Un nuevo estudio científico acaba de determinar que los lagartos de climas fríos no sólo no se beneficiarían de un calentamiento global, como podría parecer a priori por necesitar del calor del sol para mantener su temperatura corporal, sino que este proceso puede acarrear problemas de reducción de hábitats o aumento de competencia por los recursos, e incluso puede hacer peligrar su existencia, según informa en una nota de prensa el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN).

Los lagartos conforman un grupo de animales del que coloquialmente se dice que les gusta el sol (se les llama "heliotermos"). Debido a que son de sangre fría, dependen del calor y de la radiación solar para alcanzar las temperaturas que les gustan. Siendo así, la hipótesis obvia sería que se beneficiarán del calentamiento global.

Para responder a esta pregunta, un equipo de 45 investigadores de 17 países se ha centrado en la fisiología de la familia de los lacértidos (Lacertidae), un grupo que está muy extendido en Europa, Asia y África. Entre los lacértidos hay especies que viven en el calor abrasador de los desiertos, pero muchas otras están restringidas a hábitats fríos en montañas de Europa de más de 2.000 metros de altura. Una de ellas, la lagartija de turbera, incluso llega al Círculo Polar Ártico, más al norte que cualquier otro reptil.

El estudio determinó experimentalmente, en el contexto de su árbol evolutivo, qué temperaturas prefieren los lacértidos y cuán tolerantes son a la pérdida de agua en condiciones áridas. Se sabía que los lagartos de otras familias en ambientes tropicales a menudo operan a temperaturas muy cercanas a las del medio ambiente, y esto no ha resultado ser diferente en los Lacertidae tropicales. "Si el cambio climático conduce a un aumento de la temperatura en su entorno, es posible que no puedan persistir", advierte la nota.

"Encontramos en estos lagartos un fuerte ajuste entre la fisiología y la temperatura ambiental y esto probablemente los hace muy sensibles al calentamiento global", comenta Joan García-Porta, investigador del Centro de Investigación sobre Aplicaciones Ecológicas y Forestales (Creaf) y de la Universidad de Washington en St. Louis (Missouri, Estados Unidos) y primer autor de este estudio.

Pero ¿qué pasa con los lacértidos en ambientes templados? Basándose en datos de fisiología recientemente compilados de más de 50 especies, los investigadores encontraron que gran parte de su biología está igualmente determinada por el clima. "Fue sorprendente descubrir lo bien que estas especies se adaptan a su entorno. Su fisiología, distribución, riqueza de especies e incluso sus tasas de mutación se correlacionan fuertemente con las temperaturas que experimentan en la naturaleza", apunta Miguel Vences, coautor y profesor de Biología Evolutiva en la Universidad Tecnológica de Braunschweig, Alemania.

El estudio utilizó métodos de secuenciación de ADN de última generación y análisis de fósiles para reconstruir la evolución de 262 especies de lacértidos. "En Europa estos animales han sido el foco de cientos de estudios en los últimos años. Nuestros nuevos análisis genómicos finalmente determinaron cómo se relacionan unos con otros en términos evolutivos, y cuándo se originaron", indica Iker Irisarri, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Investigar el pasado de la evolución de los lacértidos mostró que muchos de ellos se originaron en climas cálidos del pasado. Desde entonces se han ido adaptando a medida que la Tierra se ha ido enfriando, extendiéndose a regiones muy frías durante el proceso. "La de los lacértidos no tropicales es una historia de persistencia contra el frío. No ha habido precedentes de su evolución para hacer frente al calor o a las condiciones secas durante millones de años", señala Katharina Valero, profesora de la Universidad de Hull, Reino Unido.

"Las lagartijas que actualmente están adaptadas a ambientes de montaña en zonas mediterráneas como la península Ibérica, donde el calentamiento del clima se predice que va a ser especialmente intenso, confrontarán problemas no sólo de reducción en la extensión de hábitats favorables, sino también posiblemente de competencia con otras especies más adaptables. Esto puede afectar a valiosos endemismos como el lagarto verdinegro, Lacerta schreiberi, o varias especies del género Iberolacerta", concluyen Octavio Jiménez-Robles e Ignacio de la Riva, investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales-CSIC y coautores del estudio.

El cambio climático está alterando los ecosistemas de la Tierra de múltiples maneras, con consecuencias a menudo dramáticas. Muchas plantas y animales ya están afectados. Pero, sorprendentemente, todavía no comprendemos bien cuáles son las amenazas específicas y cómo serán las consecuencias reales.

El estudio acaba de ser publicado en la revista Nature Communications.

2019-09-09

  • Una lagartija cantábrica captada en Sierra de Guadarrama. Imagen: Ignacio de la Riva
    Una lagartija cantábrica captada en Sierra de Guadarrama. Imagen: Ignacio de la Riva.