En los hongos, como en otros organismos, hay un gran porcentaje de especies que se pueden reconocer a través de los caracteres morfológicos, pero bajo una misma morfología pueden aparecer dos, tres, cuatro o más especies. Es lo que se denominan especies crípticas, que no se pueden reconocer por la morfología, pero que, cuando se hacen estudios moleculares, se separan en grupos diferentes. Recientemente, un equipo de trabajo acaba de identificar de esta manera, y ha descrito, un nuevo hongo basidiomiceto que hasta ahora había pasado completamente desapercibido: una especie críptica del género Hyphoderma, según informa una nota de prensa del Real Jardín Botánico (RJB) - CSIC.

La historia de este descubrimiento comienza en 2012, cuando "en el marco de un proyecto sobre hongos corticioides de islas oceánicas -hongos que desarrollan sus cuerpos fructíferos sobre la madera muerta-, describimos una especie nueva para la ciencia, Hyphoderma macaronesicum. Analizamos morfológicamente 35 colecciones y obtuvimos la secuencia barcoding, una pequeña región del genoma que se utiliza a modo de código de barras para identificar las especies (en el caso de los hongos la región ITS del ADN ribosómico nuclear)”, explica la Dra. Martín, investigadora científica y participante en el estudio.

Martín añade que “en aquel estudio vimos que cuatro muestras presentaban algunas diferencias en la secuencia ITS, y en los árboles filogenéticos formaban un pequeño grupo separado (clado A) del resto de las muestras (clado B); sin embargo, no pudimos demostrar con seguridad que correspondían a especies distintas, ya que los ejemplares de uno y otro grupo eran morfológicamente iguales entre sí, tanto por sus caracteres macroscópicos como microscópicos”.

Por ello, durante estos años, el equipo ha estudiado nuevas colecciones y obtenido nuevas secuencias, tanto de la región ITS, como de otras regiones del genoma, y los investigadores han utilizado distintos métodos de análisis para testar si las colecciones pertenecen o no a dos especies.

En primer lugar, efectuaron una identificación preliminar mediante las herramientas que proporciona Unite, una base de datos de secuencias de ADN ribosómico. En la versión actual de Unite se obtienen alineamientos automáticos que agrupan las secuencias por grados de similitud: cuando aparecen dos o más secuencias iguales, éstas corresponden a lo que se denomina hipótesis de especies (SH). Al confrontar las secuencias del estudio con la base de datos, se obtuvieron dos SH, que correspondían a los dos clados obtenidos en el trabajo de 2012, uno de ellos correspondía a H. macaronesicum, y el otro a una especie desconocida.

También llevaron a cabo análisis filogenéticos, tanto de cada región de ADN por separado, como análisis combinados, entre los que se incluye el denominado “árbol de reconstrucción de especies” (similares a los árboles genealógicos). Todos los análisis separaron las muestras en dos grupos que coincidían con las dos SH obtenidas tras la identificación mediante UNITE. Además, mediante análisis estadísticos reevaluaron los caracteres microscópicos (e.j. esporas, basidios y cistidios); y no se observaron diferencias.

“Como sospechábamos desde el primer trabajo, nuestros resultados confirman que bajo el nombre Hyphoderma macaronesicum se ocultaba otra especie, una especie críptica que no puede diferenciarse por caracteres morfológicos, sólo por las secuencias de ADN, a la que hemos llamado H. paramacaronesicum. Esta nueva especie crece principalmente sobre madera muerta de especies introducidas (por ejemplo, Nicotiana glauca), mientras que H. macaronesicum se ha encontrado siempre sobre especies autóctonas”, señala la profesora Telleria, líder de la invetigación.

"Como ha demostrado este estudio, las nuevas tecnologías van a multiplicar el grado de conocimiento de la biodiversidad de los hongos y estas nuevas herramientas de identificación van a permitir desarrollar trabajos de ecología más precisos. Probablemente una de las sorpresas será que la cifra estimada de un millón y medio de especies de hongos, de las que sólo se conocen unos 120.000, se va a quedar corta. El cálculo actual fue una estimación que los datos moleculares están corrigiendo al alza", defiende el texto.

Los resultados de este trabajo han sido publicados recientemente en la revista Fungal Systematics and Evolution (FUSE), en un artículo del equipo del RJB-CSIC liderado por la profesora de Investigación M. Teresa Telleria, del que son integrantes la dra. M. Paz Martín, investigadora científica, la dra. Margarita Dueñas, conservadora del herbario del RJB, y el investigador en formación Javier Fernández-López; además ha colaborado la dra. Li-Fang Zhang, durante su estancia postdoctoral en el RJB-CSIC, y han participado dos investigadoras de la Universidad de la Laguna, la profesora Esperanza Beltrán Tejera y la dra. J. Laura Rodríguez-Armas.

2018-09-13

  • Localización de 'Hyphoderma paramacaronesicum' con el programa Unite. Imagen: RJB-CSIC
    Localización de 'Hyphoderma paramacaronesicum' con el programa Unite. Imagen: RJB-CSIC.