Un nuevo estudio ha demostrado, por primera vez, que las vibraciones del suelo causadas por diversas actividades humanas afectan al éxito reproductivo del sapo partero común, según avisa el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) en una nota de prensa.
Los animales emplean distintas estrategias para comunicarse y obtener información de su entorno. Una de ellas consiste en emitir señales acústicas para la defensa del territorio, la búsqueda de pareja o la detección de presas, entre otros fines. Un nuevo estudio indica ahora que este comportamiento puede verse afectado por las vibraciones del suelo producidas por actividades humanas como el tráfico en las carreteras o las turbinas eólicas. Y más en concreto en los anfibios, ya que son sensibles a las vibraciones del sustrato, y las señales acústicas son fundamentales para su reproducción y supervivencia.
Para estudiar los efectos de este tipo de contaminación ambiental en la comunicación de los anfibios, "seleccionamos al sapo partero común como objeto de estudio, un anfibio importante en la península Ibérica, en una población natural del PN de Somiedo no expuesta previamente a vibraciones similares”, explica Rafael Márquez, investigador del MNCN.
En el experimento, los investigadores incorporaron simuladores de estas vibraciones y analizaron sus efectos en distintos parámetros de los cantos que los machos emiten para atraer a las hembras. De esta manera, 26 machos adultos de sapo partero (Alytes obstetricans) fueron expuestos en su hábitat natural a simulaciones de vibraciones del suelo.
“Los resultados muestran una reducción en la frecuencia de canto de los machos como respuesta a las vibraciones del suelo. Dado que las hembras suelen preferir a los machos que emiten cantos con mayor frecuencia, esto podría traducirse en un menor éxito reproductivo para los machos”, señala Márquez.
“Con este estudio demostramos por primera vez que este tipo de contaminación tiene un efecto negativo en los anfibios, por lo que es necesario continuar investigando en esta línea para poder adoptar medidas de conservación adecuadas”, concluye el investigador.
En 2017, otro equipo internacional liderado por un investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) también demostró que los sapos son capaces de detectar vibraciones de baja frecuencia y que, de hecho, detectan la lluvia a través del oído interno. Así, unos órganos especiales allí localizados les ayudan a saber cuándo pueden salir de sus refugios.
2020-01-25