Un estudio liderado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) muestra que el yodo ha llegado a triplicar su concentración en el hielo y en la atmósfera desde 1950 en el Atlántico norte, según indica la entidad en una nota de prensa. Estos altos niveles de yodo suponen importantes implicaciones atmosféricas, ya que este elemento químico destruye el ozono troposférico y altera con ello el forzamiento radiactivo en la atmósfera, además de que promueve la formación de aerosoles.

El trabajo de toma de datos se ha realizado a partir de un sondeo de hielo en Groenlandia y ha abarcado el periodo que se sitúa entre 1760, al inicio de la Revolución Industrial, y el año 2011.

“Los análisis geoquímicos llevados a cabo en el hielo, así como los resultados de un modelo de última generación de química de la atmósfera muestran que el yodo permaneció relativamente estable en la atmósfera desde el siglo XVIII hasta la mitad del siglo XX”, indica el director del estudio, Alfonso Saiz-López, investigador del CSIC en el Instituto de Química Física Rocasolano.

Sin embargo, la emisión de yodo a la atmósfera se ha triplicado en las últimas seis décadas, y con ello “el yodo ha llegado a triplicar su concentración en el hielo y en la atmósfera desde 1950”, detalla Saiz-López.

El aumento de yodo en la atmósfera registrado se debe a una combinación de factores: “el incremento de ozono troposférico desde la Gran Aceleración en la década de los años 50 (que induce la emisión de yodo desde los océanos) sumado a la mayor actividad biológica en el Océano Ártico durante el deshielo marino debido al calentamiento global, explican el rápido incremento del yodo atmosférico en las últimas décadas”, argumenta el científco.

El aumento de yodo en la atmósfera ha acelerado la pérdida de ozono y ha incrementado considerablemente el transporte de yodo y su deposición en los continentes del hemisferio norte. La futura presión climática y antropogénica podría seguir ampliando las emisiones de yodo oceánico con impactos potenciales sobre la salud y el medio ambiente a escala global”, concluye el investigador.

El análisis se ha realizado a partir de un sondeo de hielo (sondeo REnland ice Cap Project) perforado en la península de Renland, una zona costera de Groenlandia oriental. Esta muestra ha permitido reconstruir el contenido en yodo en la atmósfera en un periodo que abarca unos 250 años, por lo que es el mayor registro de yodo atmosférico en el hemisferio norte.

El estudio se publica en la revista Nature Communications.

2018-04-14

  • Sondeo de hielo en Groenlandia analizado en el estudio. Imagen: Niccolo Maffezoli / CSIC
    Sondeo de hielo en Groenlandia analizado en el estudio. Imagen: Niccolo Maffezoli / CSIC.