Los gorriones van al colegio

Los gorriones comunes que visitan diariamente el centro educativo San José de la Montaña de Oliva (Valencia) se han convertido desde hace dos años en los protagonistas de las clases de Ciencias. Francisco Atiénzar Navarro, profesor de Biología, ha implantado en esta escuela el Proyecto Gorrión con múltiples objetivos, entre ellos, el de dar a conocer la especie, su biología y su problemática al alumnado y, cómo no, reconectar a los estudiantes con la naturaleza. De modo que, a su manera, ahora estas populares aves van al colegio y contribuyen a explorar novedosas fórmulas de aprendizaje al aire libre, replicables en otros destinos.

A lo largo de estos meses, el centro se ha convertido en un laboratorio vivo y dinámico, donde no ha faltado el trabajo, la investigación y la constancia. La idea base ha sido capturar los ejemplares que visitan las instalaciones para analizarlos científicamente, de manera que los jóvenes van incorporando estas destrezas a sus currículos, consiguiendo a la vez combatir la llamada "extinción de la experiencia", una situación que se produce cuando la naturaleza se aleja de sus vidas.

Para ello, Atiénzar ha echado mano de sus conocimientos como anillador experto y cualificado (además de gorriones, también anilla garzas en el Parque Natural Pego-Oliva y en El Hondo Elche-Crevillente), y ha instalado en el amplio patio escolar redes de niebla para la captura de ejemplares, mientras que en el jardín interior ha ubicado una jaula de alambre provista de apetitosas semillas -construida por un experto en la captura por este método-. Para su sorpresa, "las hembras aprenden a escapar de la jaula más rápidamente que los machos, que parecen más torpes. Lo sé porque activo la cámara para ver si hay ejemplares dentro e ir a sacarlos, y veo que hay hembras y machos. Pero al llegar, solo quedan dentro los machos. Algunas veces he revisado las imágenes en el monitor para comprobarlo, corroborando cómo la hembra localiza enseguida el túnel de entrada-salida mientras que el macho revolotea dentro sin rumbo", revela el también doctor en Ciencias Biológicas.

El gorrión común (Passer domesticus) requiere agujeros o tejas para reproducirse. Sin embargo, las tendencias arquitectónicas modernas, que a menudo carecen de tejas, están contribuyendo al declive global de la especie, señala Francisco Atiénzar, doctor en Biología y responsable del Proyecto Gorrión en el CC San José de la Montaña, en Oliva (Valencia).

Gracias a esta iniciativa de ciencia ciudadana, el alumnado de Primero de Bachillerato de la asignatura Proyecto Científico ha conocido la metodología y práctica para estudiar las aves adultas capturadas. Siempre de la mano de su profesor, ya que solo él puede extraer el ave de la red, tomar los datos biométricos y la muestra de sangre, acción, esta última, para la que se precisa poseer un certificado de manipulación de animales. Siguiendo su ejemplo han aprendido cómo sexarlas -el notorio babero negro ayuda a distinguir a los machos-, determinaron si eran jóvenes (primer año natural) o mayores, cómo se realiza el pesado utilizando una balanza electrónica y la medición de la longitud del tarso (hueso de la parte inferior de la pata) para estimar el tamaño corporal y el crecimiento del ejemplar. Además, cada adulto fue marcado con una anilla de aluminio -a la izquierda en años impares, y a la derecha en años pares- numerada individualmente, junto con anillas coloreadas, con un código de tres colores. Como Atiénzar sabe que los gorriones tienden a arrancar las anillas con sus fuertes picos, no se han olvidado de utilizar un superpegamento para sellar los aros de plástico.

Como posibles contrariedades, cuenta que no se detectaron ratas merodeando la jaula, mientras que el principal problema fue la presencia de una gaviota patiamarilla (Larus michahellis), "que ha estado volteando algunas baldosas en busca de polluelos". También han estado atentos a no dañar a los animales: "con el seguimiento que hacemos de 24 horas, comprobamos que las aves marcadas vuelven al comedero sin problema, incluso después de la obtención de una gota de sangre".

Una vez liberados los pajarillos, momento que se vive con la contagiosa alegría participativa de los menores, hay que investigar sus costumbres: ver si vuelven al patio o saber si se desplazan hasta la cercana ciudad de Oliva, situada a un kilómetro, entre otros datos. Armados con binoculares y telescopios terrestres, los estudiantes rastrean los tejados y el patio de recreo buscando aves anilladas. La instalación de dos cámaras WiFi enfocando 24 horas a la jaula y registrando continuamente toda la actividad de las aves atraídas por las semillas supuso asimismo una gran ayuda. Los jóvenes pueden visionar la cámara en directo cuando tienen tiempo, o analizar los vídeos grabados después.

Para el registro, cada ave cuenta con su ficha, en la que los estudiantes rellenan los dibujos reflejando los anillos de color correspondientes. Así, ya llevan capturados 81 gorriones en el colegio -33 machos, 26 hembras y 22 pollos-. Cuando un ave anillada se identifica claramente durante el rastreo, se apunta. El estudio ha logrado saber que la mayoría se reproducen en las instalaciones del centro, y además han detectado muchas aves sin marcar en el patio de recreo de la escuela.

Para los estudiantes, ha sido una gran experiencia. Durante la temporada de cría 2025, el también Jefe de Estudios del centro ha tenido varios avisos por parte de un alborotado alumnado porque los gorriones se habían metido en el aula mientras ellos estaban en clase, o al ver pollitos en el suelo que no sabían qué hacer por la presencia de gatos. "La captura de un gorrión con algunas plumas blancas (leucístico), despertó el interés por saber si eso mismo es lo que nos pasa a los humanos con el pelo blanco", celebra el profesor.

A un kilómetro de distancia

El proyecto se inició a finales del 2023. "Aún es pronto para aportar conclusiones pero, con la visualización de las cámaras, los alumnos están viendo pequeñas aves (petirrojos, currucas cabecinegras, mirlos, tórtolas turcas) y no tan pequeñas como las urracas o gaviotas patiamarillas, que acuden a los comederos de grano. Sin esta metodología, sería difícil que el alumnado se percatara de su presencia". El mismo Atiénzar se ha topado con una hembra marcada en el proyecto cuando, en una ocasión, se sentó a la mesa de la terraza de un bar, a casi un kilómetro del centro escolar. "Con una simple fotografía con el móvil y búsqueda en la base de datos, averiguamos cuándo fue marcada", recuerda.

En este sentido, se alegra de que el vecindario se haya implicado en el proyecto y "con la ayuda de los vecinos pretendemos estimar la supervivencia de estos ejemplares".

También han participado otros miembros del colegio. Este año, dice Atiénzar, ha estado al pie del cañón una alumna de Segundo de Bachillerato a quien le concedieron una beca de investigación de SEO/Birdlife. Asimismo, alumnado de etapas inferiores como Infantil y Primaria se involucró el ejercicio pasado pintando en una pared a la entrada del colegio un mural con un macho, una hembra, un pollito y un nido con varios huevos, para que las familias lo puedan contemplar.

La experiencia ha sido igualmente satisfactoria para el biólogo. "En el centro escolar me ven como un entusiasta de las aves capaz de mover al profesorado, liarlo en actividades para la divulgación del gorrión. La Conselleria de Educación, Universidades y Empleo nos aprobó un Proyecto de Investigación e Innovación Educativa del gorrión en el que todo el claustro colaboró. Les encanta verme cuando aparezco en clase de Infantil para soltar el gorrión al cual ya se le ha tomado los datos pertinentes o sentarme en una de las mesas del patio y acudir los niños después del comedor a ver qué hago. Mis compañeros ya han normalizado verme montando redes para la captura o el tener algún gorrión entre las manos, hasta el punto que han hecho alguna pequeña obra teatral del gorrión", sonríe.

Un Proyecto novedoso

Y es buena señal, porque aunque se ha publicado una gran cantidad de estudios sobre esta ave, es raro realizar investigaciones científicas utilizando datos recopilados en el patio de una escuela, sostiene Atiénzar en el texto que recoge su investigación, y ahonda en que "desafortunadamente, los estudios de ciencias en Secundaria que utilizan aves como modelos biológicos son escasos, y en España, son prácticamente inexistentes". De ahí la novedad de su trabajo. Y lo apoya además en diversos estudios que indican de una parte que los estudiantes expuestos a un currículo centrado en las aves durante la educación Primaria poseen una mejor comprensión de la biodiversidad local, y, de otra, que la participación en proyectos científicos mejora significativamente el aprendizaje, el conocimiento y el interés de los estudiantes por la naturaleza.

A la vez, el profesor subraya otra de las vertientes relevantes de este proyecto: "los niños de hoy, en particular aquellos que viven en zonas urbanas cercanas a entornos naturales, están más desconectados que nunca de la vida silvestre, a la vez que se conectan más con la tecnología en su vida cotidiana. Si pretendemos cambiar esta tendencia entre los escolares, es recomendable promover la participación científica no solo en los laboratorios, sino también a través de la educación ambiental integrada en los currículos escolares. Este enfoque tiene un gran potencial para aumentar la conciencia ambiental y ayudar al alumnado a adquirir los conocimientos, las habilidades, los valores y las experiencias necesarias para actuar individual y colectivamente para abordar los desafíos ambientales". Atiénzar reconoce que el aprendizaje al aire libre se vuelve cada vez más difícil para muchas escuelas, por ello, "el patio del colegio puede servir como alternativa viable para conectar a los escolares con la flora, la fauna y, en algunos casos, la exploración científica. Identificar las maneras más efectivas de reconectar e involucrar a los estudiantes con la naturaleza es una prioridad absoluta", reivindica.

Lamentablemente, añade, los actuales programas de ciencias de Primaria y Secundaria a menudo no alientan ni apoyan suficientemente a los estudiantes en el desarrollo de su capacidad de explorar e investigar la naturaleza a través del contacto directo con la vida silvestre y los entornos naturales. A ello se suma que "realizar este proyecto en un colegio es difícil porque debes ser un profesor con cierta trayectoria y experiencia fuera de las cuatro paredes, no recién salido de la universidad. En mi caso, realicé la tesis doctoral con páridos como el carbonero común. Adquirí mucha experiencia en la toma de datos, me formé como anillador experto y superé el examen para serlo". Además, hay que tener en cuenta que el material de anillamiento no es barato, y a ello hay se añade la instalación de dos cámaras de seguimiento "y, sobre todo, tiempo de tu vida invertido, que no malgastado porque lo hago no por obligación sino como amante de las aves. Lo veo una herramienta no solo científica, sino educativa muy potente", reivindica.

Como recompensa, los resultados preliminares se han publicado como capítulo de un libro. La investigación se ha titulado '¿Cómo hacer ciencia desde el patio de recreo usando al gorrión doméstico como modelo?', y aparece en inglés en el libro Ecology, parasitism and conservation of sparrows in anthropized environments: Insights from the Working Group on Urban Sparrows, editado por la Universidad de Valencia.

Diez años más de investigación

Pero la cosa no se va a quedar aquí. "No me gustan los proyectos anuales, dice Atiénzar, porque preparar un proyecto con cierta solidez supone un gran esfuerzo y las conclusiones se quedan cojas. En nuestro caso, al tratarse de una especie animal es necesario recoger datos de muchos años. Para el estudio de la supervivencia pretendo extraer conclusiones con datos de, por lo menos, diez años".

PETICIÓN DE COLABORACIÓN A LA CIUDADANÍA:

Si tienes la suerte de observar un gorrión anillado y logras hacerle una foto clara, puedes remitirla al email del colegio: [email protected]

Por lo pronto, acaban de lanzar un llamamiento a los ciudadanos para seguir recabando datos y ampliar el conocimiento de esta especie en declive. Así, si alguien ve un gorrión anillado, puede avisar al correo del centro. Se trata de datos muy valiosos.

"Seguimos y seguiremos con esta especie próxima al humano, residente en la zona y muy manejable, pero le vamos dando vueltas al proyecto para mejorar la obtención de datos. Por ejemplo, este año 2026 vamos a intentar grabar en directo el ciclo reproductor desde que hacen el nido hasta que los pollos vuelan, o construir un modelo colonial de caja nido que nos permita marcar a los pollos, que resulta más fácil que a los adultos, como hacemos hasta ahora", avanza el también profesor de la UNED.

Y aún más: "Nos gustaría conocer colegios que trabajen con aves para intercambiar experiencias y ser partícipes en algún proyecto relacionado con el gorrión común. Poder comparar nuestros datos con los recogidos por otras entidades nacionales, o dar un salto internacional". La invitación ya está en el aire, donde vuelan las aves. Ahora, queda esperar a que otras entidades recojan el reto para conocer, entre todos, un poco mejor a los chispeantes gorriones que van al colegio.

   

,

Mural realizado por el alumnado de etapas Infantil y Primaria a la entrada del colegio.

Todas las fotos, cortesía de Francisco Atiénzar.

  • Arriba: Estadillo para la toma de datos de los ejemplares, anotados por un alumno. A la derecha, un macho anillado.
  • Foto 2: Francisco Atiénzar muestra un gorrión a dos estudiantes
  • Foto 3: Dibujo donde los estudiantes apuntan los colores y situación de las anillas identificativas.
  • Foto 4: Una hembra, mostrando sus anillas.
  • Foto 5: Varios alumnos miran a través de los telescopios y consultan sus notas.
  • Fotos 6 y 7: Dos gorriones machos anillados, el de la izquierda, un joven.
Mónica Rubio. Periodista y Bióloga.