Que el Bando sea el principio de la Huerta
Nos gusta el Bando de la Huerta. Nos gusta porque nos contagiamos del espíritu festivo, del traje tradicional, de las carrozas ambientadas con los oficios casi perdidos y de las viandas que desde ella nos ofrecen desprendidamente algunos de sus ocupantes, generalmente los más entrados en años. Esta narradora, apenas somera observadora de la fiesta, trata de evocar a los antiguos huertanos en sus jornadas agotadoras luchando contra el calor y la sequía y celebrando la cosecha. Aunque, seguramente, por más imaginación que le eche no llegue nunca a sentir el verdadero esfuerzo que es la huerta. O que era. No sé cuánto queda de ella en realidad... Ni creo que lo sepa la mayoría de quienes, ese día, se enfundan el traje de fiesta. Porque lo mismo que se visten solo con la mitad del traje y la otra mitad cede ante la modernidad, de la misma manera conocen -conocemos- solo, seguramente, la mitad de lo que la huerta significa. Conocen -conocemos- solo los caminos, las palmeras que los adornan, las higueras, los naranjos y limoneros; las habas, berenjenas, calabacines o lechugas... y los membrillos, las granadas y los jínjoles de otoño... Pero no conocen -conocemos- la madrugada, el riego, la incertidumbre, la monda de las acequias centenarias, la recuperación de las especies y el empeño en conservar los usos. Ese es un trabajo de huertano. Ni sabemos de la pérdida de las acequias y su secular tintineo, entubadas ahora, cediendo también a la modernidad. Esa es la pena del huertano. Y me da la sensación de que el Bando de la Huerta, por muy vistoso y muy celebrado que sea, no conecta más que superficialmente con los ciudadanos y nada transmite de la huerta a las nuevas generaciones, las que decidirán si conservar o edificar la huerta, que lo viven como un botellón más de cualquier fiesta de España. No es culpa de ellos. Son los tiempos. Pero, siendo así, habrá que usar el lenguaje de los nuevos tiempos para que la población sienta más cercana su huerta, la que le sirve de excusa para celebrar uno de sus más grandes días. Y que la fiesta sea el principio de la realidad que festeja. Que tengan ustedes un feliz Bando y una hermosa Huerta. Seguimos cavilando.