No me da tiempo a celebrarlo todo
Disculpen ustedes, pero no me da tiempo a celebrarlo todo. Ayer fue el Día Internacional de la Red Natura, que coincidió también con el Día Internacional de los Peces migradores. Hace una semana estábamos celebrando el del Reciclaje, la semana anterior, el Día Mundial de las Aves Migratorias, y hoy mismo, ¡sí, hoy, que no se ha visto en prensa porque aún estamos agitando las manos de mariposa! el de la Diversidad Biológica... Y solo estoy mirando en el calendario de eventos naturales, que para eso tiene una su agenda de naturaleza y ocio. Pero así se lo digo: no llego a todo. Tengo que pasar de hacer mariposas ayer a sumergirme en los océanos el próximo 8 de junio (Día Mundial de los Océanos, por si no lo había adivinado), sin olvidarme de la fiesta grande, que es, cómo no, el 5 de junio con el Día Mundial del Medio Ambiente. Luego nos vamos al desierto, el 17, con el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía; en septiembre, el 16, subimos a los cielos gracias al Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono, y el 29, de nuevo al mar, porque llega el Día Marítimo Mundial. El 3 de octubre: Día Mundial del Hábitat; el 6 de noviembre, una de esas reivindicaciones raras: el Día Internacional para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados. El 5 de diciembre, abajo, con el Día Mundial del Suelo; el 11, arriba, con el Día Internacional de las Montañas. ¡Qué mareo, oiga! Y vuelve otro año de celebraciones. Tomemos aire. ¡Uf! Y se pregunta una, que va de celebración en celebración, compartiendo cartelería y ardor guerrero, ¿todo esto, de verdad, de verdad, sirve de algo? Pues qué sé yo, pero ahí estamos. A Dios rogando y con los Días Internacionales dando. Seguimos cavilando.