La Universidad Complutense de Madrid (UCM) y el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) han demostrado que el depredador dominante hace dos millones de años y durante un largo periodo de tiempo en Sudáfrica ha sido siempre el mismo: la lechuza (Tyto alba), y que ello da claves sobre los cambkis ambientales de la zona, según informa esta última institución investigadora en una nota de prensa.

Para ello, los científicos han acudido a la cueva de Wonderwerk (Sudáfrica), que alberga una excepcional colección de fósiles de pequeños mamíferos de hace dos millones de años, desde el Paleolítico arcaico. Allí han realizado el análisis de los procesos que han dado lugar a esas formaciones. Es lo que se denomina un análisis tafonómico: la tafonomía es la ciencia que intenta explicar todos los sucesos que afectaron a un resto de un organismo del pasado, desde que el individuo murió hasta que sus fósiles son encontrados en el registro estratigráfico.

Los micromamíferos se consideran buenos indicadores ambientales y climáticos ya que responden rápidamente a los cambios en su entorno. El paso previo antes de realizar un estudio paleoambiental es el análisis tafonómico que permita corroborar el origen y agente o agentes productores de la asociación de fósiles.

La información obtenida en este estudio ha resultado de gran relevancia. “Debido a la ausencia de cambios de depredador en la secuencia, podemos confirmar que los posibles cambios en la composición de la asociación de micromamíferos no son consecuencia de las preferencias de un depredador sino de cambios ambientales”, explica Sara García Morato, investigadora del Departamento de Geodinámica, Estratigrafía y Paleontología de la UCM y del MNCN.

Según García Morato, “en el caso del yacimiento sudafricano, esta larga permanencia de un mismo tipo de depredador asegura que las interpretaciones paleoecológicas del área donde se encuentra el yacimiento nos están proporcionando unos resultados paleoambientales fiables a lo largo de casi dos millones de años, algo excepcional”.

Para llevar a cabo el trabajo, los investigadores estudian los diferentes elementos esqueléticos de los micromamíferos, el grado de rotura y los daños producidos en el tejido óseo en el proceso de digestión.

Estos resultados se comparan con patrones de diferentes depredadores, en este caso aves rapaces nocturnas, diurnas y mamíferos carnívoros, que pudieron generar las asociaciones de micromamíferos. “Cada depredador genera una firma propia sobre las presas que ingiere”, indica la investigadora del MNCN Yolanda Fernández Jalvo. “En este estudio, los fósiles obtenidos muestran escasas modificaciones y esto habitualmente se asocia con la presencia de lechuzas”, continúa Marin Monfort primera autora del trabajo e investigadora del museo.

Tendencia a la aridez

Además de cambios de depredadores, los estudios tafonómicos permiten confirmar o descartar la presencia de otros procesos como el transporte, la corrosión ácida o la formación de depósitos de manganeso, todos ellos procesos que repercuten en las interpretaciones paleoambientales, paleoecológicas y paleoclimáticas.

En el caso de Wonderwerk, aparecen óxidos de manganeso, que se suelen depositar en la superficie de los huesos cuando el ambiente es húmedo. “La presencia de óxidos de manganeso disminuye a medida que los fósiles corresponden a etapas más modernas, lo que nos permite constatar una tendencia climática más árida en la zona”, añade Fernández Jalvo.

Además de la UCM y del MNCN, en el trabajo participan la Universidad de Valencia, el Museo de Historia Natural de Londres, la Universidad de Toronto y la Universidad de Witswatersrand (Sudáfrica), entre otros.

La información ha sido publicada en Quaternary International en un artículo que lleva por título: 'The owl that never left! Taphonomy of Earlier Stone Age small mammal assemblages from Wonderwerk Cave (South Africa)' -algo así como: "¡El búho que nunca se fue! Tafonomía de conjuntos de pequeños mamíferos de la Edad de Piedra temprana de la cueva Wonderwerk (Sudáfrica)"- y está firmada por M.D. Marin-Monfort, S. García-Morato, P. Andrews, D.M. Avery, M. Chazan, L. Kolska Horwitz, y Y. Fernández-Jalvo.

2022-02-21

  • La presencia de un único depredador demuestra que los cambios de sus presas se produjeron por cambios ambientales. Imagen: MNCN
    La presencia de un único depredador demuestra que los cambios de sus presas se produjeron por cambios ambientales. Imagen: MNCN.