El blanco invierno murciano
¿Quién nos dice a nosotros que la Región de Murcia no se viste de blanco en invierno? Nieve no será, y menos este enajenado año de calor y sequía, pero blanco hay y mucho. Blanco es el color dominante con el que se visten nuestros almendros por toda la Comunidad. Subidos a las sinuosas lomas, dibujando la recta precisa en la que los plantó el agricultor, se extienden los arbolillos salpicando el paisaje hasta donde alcanza la vista. Sobre las matas verdes, sobre las tierras rojas, sobre el ocre suelo desnudo. Algunos, esperando un buen día a ser recolectados. Otros, abandonados a su suerte, pero ofreciendo igualmente su generoso fruto. Están en La Azohía frente al mar, en Casas Nuevas, en Puerto Lumbreras, en los parajes del Garbancillo de Tallante, en Moratalla, en los Llanos del Cagitán, en el Campo de Cartagena... en cualquier rincón destinado a la tradicional agricultura de secano. Nada que envidiar al Jerte, pero mucho más desconocidos y más tempraneros. Que cierto es que los almendros florecen por toda España, y en toda ella tienen un tirón que para sí lo quisieran algunos artistas, pero en el Sur florecen primero y eso hay que aprovecharlo. Si no se ha echado todavía al monte a verlos, aún está a tiempo, porque en la Región la floración se extiende desde enero hasta casi marzo, según dónde y a qué altura. Tiene el lector mucho donde escoger. Y si no puede salir, dese un garbeo por las redes sociales y regálese la vista. Hay fotos espectaculares. Muestran los suelos arados, los tonos también rosáceos, los detalles de la flor y la algazara de los senderistas. Y quizá entonces esté de acuerdo en que bien podrían ser el reclamo que abra el año ecoturístico. ¡La semana blanca del Sureste! Ya me imagino por nuestros campos, por poner un ejemplo, a los turistas chinos o japoneses, que a esta narradora le gustan porque no suelen desmandarse y respetan lo que visitan. Los veo desembarcando en la Región, siguiendo ordenadamente al guía, sacando cientos de fotos -que en esto creo que ya les hemos alcanzado-, y después deteniéndose a comprar un lebrillo local o un queso de la zona y a recomponer el cuerpo con un buen pisto o zarangollo. Es el blanco invierno murciano, aún por descubrir. O sea, que estamos a tiempo de difundirlo bien, es decir: con orden y con reparto de los beneficios. Por mi parte, si lee esta columna hoy domingo, sepa que no estoy al otro lado del ordenador, hoy me he perdido entre los almendros. Seguimos cavilando.
(NOTA: nuestras fotos no son las espectaculares imágenes que vemos por internet. Si quiere usted enviarnos la suya, indicando lugar y fecha, la publicaremos con su nombre muy gustosamente).