Del Equinoccio y otras igualdades
Hoy hemos amanecido en primavera. El Equinoccio nos ha asaltado mientras dormíamos y ha llegado con su reparto equitativo: el día tiene una duración igual a la de la noche en todos los lugares de la Tierra. Nos gusta esto del reparto equitativo y de las igualdades. La naturaleza tiene eso, que no entiende de razas ni fronteras y extiende sus beneficios y rigores por igual. Oíamos el otro día cómo un cargo local se lamentaba de que la avenida 'habitual' de un río había vuelto a inundar un barrio de una ciudad española. Como ocurría todos los años, decía el hombre. Oiga, pues si la avenida es la habitual, quizá haya que repensar por qué les sucede... Porque un río no se empecina en anegar un determinado pueblo por inquina, es que el pueblo está levantado en su llanura de inundación. Esto lo sabían ya los Egipcios. No es que en determinada localidad tengan mala suerte y se les derrumba una ladera sobre los edificios, es que si han deforestado, el monte ha perdido la sujeción que proporcionaban las raíces y cae, y esto sucede aquí y en la Cochinchina. Es que si construyes en una rambla, la rambla se llenará de agua. Es que si repueblas con monocultivos, llegará el día en que su plaga se haga más fuerte. Esto es así y es así para todos, es el reparto de igualdades de la naturaleza. Pero sí, ha sido el Equinoccio, y si no es por Google y los noticieros, ni nos enteramos. Porque antes, cuando éramos seres naturalizados, lo celebrábamos porque sabíamos que nos iba la vida en ello. Ahora nos jugamos nuestro futuro igualmente, pero no lo sabemos o no lo queremos saber. Estamos desconectados del entorno que nos sustenta. Y si hay un problema, esperamos que venga la Administración y lo resuelva, como si la Administración repartiera igualdades, que va a ser que no. Y el próximo fin de semana llega el cambio de hora. Una servidora preferiría seguir el horario solar todo el año y reconectarse a algo que va a estar ahí durante toda nuestra existencia en este planeta, hasta que una llamarada solar equitativa se nos trague a todos, que todo puede ser. Seguimos cavilando.