Un nuevo estudio de Greenpeace muestra que los insecticidas neonicotinoides son peligrosos para las abejas y otras especies incluso cuando se usan solo en el interior de los invernaderos, según indica una nota de prensa de la organización ecologista.

El trabajo muestra que los neonicotinoides están presentes con frecuencia en los cursos de agua cercanos a los invernaderos donde se han utilizado. Las revisiones de investigaciones previas han demostrado que los neonicotinoides no solo matan directamente a las abejas, sino que también interfieren en su capacidad de orientación y de reproducción, lo que contribuye al declive de las poblaciones. También representan una amenaza para muchas otras especies, como los insectos acuáticos. Por ello, Greenpeace pide una prohibición total de todos los neonicotinoides.

“Los neonicotinoides contaminan el medio ambiente circundante incluso si se utilizan exclusivamente dentro de los invernaderos. Su uso puede estar confinado en principio, pero sigue representando un peligro para las abejas y otras especies silvestres. Solo una prohibición total protegería a las abejas, otros polinizadores y la vida silvestre de los neonicotinoides”, afirma la doctora Kirsten Thompson, experta de la Unidad Científica de Greenpeace en la Universidad de Exeter.

El estudio se publica justo antes de que mañana 12 y el miércoles 13 los representantes de los gobiernos europeos se reúnan para discutir y posiblemente votar las propuestas de la Comisión Europea para ampliar las restricciones de tres neonicotinoides (el imidacloprid y la clotianidina de Bayer y el tiametoxam de Syngenta). Estas propuestas, aunque son un gran paso, permitirían el uso continuado de estos insecticidas en invernaderos.

En 2013, la Comisión Europea introdujo restricciones al uso de los tres neonicotinoides citados, prohibiendo algunos usos en cultivos atractivos para las abejas, como girasoles, colza, manzanas, almendras o pepinos. Sin embargo, todavía se permiten muchos otros usos de estos insecticidas, incluidos los invernaderos, la fumigación de cultivos atractivos para las abejas después de la floración o la utilización en cultivos considerados menos atractivos para las abejas, como los cereales de invierno, la remolacha azucarera.

En marzo de 2017, la Comisión puso sobre la mesa una propuesta para ampliar las prohibiciones de los mismos productos, pero sin restringir su uso en invernaderos. Esta propuesta se basa en una evaluación de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) que advierte que estas sustancias químicas pueden dañar a las abejas no solo por la dispersión del polvo de las semillas recubiertas y la fumigación, sino también a través de los residuos presentes en un entorno más amplio.

Además del imidacloprid, la clotianidina y el tiametoxam, otros cuatro neonicotinoides están aprobados para uso sin cualquier restricción en la UE: acetamiprid, tiacloprid, sulfoxaflor y flupyradifurone, que se utilizan cada vez más como sustitutos de los tres insecticidas restringidos.

No quedan dudas de que el uso de insecticidas neonicotinoides son una gran amenaza para las abejas y otras especies. Pero no son la única”, afirma Luís Ferreirim, responsable de Agricultura de Greenpeace España. Por todo ello, “Greenpeace insta al Gobierno español a que apoye la prohibición total de los neonicotinoides y la de otros plaguicidas igualmente peligrosos y que, a largo plazo, fomente la transición a la agricultura ecológica, la única solución de futuro”, concluye Ferreirim.

Francia prohibirá los neonicotinoides a partir del 1 de septiembre de 2018, con ciertos usos permitidos hasta el 1 de julio de 2020.

El trabajo ha sido publicado hoy por la Unidad Científica de Greenpeace.

2017-12-11

  • Imagen: Greenpeace
    Imagen: Greenpeace.