Desde el Real Jardín Botánico de Madrid han comprobado que entre la ciudadanía hay un despiste importante a la hora de diferenciar el acebo del muérdago, dos plantas típicamente relacionadas con la Navidad. "Muchas informaciones las sitúan como plantas iguales. Muchos los relacionan, e incluso las confunden en imágenes, quizás porque tienen idéntica utilidad ornamental y porque ambas plantas eran consideradas sagradas en la antigua cultura celta", apunta la entidad en una nota de prensa, en la que aclara que, sin embargo, "su parecido es pura casualidad".

Así, el texto detalla que se trata de dos plantas diferentes, tal y como recuerda Pablo Vargas, profesor de Investigación del CSIC en el Real Jardín Botánico, “ya que divergieron sus linajes hace más de 100 millones de años”. Además, señala el investigador, “el acebo (Ilex aquifolium) se encuentra en la Europa húmeda y el muérdago (Viscum album) en la zona europea mediterránea. Pertenecen a dos familias botánicas muy diferentes, el primero es de la familia de las aquifoliáceas, mientras el muérdago está vinculado a la familia de las santaláceas”.

El acebo tiene el porte de un arbusto o arbolito que alcanza hasta los 12 metros de altura. La corteza y ramas son grises y lisas. Las hojas son persistentes, más o menos ovaladas y, en general, con el margen lleno de espinas. Su madera es de muy buena calidad, dura y tan densa que no flota en el agua, por lo que no sería útil en la industria naval. Es apreciada por los ebanistas para elaborar mangos, culatas de armas y por teñirse bien de negro e imitar a la de ébano; además es muy estimada como leña, para hacer carbón y por los pastores para confeccionar bastones resistentes. En este sentido, Miguel de Cervantes cuenta en el capítulo XIII de El Quijote: «Venían unos pastores hacia ellos y traía cada uno un grueso bastón de acebo en la mano…». Y el poeta toledano Garcilaso de la Vega en sus poesías escribe: «Allá dentro en el fondo está un mancebo, / de laurel coronado y en la mano / un palo, propio como yo, de acebo».

El muérdago es una planta semiparasita siempre verde que crece sobre las ramas de diversos árboles, principalmente, pinos, chopos, olivos y algunos frutales. Las propiedades infectivas del muérdago lo convierten en un severo problema para los bosques y los árboles cultivados a los que ataca. Descrita por Carlos Linneo, Viscum album constituye una plaga de ciertas plantaciones de coníferas y de frondosas.

Sus frutos también son diferentes del acebo. Mientras el primero tiene un color verde en su inicio y después adquiere un intenso color rojo, el fruto del muérdago, verde también cuando está inmaduro, cambia más tarde a un traslúcido color blanco o amarillo.

Puede obtenerse más información del muérdago en el libro 'Plantas parásitas de la Península Ibérica e Islas Baleares' de José Antonio López- Sáez, Pilar Catalán y Lorenç Sáez (Mundi-Prensa, 2002), que en su capítulo quinto despliega una pormenorizada descripción del mismo. Y se puede encontrar un capítulo solo dedicado al acebo, y comparándolo con el muérdago, en el libro 'Jardín Botánico de Madrid. Un paseo guiado', de Pablo Vargas (Ibersaf, 2004).

En relación a su importancia de la conservación vegetal y animal, hay que tener en cuenta que el acebo está protegido en todo el territorio por las legislaciones de España, Andorra y Portugal. Además, aparece en los catálogos de especies protegidas o amenazadas de numerosas comunidades autónomas españolas, por ejemplo en la Comunidad de Madrid. Por tanto, si se va a usar como decoración navideña, conviene asegurarse de que procede de viveros o de que su explotación es sostenible y legal. Y por otro, es conocido el empleo que en el pasado se hizo del muérdago para obtener liga para atrapar pájaros. Hoy en día ese uso ha desaparecido y de hecho es ilegal y está penado por la ley.

La entidad detalla que para diferenciar estas y otras plantas existe la aplicación móvil Arbolapp, una herramienta del CSIC financiada por la Fundación para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) en la que ha trabajado el Real Jardín Botánico.

Leyendas

"Quizás, solo quizás, en esto sí coincidan acebo y muérdago, en las tradiciones y fábulas", señala la nota.

Pese a la importante circunstancia de ser una planta parásita, desde tiempos históricos, el muérdago ha atraído la atención de propios y extraños y ha sido objeto de interés manifiesto por su significado religioso o sobrenatural. En la Edad Media se usaba su aceite como repelente de los lobos. Su leyenda ha alcanzado sobre todo a Gran Bretaña y el norte de Europa desde sus pueblos primitivos. Cierto es que, a parte de sus posibles virtudes mágicas, el muérdago cuenta con importantes propiedades farmacológicas y médicas, al ser una fuente de compuestos utilizados en tratamientos de células tumorales y reconociéndose también su aplicación médica contra la epilepsia, la arteriosclerosis, la hipertensión o una simple tos.

El acebo era un arbusto sagrado para los celtas, se utilizaba durante el solsticio de invierno, el 22 de diciembre, para atraer la suerte y la prosperidad a la comunidad y alejar los malos espíritus. El árbol de los sátiros, decían, porque alejaba los demonios y los duendes maliciosos. Un adorno natural que se sigue utilizando en la actualidad bajo la creencia de que Santa Claus entra a medianoche y bendice a toda la familia.

La tradición dice, además, que si una chica es besada bajo el muérdago en Nochebuena encontrará el amor o conservará el que ya tiene, pero además atraerá la fertilidad. En este sentido, el muérdago (mistletoe, en inglés) es aún más popularmente por su tradición de besarse si dos personas coinciden debajo de él, una a escena que se repite, sobre todo en Estados Unidos y Latinoamérica, todas las Navidades, recuerda el texto.

2017-12-22

 

  • Muérdago, a la izquierda; acebo, a la derecha. Imagen: RJB
    Muérdago, a la izquierda; acebo, a la derecha. Imagen: RJB.