¿Por qué nuestros habituales tiestos tienen los orificios de salida de agua en el fondo? ¿Por qué se encharcan tan a menudo que hay que poner un platillo bajo la maceta? Estas y otras preguntas se hizo José Antonio Sánchez Navarro (imagen de abajo), molesto por el derroche de agua que conlleva el sistema tradicional de mantenimiento de flores y plantas en las jardineras. Y fue dándole vueltas a la idea hasta dar con un diseño al que considera "la maceta del futuro". La ha bautizado técnicamente como 'Maceta de riego interno' y tiene, como novedades significativas, los orificios a media altura de la pared del tiesto y un tubo dosificador.
Las aberturas del tiesto "están para que cuando llueva, la tierra no se encharque", y el agua rezumará por ellas únicamente si le sobra a la planta. Por eso están situados en el lateral, y no en la base.
Pegado a la pared, se inserta un tubo en la tierra, hasta casi taparlo. Es el tubo dosificador (en la imagen, sobresaliendo de la tierra). El agua de riego se vierte a este tubo, y no sobre a la tierra. La parte baja del dispositivo está horadada para permitir la salida del agua. El extremo superior es más ancho e indica la dosis a utilizar. "En el primer uso se llena el tubo de agua, y a continuación se rellena cada quince minutos hasta en cuatro ocasiones. A partir de ahí se riega de ordinario, por ejemplo a los dos o tres días. Así, en adelante, la planta estará preparada para aguantar de tres a cinco días sin un nuevo riego, dependiendo de la especie y la época del año", recomienda José Antonio.
De este modo, la superficie de la tierra se mantiene seca, no se agrieta, no se compacta, no se comprime y no se pierde agua por desbordamiento ni crecen las malas hierbas. Por debajo, sin embargo, a unos tres o cuatro centímetros, permanece húmeda. Y así, la planta sobrevive.
Y además de ahorrar agua, "riegas 20 macetas en un plis-plas" bromea el inventor.
Para idear su maceta, a José Antonio le ha valido su formación como fontanero, con más de 40 años de experiencia, y su vocación por la agricultura, ya que mantiene una parcela con hortalizas. Eso, y llevar "toda la vida haciendo pruebas de mil clases para que el riego te dure y gastes menos", recalca.
Pero, como les ocurre a muchos emprendedores, tras pasar largos meses adecuando el tubo a la dosis, comprobando la altura de los orificios de salida del agua, probando materiales... obtuvo la patente y ahora tiene su prototipo, pero le falta la financiación para dar el salto empresarial. "Estoy hablando con varios fabricantes, a ver si les interesa. En realidad, si usamos macetas de cerámica ni siquiera hay que cambiar el molde, ya que el agujero se hace con otra herramienta", detalla. Lo idóneo, comenta, sería contactar con una empresa que ya posea los canales de distribución, de manera que la única partida necesaria se dirigiría a fabricar el molde del tubo dosificador. En esta situación, calcula que sería suficiente con una inversión de alrededor de 9.000 euros.
"Yo le tengo mucha fe a la 'Maceta de riego interno'. Cambia nuestra costumbre de regar las plantas como de la noche al día. A veces, un pequeño cambio sirve para hacer las cosas mucho mejor", deja caer. Y es que nunca se sabe y acaso podamos estar ante un interesante ecoinvento. Quizá dentro de unos años todas las macetas sean macetas de riego interno...
¿Te animas a echar una mano a José Antonio? Hay dos fórmulas:
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Si es así, ponte en contacto con el inventor en fontaneriajas@yahoo.es o en el 670 881 779.