empezaron hace casi 20 años. La primera reserva fue la de Malcamino y desde entonces han continuado en esta línea, lo que ocurre es que hay compras que han anunciado y otras que no. Así, recuerda que poseen una rambla, y que el año pasado compraron cinco hectáreas en Moratalla, que suman ya 30, pero que están aún sin anunciador, o que hace un mes les donaron dos hectáreas en la Sierra de Enmedio que tampoco han anunciado todavía. Las últimas tres compras, la cueva de las Yeseras -refugio de murciélagos-, las Salinas de Marchamalo y Cabo Cope, en realidad ya llevaban años gestionándolas, pero por diversas circunstancias ha venido todo a coincidir en los últimos meses. De hecho, las conversaciones para la cueva de Las Yeseras empezaron hace ya 14 ó 15 años con un primer contacto para un acuerdo de custodia con uno de los propietarios, que luego se malogró. En el caso de las Salinas de Marchamalo les ocupó también tres o cuatro años de gestión. Y con Cope, otros dos años. «Que hayan coincidido varias a la vez es un problema porque conseguir financiación para tantas cosas es muy difícil».
También es cierto, aclara el director, que el último año, después de recibir el premio BBVA con 250.000 euros «teníamos un dinero ahí todavía de fondo y además contábamos con el ofrecimiento del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) de que si al final se hacía una compra en un lugar emblemático -y ellos sabían que llevábamos años con Cope-, estaban dispuestos a volcarse. Eso ha sido la puntilla para animarnos y dar el paso definitivo».
A todo ello se suma el problema de que hay una parte importante de la población del lugar que no quiere el parque. Eso «plantea un reto muy complicado», dice, y reconoce que las pocas cosas que ha intentado hacer la Administración también ha encontrado el rechazo de los vecinos. «Entonces pensamos en plantear esa conservación desde otra perspectiva, desde una organización que compra los terrenos. Eso crea una gran legitimidad entre la población, porque la gente alega que “es muy fácil pedir la protección de un terreno que no es tuyo", o que "como no te cuesta el dinero, que gasten dinero público”... así que este gesto puede provocar un reconocimiento de que te la estás jugando, que has dado el paso que nadie pensaba que nadie podía hacer».
Finalmente, los terrenos adquiridos a través de la Fundación ANSE incluyen un conjunto de fincas que fueron propiedad de Bankia (antes Caja Madrid) y que terminaron en manos de la Sociedad de Gestión de Activos procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb), y por tanto de titularidad privada. Las fincas adquiridas suman unas 270 ha de superficie y engloban a la casi totalidad de los terrenos montañosos de Cabo Cope, entre la carretera que conduce desde Calabardina a la Torre de Cope, a excepción de pequeños enclavados con varias viviendas. Entre las fincas adquiridas se encuentran también varias hectáreas al otro lado de la carretera litoral.
EL PARQUE REGIONAL
Cabo Cope y Puntas de Calnegre
Por esta zona costera sur de la Región de Murcia vuelan el búho real, el águila perdicera o el halcón peregrino, puede escucharse al camachuelo trompetero y verse a la tortuga mora y al eslizón ibérico, y plantas como la sabina, el arto, el cornical, la lavanda o la esparraguera blanca. Cuenta con una extensión de 2.665 hectáreas entre los municipios de Lorca y Águilas. Los límites quedan definidos por las poblaciones de Calabardina al Sur y Puntas de Calnegre al Noreste. Con una longitud de costa de 17 km. es de gran singularidad ambiental y paisajística en el contexto europeo, combinando monte mediterráneo con playas, acantilados, zona de saladar, ramblas y dunas fósiles.
Protección: son Lugares de Importancia Comunitaria (LIC) 'Calnegre' y 'Cabo Cope'. Éste también se incluye en la Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) 'Almenara, Moreras y Cabo Cope', y el área marina que rodea al peñón de Cabo Cope forma parte del LIC 'Franja litoral sumergida de la Región de Murcia'.
En ANSE «estamos convencidos de que este gesto va a impulsar a la Comunidad Autónoma a que pueda aprobar el Plan de Ordenación de Recursos Naturales, porque es una reivindicación, por tomar ejemplo, porque si una organización con medios escasos va a invertir una gran suma de dinero para garantizar la conservación para siempre de un trozo de costa comprándolo, ¿cómo la Comunidad Autónoma, con todas sus herramientas, no es capaz siquiera de aprobar un PORN? Y también como ejemplo para Iberdrola: que una organización de defensa de la naturaleza, con la ayuda de otra, sea capaz de hacer una compra no para ganar dinero, sino para proteger, con un coste elevado, debería servir de ejemplo para una empresa eléctrica potente que conserva una finca en Marina de Cope que quiere urbanizar y que públicamente se proyecta como una empresa modélica en materia de medioambiente», reivindica García, quien insiste en que «esta compra puede condicionar tanto a la Comunidad Autónoma para que avance con el PORN como a que Iberdrola dé marcha atrás a sus recursos judiciales para que se urbanice Marina de Cope».
Además, otro de los retos es conseguir la declaración de la Reserva Marina en Cabo Cope y Calnegre lo antes posible. Sería la tercera reserva marina de interés pesquero de la Región y la más grande, con casi 14.000 hectáreas, y compartiría el objetivo de recuperar especies comerciales y dinamizar actividades como el buceo o la hostelería de este litoral sur.
La compra de Cope también pretende fomentar la conservación a través de la figura de la custoida del territorio, actividad con la que es compatible a juicio de García. La custodia del territorio, detalla, se puede hacer por distintas vías, en distintas direcciones y a distintos niveles. «Allí donde hemos comprado, intentamos que otros propietarios del entorno lleguen a acuerdos con nosotros de manera que podamos ampliar las acciones de conservación más allá de nuestras fincas. Y la compra por parte de ANSE puede favorecer que otras entidades también hagan custodia con nosotros. Una de las cosas que se están produciendo en los últimos años, sobre todo en el último, es un acercamiento del mundo de la empresa hacia la organización siguiendo actuaciones concretas de conservación e incluso retos importantes. Hay entidades que nos han planteado si podrían participar en proyectos de cierto alcance, de cierta envergadura. Y éste es el mayor reto que podríamos plantear y pensamos que parte de las ayudas que se han ofrecido por sectores muy diversos podrían canalizarse en este sentido».
Sin duda, dice el ecologista, «Cope es un lugar emblemático por todo lo que representa desde el proyecto de construcción de la central nuclear hace medio siglo hasta el actual proyecto urbanístico, y también lo es la Marina de Cope con una cantidad de problemas tremendos», entre los que cita la agricultura intensiva o las basuras…Así que aquí no acaba la historia, aquí arranca. Queda hablar con el Ayuntamiento, la Comunidad Autónoma, con los vecinos, con los pescadores, con los núcleos costeros… «ahora empieza lo duro, pero también lo bonito», concluye Pedro García.