Tres días y sus tres noches enteras les ha costado a los técnicos tener 'Controlado' el incendio forestal que se declaraba el pasado 27 de agosto en la Sierra Larga de Jumillla, en la cara norte del Paraje Los Cantaores.
Tras alcanzar el domingo el estatus de 'Estabilizado', durante dos noches más -la del domingo y la del lunes-, hombres y mujeres han permanecido en la zona realizando labores de vigilancia y enfriamiento, aunque no mucha gente habrá reparado en ello.
La Dirección de la Extinción ha dado por 'Controlado' este siniestro hoy a las 18:30 h, según informa el servicio. Esto supone que se ha conseguido aislar el fuego y detener su avance y propagación dentro de las líneas de control. Sin embargo, lejos de abandonar la zona, aún continúan las labores de extinción y en el lugar trabajan agentes medioambientales, el jefe de comarca y dos brigadas forestales. Otra noche más. Le invito a recordarlo en un rato, cuando vaya a reposar su cabeza en la almohada.
Y es que los incendios no acaban cuando dejan de salir en los medios. El riesgo sigue ahí. Y los efectivos destinados a su lucha, también.
Son vidas, tiempo y recursos económicos invertidos en nuestra seguridad y la de nuestro patrimonio natural y, en su caso, arqueológico y constructivo -cuevas, pinturas rupestres y edificaciones pueden verse afectados-. Y también a la salvaguarda del agua, según recoge el estudio titulado 'Consecuencias hidrológicas de los incendios forestales ' (Sempere Torres, D., et al, 1994), que subraya que los efectos "resultan especialmente críticos en la región mediterránea, donde una climatología propicia convierte a la secuencia fuego-inundaciones-erosión en el principal agente del proceso de desertificación".
Malo es que un incendio deja de aparecer en prensa porque surge otro. Hoy mismo se ha declarado un nuevo fuego en Riópar (Albacete). Éste está siendo un verano nefasto.
Pero lo peor es que, de cara a un futuro que ya está asomando las garras bajo el dosel arbóreo, se nos anuncia la llegada de incendios mucho más voraces, más intensos, más duraderos. Ni imagino lo que costará su extinción ni si podremos siquiera apagarlos, o tendremos que huir a su merced.
Esa colilla, esa barbacoa, ese trabajo con la radial seguro que no son tan urgentes como la apremiante necesidad de proteger nuestros bosques. Consúltelo también esta noche con su almohada, por favor.
Mónica Rubio. Periodista y Bióloga
2022-08-30