Un estudio internacional revela que los frutales del continente americano han persistido gracias a que, tras la desaparición de la megafauna que realizaba su dispersión, fueron utilizadas por el ser humano, lo que aseguró su permanencia, según indica una nota de prensa del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Hace unos 12.000 años se extinguió en América la megafauna, principalmente por la colonización del continente por parte del ser humano. Esta megafauna hervíbora ya extinguida estaba constituida por perezosos gigantes, armadillos gigantes y mastodontes, entre otros habitantes. Estos animales dispersaban de manera natural muchas de las especies frutales del continente. Por ello, con su extinción se corría el riesgo de que muchas de ellas desapareciesen. Ahora, este trabajo revela que el uso de muchas de estas especies vegetales por parte de los seres humanos ha podido revertir la extinción.

El trabajo analiza una base de datos con información de la distribución de 130 especies frutales como el cacao, el anacardo, el chicozapote (árbol del chicle), la piña o especies cercanas al chirimoyo.

“A través de distintos análisis estadísticos hemos estudiado la distribución de distintas especies frutales en función de si han sido utilizadas o no por los seres humanos desde que se extinguió la megafauna”, señala el investigador del CSIC Iñaki Hormaza, que trabaja en el Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea La Mayora. El estudio demuestra que las culturas americanas utilizaron gran diversidad de frutales, de hecho, aproximadamente tres cuartas partes de las especies dispersadas por la megafauna fueron utilizadas por los habitantes americanos en tiempos precolombinos.

Sin embargo, en los últimos años se está produciendo un incremento del cultivo de determinadas especies con fines comerciales, lo que puede llevar a la pérdida de una diversidad generada durante miles de años. “Y este hecho se ve agravado por las predicciones de cambio climático para la región. Por eso, hay que tomar medidas urgentes tanto para conservar los recursos genéticos existentes en especies infrautilizadas como para recuperar como alimento y otros usos especies que se utilizaban en la antigüedad y que prácticamente son desconocidas para gran parte de la sociedad en la actualidad”, concluye Hormaza.

El estudio, que contribuye así a entender los patrones de domesticación y dispersión de estas especies y a distinguir qué papel han tenido la megafauna hervíbora ya extinguida y los seres humanos, se publica en la revista PNAS y cuenta con participación del CSIC.

2018-03-16

  • Un aguacate y una chirimoya, especies objeto de estudio. Imagen: CSIC
    Un aguacate y una chirimoya, especies objeto de estudio. Imagen: CSIC.