El siglo del oro azul
Bienvenidos al siglo del agua. Porque éste va a ser sin duda el siglo del agua. Y no por la abundancia, sino por su escasez y por las luchas que generará su posesión. Bueno, el agua de hecho ya genera guerras, pero son de esas cuya lejanía tiene el don de hacer que nos parezcan dócilmente inofensivas, pequeñas, intrascendentes. También suelen ser guerras más calladas, porque no es la lucha de un pueblo contra otro, sino de una empresa contra una comunidad diminuta a la que, aplastantemente, acallan. 'El oro azul' lo llaman. Y nos vamos a enterar, porque sin el otro, el amarillo, el de toda la vida, podemos vivir divinamente; pero, oiga usted, sin el agua, como que no nos veo. De hecho, esta narradora cada vez vive más sin oro y otras piedras, preciosas ellas, que nos venden para estar preciosos nosotros. Y ahí se mueran doscientas personas buscándome un pedacito de jade. Pues mire, como que no me hace falta. Que si me tengo que adornar, ya buscaré entre la exigua pero entrañable herencia que me dejó mi madre. Esa generación que vivió con poco y quiso que nosotros viviéramos con mucho, quizá con 'demás'. Aquella generación que hacía brotar humo negro de sus fábricas para que se viera lo bien que funcionaba y lo mucho que producíamos. Y que derramaba miles de litros de agua negra a los ríos, sin imaginarse jamás que el agua llegaría a ser más cara que el jade. 'El oro azul'. Poético nombre. La ONU ya anunció que en el año 2050 una de cada cuatro personas vivirá en un país con escasez crónica o recurrente de agua. Y el 2050 está a la vuelta de la esquina. Acuérdense ustedes, los de cierta edad, cuando de críos jugábamos a imaginarnos qué sería de nosotros en el 2000 y ya han pasado 15 años de aquello. Juguemos a imaginar qué será de nosotros en el 2050 , y si nuestro pequeño territorio será uno de esos a los que la ruleta haya situado en zona de escasez crónica de 'oro azul'..., ¿qué haremos entonces?, ¿qué haremos ahora? Seguimos cavilando.