El circo ecoturista
Bienvenidos al circo. Al circo de la observación de la vida salvaje. A las excursiones donde el todo vale para sacar unas perras. Leía el otro día en las redes sociales -que si son bien utilizadas guardan un impresionante compendio del saber montaraz más actualizado- que determinadas excursiones guiadas para poder contemplar al lobo en su hábitat estaban incluso poniendo en riesgo al propio lobo, y más en concreto a sus retoños. Contaba un usuario que las proximidades de una zona de cría se llenaban de visitantes ansiosos por captar la mejor fotografía. Y que algunos grupos de excursionistas, alentados erróneamente por sus guías, lanzaban aullidos al aire esperando respuesta de una manada, pero que es tal la presión humana que el aullido de contacto recibido a lo lejos no lo emitió un lobo, sino otro grupo de excursionistas, en un claro episodio ilustrativo de la estupidez humana -imagínense la cara cuando se encontraran unos a otros- y de la extrema incursión en el terreno sensible del animal en cuestión. Vamos mal si este es el camino que hemos iniciado, pero da más rabia porque ni siquiera somos pioneros en esto de las expediciones hacia el mundo natural de la gente corriente, como usted y yo. Veíamos esta semana en el perfil de otro usuario -los hay magníficos, por cierto- unas imágenes de la famosa migración de los ñúes y el asombroso ataque de un león macho, raudo, instantáneo, mortal, cazando al paso a uno de estos bóvidos. Cuando el vídeo amplía el campo de visión, en pantalla aparecen decenas de expedicionarios, cámara en mano, con los coches aparcados a la misma orilla del camino de los ñúes. Sólo unos metros los separan. Al parecer, hoy la dificultad no está en retratar el largo camino de los herbívoros o la caza de las leonas en el corazón de África, sino que no salga un turista en tu foto... Vamos mal, insisto, si este es el futuro. No creo que la Universidad española haya invertido tanto en la formación superior de sus titulados como para que ahora a algún no sé si insensato, desinformado o avaricioso guía arriesgue primero una vida que merece ser protegida y, después, un recurso que bien ordenado puede no solo incrementar los beneficios económicos que ya aporta la naturaleza sino, algo aún más importante, aumentar el amor y el respeto por esos seres silvestres y los espacios que los cobijan: los campos, los bosques, los matorrales o las zonas desérticas, en ocasiones tan desprestigiadas. Acercarse a la naturaleza es un derecho, pero hay que hacerlo bien. De la mano de expertos y hasta me atrevería a decir que con usuarios bien informados, dispuestos a no dejarse llevar por la primera iniciativa con aura de exploración indómita. Seguramente haya que regular más estas cuestiones y reforzar la educación ambiental. Profesionales en este campo no nos faltan. Somos #muchosenelmonte haciendo de todo, y tenemos que tener clara las conductas y las prioridades. Primero, ellos. Seguimos cavilando.