Miguel Ángel Simón, director del programa Life+Iberlince 'Recuperación de la distribución histórica del lince ibérico en España y Portugal'
"2017 no ha sido un año alarmante para el lince ibérico"
A pesar de que el ejercicio pasado se cerrara para el lince ibérico con una llamativa cifra de muertes, un total de 58, -y aunque enero haya seguido la tónica, con cinco más-, “2017 no ha sido un año para alarmarse” e incluso ha aportado “datos muy interesantes” para la población del emblemático felino, según defiende Miguel Ángel Simón, director del programa Life+Iberlince de recuperación y reintroducción de la especie. A Simón, con una enorme carrera a favor de este felino, pero también en la reintroducción del quebrantahuesos o en la lucha contra el veneno, le preocupa la alta tasa de atropello pero, dice, no es la mayor amenaza a la que se enfrentan, al tiempo que aspira a que para el año 2024 la conexión efectiva entre todas las áreas de presencia del lince sea una realidad.
Para el experto, la parte positiva del ejercicio estriba, por ejemplo, en hechos como que el año anterior se había obtenido una cifra de 86 linces fuera de Andalucía “y este año se han duplicado, hay 145, o sea que van bien”. En el recuento destaca la presencia de hembras territoriales y de un buen número de cachorros que van creciendo adecuadamente. A ello se une una población que está “más o menos estabilizada” en Andalucía, y de la que extrae “un dato muy interesante, que es que las áreas de reintroducción que iniciamos en Guadalmellato, en Córdoba, y Guarrizas, en Jaén, están conectadas con la Sierra Morena de Andújar y ya hay un continuo de linces que van de Córdoba hasta Despeñaperros e incluso al sur de Ciudad Real. Toda una amplia área de presencia que hace que disminuyan un poco los riesgos de muerte”, se muestra satisfecho el experto.
Ello no evita que la alta tasa de mortandad le parezca preocupante. “El año pasado hubo muchas muertes, demasiadas”, reconoce. Fueron 58 entre todos los territorios, con 31 atropellados, “que son muchísimos”. Parte de esta alta incidencia de atropellos se explica porque “antes solo mirábamos a Andalucía y ahora hay que incluir Castilla-La Mancha, Portugal, Extremadura... porque ya hay linces fuera del territorio andaluz, lo cual es un éxito, pero conlleva también este problema de que hay atropellos fuera”, sopesa. Un ejemplo es la comunidad castellanomanchega, que es un área de reintroducción nueva y donde se contabilizaron nueve atropellos. Con estos datos sobre la mesa, Simón defiende que “no es un momento de alarma, pero entiendo que es llamativo. Además, nosotros no lo escondemos, al contrario, lo decimos y lo ponemos en las redes”.
Pero, a la vez, alberga un lugar para la esperanza, ya que tras un estudio detenido ha detectado que los atropellos se limitan a cinco carreteras “en las que ya estamos trabajando o vamos a iniciar los trabajos” de mejora. En estas cinco vías se produce el 70% de los atropellos, con lo que “si conseguimos establecer medidas de permeabilización, podemos eliminar un porcentaje elevado” de los accidentes, asegura. Y concreta: “evitar atropellos es imposible, pero sí se puede bajar a unos números razonables que se puedan soportar”.
El máximo número de arrollamientos se sitúa en la autovía Madrid-Sevilla, tanto en Ciudad Real como en Jaén. “Una autovía donde no habíamos pensado que llegarían nunca los linces”, se asombra. Recuerda al respecto que un convenio firmado en diciembre destina un presupuesto para realizar un paso subterráneo en esa carretera, pero aún falta que se publique en el BOE. “La Administración tiene su ritmo y, ante eso, paciencia”, medita. Pero confirma que “si construimos ese paso podemos disminuir el número de atropellos, pues ahí el año pasado murieron ocho linces”. Además, en otra vía de Toledo donde murieron cinco “ya se están haciendo medidas de permeabilización”.
“Nosotros no podemos hacer medidas frente atropellos en todos los sitios, hay que mirar despacio”, apunta. Construir un paso de fauna cuesta mucho dinero, “un millón de euros por lo menos”. Pero luego, los linces sí que los frecuentan. La infraestructura comienza con una malla longitudinal que, al llegar al paso, dibuja como un embudo que dirige la fauna hacia allí. Los linces, como cualquier otro animal, cuenta el experto, si no llevan detrás a nadie que los persiga, no van corriendo sino que andan tranquilamente, y al legar a la malla no tienen ninguna razón para saltarla, sino que la siguen por el límite, llegan al embudo y alcanzan el paso de fauna. Y cuando lo han cruzado ya varias veces y lo conocen, lo usan de manera sistemática.
TURISMO LINCERO
Para Miguel Ángel Simón, es importante que la gente conozca al lince. "Es como si tienes Las Meninas en el Museo del Prado pero no dejas que entre nadie. La gente debe conocer la riqueza patrimonial natural que tenemos. Lo que sí que hay que hacer es ordenar en ciertos sitios donde tenemos una presión excesiva de gente, pero no evitarlo totalmente". Defiende además que la presencia de lince ibérico y de otras especies emblemáticas también generan cierta riqueza en la zona. "Más que turístico, es un movimiento de visitas de naturalistas y está bien que la gente obtenga un beneficio económico siempre que no produzca un daño sobre la especie a conservar, porque lo prioritario, claro, es conservar".
Además, el proyecto ya elaboró unos folletos apelando a la sensibilidad de los conductores, para que respeten las señales de tráfico. Las zonas de lince están marcadas, no para disminuir la velocidad, sino para extremar la precaución. También se desbrozan las cunetas con el fin de eliminar el matorral, porque eso evita que un lince se esconda justo ahí, pegado al borde la carretera, y que al paso de un coche se meta debajo. Si el matorral está a siete u ocho metros, se esconden igual pero están más lejos del borde de la carretera y al conductor le da tiempo a reaccionar. “Ese tipo de medidas funciona y la gente es muy sensible a esto”, se alegra.
Eso sí, este año ha empezado mal, con cinco nuevos atropellos. “Es un enero malo, no te voy a engañar. Si lo multiplicas por doce llegaríamos a 60, lo cual es malísimo y no puede ser. Pero entrando en el detalle se ve que han sido muertes raras”. Y se explica. Un ejemplar fue atropellado a la salida de Jaén, a 30 ó 40 kilómetros del área de presencia del lince, “es decir, que estaba lejísimos, es rarísimo que un bicho llegue hasta allí”. Simón se refiere a menudo al lince como 'bicho'. Otro, en Doñana, “donde en los últimos 20 años no habíamos tenido más que dos atropellos”; y otros, en una carretera que atraviesa el área de reintroducción de Guarriza, justo apenas dos días antes de comenzar las actuaciones de permeabilización. “O sea, que tiene cierta explicación y un poco de mala suerte. Pero, bueno, eso no quita que cinco 'bichos' por doce sea una bestialidad”, sentencia.
En cualquier caso, recalca que mirar enero solo no tiene mucho sentido, “hay que entenderlo en un contexto de tiempo” y al final de año se hará el preceptivo estudio. “Yo analizo todos los atropellos desde un punto de vista técnico y desapasionado, y determino puntos negros”, recuerda.
Pero hay otro problema. Si bien estadísticamente, mirando el número de fallecimientos al año, el atropello es la primera causa de muerte, “a mí, personalmente, evitando números, lo que más me preocupa son las enfermedades víricas del conejo, porque no le veo una solución. No es una cuestión de presupuesto, como en los atropellos. El conejo es la presa fundamental del lince, en un 80%, y la mixomatosis y la enfermedad hemorrágica vírica limitan su crecimiento. Y no hay solución para eso”. La mixomatosis es antigua, de los años 60. La hemorrágica vírica entró en los '80 “y le dio un palo tremendo a las poblaciones; ahora, en el 2012, antes de ayer, ha mutado y sigue sin haber solución”, se preocupa. Para el experto, “esto no se soluciona diciendo 'pues invierto más'; no, esto se soluciona haciendo un plan completo, aunando investigación y gestión... debería participar un equipo multidisciplinar que dé soluciones sanitarias a la enfermedad y que en gestión minimice los efectos de esa enfermedad... es un tema complejo. Yo creo que a nivel nacional se debería asumir ese liderazgo de un proyecto que solucionara el problema del conejo”.
A pesar de todo ello, la especie está creciendo bien. “Cuando empecé, había 90 linces en el mundo, no había más, todos ellos en Andalucía: 40 en Doñana y 50 en Andújar; y este año el censo, que aún no está terminado, va por 544”.
A Miguel Ángel Simón hay que dejarle divagar sobre el lince. Habla despacio, marcando las sílabas, y se extiende. "Hablando del gato se me va la cabeza un poco", deja caer en medio de la conversación.
El lince de las afueras de Jaén no es el desplazamiento más largo que han registrado. De dos hermanos que soltaron en los Montes de Toledo, uno se dirigió al norte y llegó a Soria, León y Burgos, estuvo en Orense y acabó atropellado en Oporto. Y el hermano, que fue al sur, arribó a la ciudad de Faro, en Portugal. “Eso son movimientos largos, de miles de kilómetros”, apunta.
Sin embargo, no aspiran volver a ocupar todas las zonas en las que vivió el lince un día, aunque las reintroducciones, hasta el momento, les hayan salido muy bien. Empezaron en Andalucía en 2010 y exportaron esa experiencia a Portugal, Extremadura y Castilla–La Mancha, donde arrancaron en 2014. “Hicimos una selección de la zona muy minuciosa, muy bien hecha, y así el éxito casi estaba garantizado”. La selección se basaba en que el área reuniera una buena calidad de hábitat y unas densidades adecuadas de conejo. Pero en la península Ibérica, zonas bien conservadas y con conejo, donde no haya carreteras ni presión y con una superficie mínima de en torno a 15.000 hectáreas, “ya quedan muy pocas”, lamenta, “volver a recuperar completamente la distribución histórica será complicado”.
Por eso, aclara que el asunto de los atropellos “no es lo más llamativo, lo más llamativo es que destruir una especie, como casi se hace con el lince ibérico, es muy fácil; pero luego recuperarla requiere mucho dinero, mucho tiempo, muchísimo trabajo”, reivindica. Más aún si, como ahora, el hábitat ha cambiado mucho. Las vías de comunicación que existen en el año 2018 no son las de año '90, cuando había muchos linces, “ahora hay muchas autovías, muchísimas carreteras, el número de vehículos ha aumentado, la destrucción del hábitat también ha sido importante y es más agrícola, muchas cosas... todo eso hace que sea complejo”.
Así que la ocupación histórica no es el objetivo. Sí aspiran, dice, y cree que va a ser el futuro, “a que todas las zonas de presencia ahora mismo estén conectadas entre sí”. Eso querría decir que habría poblaciones potentes en Doñana, en Sierra Morena de Andalucía desde Córdoba a Despeñaperros en Jaén, en Montes de Toledo, en el sur de Badajoz, y en Portugal. Y luego habría densidades menores en las zonas intermedias, “porque vamos a intentar que haya una conexión efectiva y natural entre las zonas de presencia, que haya un intercambio de ejemplares”.
Si lo consiguen, quizá ello suponga rebajar su clasificación desde 'En peligro de extinción' a 'Vulnerable'. De hecho, este proyecto comenzó cuando el lince estaba en la categoría de 'En peligro crítico de extinción', y asumen la disminución del nivel de alerta como “un reconocimiento objetivo de que tu trabajo se ha hecho bien”. Para rebajar estas categorías suele recurrirse a la presencia de ejemplares adultos sexualmente maduros. Pero para Simón, sin embargo, “lo más interesante es analizar el camino a recorrer para bajar de categoría, no la cifra a conseguir”. Ahora, de nuevo, lo relevante “no es conseguir la 'medalla' de 'Vulnerable' sino conocer cuál es el camino", y han concluido que el objetivo es lograr una buena población sana, "y para ello hay que mantener las poblaciones en las áreas de reintroducción que ya hemos iniciado y que tengan una conexión efectiva entre ellas”.
La conexión ya está hecha en Andalucía: ya ha habido intercambio de 'gatos' entre Vale do Guadiana en Portugal y Doñana, con tres o cuatro 'bichos' que, sin provocarlo, ya se han intercambiado entre ambas poblaciones. Y animales que del Valle del Matachel, en Badajoz, han ido y han criado en Montes de Toledo... “Es decir, que tenemos indicios de que lo que queremos hacer no es un sueño, sino que es posible. Así que si trabajamos esa conexión con más efectividad creo que se puede potenciar con cierta facilidad, también con mucho trabajo, mucho tiempo, pero yo creo que eso es posible”, se ilusiona.
El actual proyecto Life+ acaba este año, y el equipo ha de ponerse a redactar un proyecto nuevo donde los objetivos serán precisamente estas interconexiones que por ahora son incipientes o aún faltan. La nueva etapa empezaría en 2019 “y tendremos un plazo de cinco años para realizarlos. Para el año 2024 ó 25 debe haber una conexión efectiva entre todas las áreas de presencia del lince”, avanza.
Si esa conexión se hace natural, “no necesitaría intervención humana y habríamos garantizado la conservación del lince a las nuevas generaciones”, anhela Simón.
(NOTA: todas las imágenes: Proyecto Life+Iberlince).