Qué pena que el reciente Censo de Aves Acuáticas Invernantes se haya celebrado ya y no hoy, justo en el Día Mundial de los Humedales, y que tampoco dé tiempo a extraer conclusiones coincidiendo con esta fecha. Seguramente haría más visible no sólo la problemática, sino la cantidad de gente que se preocupa, se mueve y dedica una parte de su tiempo a conocer mejor estos paisajes tan importantes y tan en declive. Pero la naturaleza manda y las fechas son las que son porque son las óptimas para realizar estos estudios científicos.
El Censo de Aves Acuáticas Invernantes, que organiza la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife) cada año, es un programa de seguimiento a escala mundial que se viene desarrollando desde hace varias décadas y se basa en censos simultáneos de todas las zonas húmedas de cada país en el fin de semana más próximo al 15 de enero. Los cambios del tamaño de población de aves acuáticas invernantes se utiliza como un indicador del estado de conservación de los humedales y sus datos sirven como una medida a tener en cuenta a la hora de declarar zonas protegidas.
Este año, como de costumbre, he participado impulsada por una amiga naturalista y birdwatcher, Susana Noguera, a la sazón, habitual colaboradora de este portal con sus crónicas pajareras desde el Estrecho. La tarea es amena por la amistad que nos une y el amor a la avifauna pero, no creáis, también es esforzada. Hay que cumplir una ruta, que ha de ser similar a la de años anteriores para que el trabajo tenga continuidad, y hay que hacerlo dentro de un horario -la 'orden' es censar el mayor número de localidades en el menor tiempo posible-. De modo que si en una de las primeras charcas aparece un ave poco frecuente, pongamos por caso un archibebe claro, que apareció, pues no hay tiempo para deleitarse con la observación, porque todavía nos quedan por delante 12 humedales que revisar. Así que pedimos que, si tiene que aparecer alguna rareza, que sea al final, por favor.
Porque mira que terminamos cansadas, pero la fauna alada tiene un no sé qué que te revitaliza. El año pasado, saliendo ya del último humedal, con las fuerzas justitas, divisamos un mochuelo insolente, en lo alto de un poste, puesto ahí al lado como para nosotras. Y en eso que olvidas el cansancio, la hora y el hambre que hace ronronear las tripas, sacas la cámara y apuntas. Y ahí que estuvimos el ratito que el despreocupado animal quiso brindarnos, y nos llevamos para casa nuestras buenas capturas (las únicas posibles: en foto).
Fotos, y un montón de datos científicos, claro. Gaviotas, cigüeñuelas, zampullines -aunque no veas ninguno al asomarte a la charca, siempre esperas unos segundos por si los has pillado bajo el agua y los tienes que contar rápidamente cuando salen a respirar-, muchas lavanderas, andarríos, un estupendo y revuelto baño de chovas piquirrojas y grajillas, alguna garcilla... La verdad, este año poco, en relación con ediciones anteriores (curioso, este año parece que hay menos de casi todas las aves por toda la Región, nos ocurrió algo parecido en una ruta hace poco a Moratalla...).
Y, cómo no, la salida sirve también para recabar una interesantísima información del estado de los humedales: si se mantiene la lámina de agua, si hay más o menos vegetación... o si el humedal ha sido transformado, ha desaparecido y el terreno ahora se destina a otros usos, que también.
Imaginaos ahora este montón de cifras, apuntes, descripciones e identificaciones aportados por todos los voluntarios que salieron en enero a 'contar patos' a primera hora de un fresco sábado o del domingo, pertrechados con sus prismáticos, sus guantes, acaso el telescopio, el bocata y el agua, paseando su mirada por cientos de humedales del país. Porque a veces te crees que estás tú sola, pero no, lo que ocurre es que el espionaje, aunque sea de aves, ha de ser silencioso. Si te acercas a la charca con alegres voces hay especies que huyen antes de que puedas contarlas..., así que ahí estuvimos todos, asomando apenas la frente y los ojos sobre el horizonte, haciéndonos gestos paramilitares de '¿eran cuatro o cinco?, ¡he visto una irse por ahí!', y así...
En definitiva, una fecha que se adelanta un poco a este Día Mundial de los Humedales -que se llena de reivindicaciones, carteles, avisos e informes, que está muy bien-, pero que a mí me gusta relacionarlo con el voluntariado y me agrada pensar que, en lo que puedo, este año también he echado una mano a los humedales de mi zona.
Espero continuar el próximo. Y, mientras tanto, a seguir visitando todo el año lagos, charcas, embalses, estaciones depuradoras también, lagunas, mares interiores y lo que se tercie, para ir conociendo un poco más el extenso mundo de los humedales que, como recordaba ayer el Ministerio para la Transición Ecológica, suponen apenas entre el 3% y el 5% de la superficie del planeta, proporcionan el 40% de los servicios ecosistémicos (agua, alimento, prevención de catástrofes, sumidero reservorio de CO2…), pero se calcula que se han perdido la mitad de estos espacios desde inicios desde el siglo XX.
Mónica Rubio. Periodista y Bióloga
2019-02-02