Logros quemados
Creíamos que, tras mucho sudar, discutir y alcanzar acuerdos, habíamos afianzado algunos logros medioambientales fundamentales. Por ejemplo, entendimos que la naturaleza no tenía fronteras -las aves sobrevuelan espacios aéreos de distintos países sin reparar en permisos Schengen- y que los Parques Nacionales eran de todos. Nos contaron que reciclar era bueno y nos lanzamos a reciclar; y a pesar de disponer de un sistema penoso de separación de materiales reciclables -donde los usuarios pagamos dos veces, nos cargamos con el trabajo y no tenemos claro el destino de lo depositado-, ahí seguimos, reclamando el sistema de retorno de envases, como lo hace esta narradora, pero separando. Nos contaron que el hombre había contaminado la atmósfera, y los ciudadanos apostaron por las energías renovables, habiendo quien arriesgara su ilusión y su hacienda en ello; y los cambios de última hora en la ley, que no en la justicia, los han dejado desprotegidos, endeudados, traicionados y desesperados. Nos dijeron que habíamos manchado tierras y mares y buscamos una agricultura más sana, pero no tenemos forma de distinguir si un producto transgénico en los lineales del supermercado -que una servidora no dice ya si es bueno o malo aunque lo crea, sino que reclama su derecho a estar informada, como informadora que es-. Por no comentar que estos productos son más onerosos y tienen tropecientas trabas más que los tradicionales. Asimismo, creímos que habíamos destruido la capa de ozono (¿qué hay de aquello?) y comenzamos a renovar nuestros electrodomésticos llenos de compuestos cloroflurocarbonados, ¿recuerdan?, y nos hicimos con un moderno equipamiento de, pongamos, frigoríficos; que ahora duran justo apenas unas fechas más allá de haber superado su limitada garantía. Llámase al hecho 'obsolescencia programada' cuando deberían llamarlo 'muerte programada' -obsoleto, estimado lector, es el frigorífico que mi progenitor compró en la postguerra, duro como toda aquella generación, y que aún enfría, con poca eficiencia, pero enfría. A los refrigeradores de nueva horma se les estropea una pieza, y dejan de funcionar. Tiene usted que comprarse uno nuevo. Ésa es la costosa diferencia-. También después de mucho lamentarnos por los incendios forestales, hace años comprendimos finalmente que detrás de la tierra quemada había verdaderos planes de urbanización de las, anteriormente, hermosas campas verdes, y mucho, mucho dinero. Se había logrado una ley que, si bien por sí sola no podía evitar que un pirómano incendiara un bosque, sí desalentaba a especuladores, logreros y acaparadores. Ahora, ya vuelven a ser inalcanzables a las llamas y al desaliento. Seguimos cavilando.