Siguen llegando visitantes a nuestra mini terraza indómita, y no siempre nos pillan con la cámara de fotos preparada.
Pero a ésta sí, a esta libélula nos dio tiempo a pillarla.
Más fea no puede ser, la pobre -permítaseme la broma, que en elclickverde amamos a todos los bichos, bonitos o menos agraciados-. Mira que aquí al lado pululan libélulas azules, rojas, verdes, amarillas, con preciosos destellos metálicos... pero ésta, toda marrón, toda monótona... En fin, con eso y con todo, sigue dando para aprender, porque los insectos son siempre una maravilla, y las libélulas, más.
La cuestión es que a este ejemplar -de gran tamaño, por cierto-, habiendo vegetación fresca en los parterres, no se le ocurrió otro sitio para posarse que una rama seca, cortada hace ya unos días. ¿No prefería una hoja verde del mandarino habitado por el saltamontes, o los bajos del jazminero recién podado tan frecuentado por los mosquitos, o la pequeña cubeta de agua que ponemos como bebedero de la salamanquesa y los pajarillos?
Pues no, se posó en mitad de las dos redondas mesas de cristal que ocupan la parte central de la terraza. Y creemos que el hecho de que sean de cristal, precisamente, una de ellas, además, tallada a modo de ondas de agua, es lo que ha llevado a la confusión de este ejemplar. Porque esa bonita composición, con el sol bajo un cielo azul, parecía totalmente un pequeño estanque, éste sí, hábitat natural de los odonatos (libélulas y caballitos del diablo). Y allí se quedó la pobre, sola y despistada, esperando que algún invertebrado se moviera en las aguas, hoy más que nunca, 'cristalinas'.
Pero las libélulas son bichos muy inteligentes, y al rato, elevó de nuevo su poderoso vuelo para perderse en el aire, un medio en el que es la reina. No en vano, se sitúan entre los insectos voladores más rápidos, pudiendo acelerar hasta alcanzar 98 km/h -según recoge el trabajo 'El vuelo de las libélulas y su utilización en la tecnología' (Revista Chapingo. Serie Ciencias Forestales y del Ambiente)-. Y ahí, en el aire, son capaces cazar sus presas: moscas, mosquitos, tábanos -¡por eso siempre las consideraremos buenas compañeras!-, y hasta renacuajos y otros odonatos en sus acrobáticos vuelos, como hacen las especies grandes, o atacando al acecho, como las de menor tamaño. Si la presencia de libélulas son indicadoras de la salud de los ecosistemas, ¡nuestro jardincillo está que se sale!
Volviendo a la sencilla coloración de este ejemplar, y tratando de identificarla, lo más parecido que veo es una hembra de centinela azul (Orthetrum brunneum), por los puntos que se dejan ver a los costados.
Hembras vestidas de macho para evitar acosos
En todo caso, y al continuar con la investigación, leo que algunas hembras de libélulas pueden presentar más de una coloración, y que una de ellas es similar a la del macho. El texto explica que "esta coloración aparentemente incrementa su supervivencia porque reduce el asedio por parte de los machos durante la reproducción".
Este polimorfismo en las hembras de una especie concreta que se ha estudiado, dicen los investigadores, serviría como estrategia para "reducir la cantidad de apareamientos no deseados, evitando daños en su salud e incrementando su supervivencia". Lo cuentan en un estudio de 2023 titulado 'Los colores en la vida de las libélulas' (revista Eco-lógica), firmado por Ríos Olaya, K.J.; Palacino Rodríguez F.; y Sánchez Guillén R. A. La especie en cuestión no habita en la Región de Murcia, pero el género sí (Ischnura). Ahí lo dejo para futuras investigaciones de nuestros científicos.
Me consta que la disposición particular de las vénulas de las alas de cada especie es un criterio fundamental para al reconocimiento, pero no me veo con fuerzas para meterme en tanto detalle. Es curioso, asimismo, que se acepta que, en general, cuantas más ralladuras presentan, más vieja es la libélula que, por otra parte, tampoco vive mucho como adulto -de una semana a 56 días; mientras que el ciclo de vida total puede llegar a siete años, según las especies-.
En fin. La libélula, por cierto, no visitó en agosto. Voy a asomarme a ver si estos días la sigo viendo por el monte o en el parquecillo aledaños. De ser así, pertenecería a la segunda generación del año, la que se prolonga de agosto a septiembre, que es más escasa que la de mayo. La bajada de temperaturas no me va a ayudar a localizarla. Mientras, aprovecho para echar un ojo al Atlas de Odonatos de la Región de Murcia (ANSE, año de edición no localizado el documento), que está lleno de datos interesantes.
Y a ver qué nuevo bicho se asoma a nuestra 'terraza indómita'.

Mónica Rubio. Periodista y Bióloga
2025-11-25
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TERRAZA INDÓMITA es una sección del blog de elclickverde que trata, con humor, de la naturaleza más cercana: ésa que se adentra en nuestras casas y, en ocasiones, desconocemos. Para nosotros sigue siendo sugerente y fascinante, y siempre nos brinda una ocasión de aprender. La idea se remonta a la época de la pandemia, cuando nos vimos obligados a permanece tanto tiempo en el interior de nuestros hogares. Por diversas circunstancias, no dispuse entonces de tiempo para adentrarme en esta "aventura". Durante esos meses teníamos una terraza, que descubrimos plena de vida "salvaje". Ahora nos hemos trasladado y tenemos otra que nos ha recibido con un montón de nuevos hallazgos. ¡Sigue siendo un terraza indómita, y seguramente así lo sean todas! Los hechos que van apareciendo en esta sección pertenecen a ambas localizaciones y a años distintos que se indican en cada entrada. Esperamos que las disfrutéis.


